Guns at Batasi
Adaptación cinematográfica de una novela de Robert Holles, ambientada en un país africano durante la época del colonialismo británico, que tiene como protagonista al rígido sargento Lauderdale (Richard Attenborough), quien, durante un golpe de estado, debe de hacerse cargo de la peligrosa situación que vive junto a sus mandos inferiores cuando son sitiados por un grupo de enemigos que pretenden recuperar a un supuesto traidor. La ambientación bélica de la película resulta algo engañosa, en el sentido que “Guns at Batasi” es mucho más un drama y una descripción del final del colonialismo británico, que una película “de guerra”, ya que está mucho más basada en el diálogo que en las acciones bélicas, que resultan secundarias en pantalla. Posee además una excepcional interpretación de Attenborough en el papel principal (fue ganador del BAFTA), así como una muy sólida ambientación en África que resulta absolutamente convincente, a pesar que la película está rodada íntegramente en Pinewood. Jack Hawkins, en su clásico papel de autoridad, Flora Robson, como una diputada que pretende dialogar con los golpistas, John Leyton y Mia Farrow, en su debut en cine, completan el reparto de un film muy bien escrito y dirigido por John Guillermin con extraordinaria solvencia y elegancia.
El director de fotografía fue el británico Douglas Slocombe [BSC], en la primera de sus dos colaboraciones con el director John Guillermin, ya que dos años después volverían a coincidir en un film de una escala mucho mayor como “The Blue Max” (1966). Slocombe, por supuesto, es conocido sobre todo por haber sido el autor, de la mano de Steven Spielberg, de la trilogía original de “Indiana Jones”, comenzando por “Raiders of the Lost Ark” (1981), “Temple of Doom” (1984) y “The Last Crusade” (1989), tras la cual se retiró a los 76 años de edad. Pero Slocombe, que ya había rodado para Spielberg la secuencia de la India de “Close Encounters of the Third Kind” (1977), ya antes era conocido por trabajos como “Kind Hearts and Coronets” (Robert Hamer, 1949), “The Servant” (Joseph Losey, 1963), “A High Wind in Jamaica” (Alexander Mackendrick, 1965), “The Fearless Vampire Killers” (Roman Polanski, 1967), “The Lion in Winter” (Anthony Harvey, 1968), “The Italian Job” (Peter Collinson, 1969), “Travels With My Aunt” (George Cukor, 1972), que supuso su primera nominación al Oscar, “Jesus Christ Superstar” (Norman Jewison, 1973), “The Great Gatsby” (Jack Clayton, 1974), “Rollerball” (Norman Jewison, 1975) o “Julia” (Fred Zinnemann, 1977), siempre dentro de un estilo muy clásico que es el que le hizo pasar a la posteridad con la famosa trilogía protagonizada por Harrison Ford.
En el caso de “Guns At Batasi”, la imagen en blanco y negro y CinemaScope es también muy clásica, con un registro muy típico de Douglas Slocombe: niveles de iluminación elevadísimos (parece que todo el film está rodado al menos entre T/5.6 y T/8, puntualmente incluso más cerrado de diafragma), por lo que la profundidad de campo también es muy grande a pesar del rodaje en anamórfico, así como, lógicamente, empleo de luces duras y directas tanto hacia los actores como el decorado, muchas veces creando también un contraste muy elevado y fuertes claroscuros, que hacen que la imagen sea, a nivel estético, interesantísima en la mayoría de las ocasiones. Quizá en el barracón de oficiales en el que tiene lugar el grueso de la acción, la luz sea menos interesante porque hay más relleno y una mayor necesidad de tener un área relativamente grande a un buen nivel de luz (ya que hay muchos personajes en el encuadre en gran parte de los planos), pero en el momento en que Douglas Slocombe tiene que retratar otras estancias o lugares, o no digamos ya los exteriores nocturnos fuera del barracón o en los caminos, el planteamiento de (en apariencia cuando menos) una única fuente de iluminación, muy grande y lejana, a contraluz, con abruptas transiciones luz-sombra, luce magnífico en pantalla. En las escenas nocturnas, incluso el forillo que rodea al barracón para el rodaje en estudio está estupendamente bien resuelto; en las diurnas es algo más perceptible, pero aún así, cuesta creer que nos encontremos ante un film rodado en estudio en lugar de localizaciones, especialmente, sin haber salido de Inglaterra e imitando África.
Pero aunque el trabajo de iluminación de Douglas Slocombe es muy bueno, la auténtica estrella visual de “Guns At Batasi” es el trabajo de cámara, de una sola cámara, tanto en lo que se refiere a las composiciones, como a los propios movimientos. El operador fue el futuro director de fotografía Gerry Fisher (“The Go-Between”, “Wolfen”, “Highlander”) y su trabajo de operar físicamente la cámara, así como la planificación de John Guillermin -que era la suerte en la que el británico más destacaba- son absolutamente apabullantes: de un lado, el dominio de la pantalla panorámica del CinemaScope es abrumador. En muchos momentos, aparecen en pantalla cinco, seis, siete personajes y no solo siempre están perfectamente repartidos por el encuadre, sino que además, con un nivel compositivo superior, bien se trate de tomas estáticas o, muchas veces, en movimiento. Casi todos estos movimientos están ejecutados con vías de travelling, por lo que no es ya que se trata de una composición interesante que Fisher se dedique a seguir, sino que a medida que la cámara y actores se mueven, se van generando nuevos planos y composiciones que siempre son majestuosas. Como Slocombe tiene el decorado iluminado a diafragmas muy cerrados, además Guillermin puede componer en profundidad, por lo que dicho decorado está muy bien aprovechado y, además, con un total dominio de la espacialidad en cada escena (de hecho, dicha espacialidad es un espectáculo en la secuencia de acción final, con Attenborough y John Leyton atacando los cañones que dan título al film).
El dominio de la puesta en escena es tan grande, que incluso los clásicos “push-in” (o travellings de acercamiento en momentos de tensión o dramatismo) están muy bien elegidos y ejecutados, así como ángulos bajos durante el enfrentamiento entre Richard Attenborough y el militar africano amotinado (Errol John), que hacen que la escena que comparten sea una pequeña obra maestra acerca de cómo componer planos y emplearlos dramáticamente, enfatizando el texto y el trabajo actoral. Los resultados, por lo tanto, son absolutamente superiores en lo visual, a pesar que se trata de una película tan desconocida como de un presupuesto modesto y de una escala reducida; de un lado, el trabajo de Douglas Slocombe con la iluminación es espléndido en su concepto de blanco y negro clásico, además con la dificultad añadida de tener que rodar en estudio un film ambientado en África (el diseño de producción, además de la fotografía, fue candidato al BAFTA).
Pero sobre todo, es el elevadísimo nivel compositivo, con ecos de Sidney Lumet (“The Hill”) o del primer John Frankenheimer, aunque quizá aquí sea más formal y elegante que expresivo, el que hace que la película de John Guillermin posea un trabajo visual de primera categoría, algo que el británico refrendaría posteriormente independientemente de quién fuera su director de fotografía en “Rapture” (1965, con Marcel Grignon), la citada “The Blue Max” (1966, con Slocombe y su operador de cámara más habitual, Chic Waterson), “The Bridge at Remagen” (1969, con Stanley Cortez), “The Towering Inferno” (1974, con Fred Koenekamp), “King Kong” (1976, con Richard Kline) o “Death on the Nile” (1978, con Jack Cardiff).
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Título en España: Cañones en Batasi
Año de Producción: 1964
Director: John Guillermin
Director de Fotografía: Douglas Slocombe, BSC
Ópticas: CinemaScope (Bausch & Lomb Baltar)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm anamórfico (CinemaScope), 2.35:1
Premios: BAFTA a la mejor fotografía (nom)
Vista en Blu-ray
© Ignacio Aguilar, 2023.