Morituri

Adaptación cinematográfica de una novela del alemán Werner Jorg Lüddecke, dirigida por el cineasta austríaco Bernhard Wicki (“Die Brucke”, “The Longest Day”) y protagonizada por Marlon Brando, en el papel de un alemán que se infiltra en un barco carguero cuya ruta es Tokio-Burdeos, haciéndose pasar por un oficial de las SS, a fin de desconectar una serie de bombas que los nazis han instalado en el buque para que, en el caso de que éste fuera apresado por los aliados, el mismo pueda ser hundido y su valioso cargamento (siete toneladas se caucho para fabricar ruedas) no caiga en manos de los enemigos. Nunca se ve cómodo a Brando en esta aventura de la Segunda Guerra Mundial, que parece ser que rodó para finalizar su contrato con la 20th Century Fox; el propio film, si bien mantiene cierto interés, tampoco llega a despegar en ningún momento, pues no se decide entre el suspense o la acción y además adolece de algunos problemas de montaje que dejan entrever que bastante material se quedó fuera del montaje final. Yul Brynner, como el capitán del navío, Janet Margolin, en el papel de una pasajera judía, así como un cameo de Trevor Howard forman el reparto principal.

El director de fotografía fue Conrad L. Hall [ASC], todavía en el comienzo de una gloriosa carrera que le llegaría a proporcionar nada más y nada menos que tres premios Oscar (por “Butch Cassidy and the Sundance Kid”, “American Beauty” y “Road to Perdition”). Por “Morituri”, precisamente, obtendría su primera candidatura a estos premios. Fue su tercera película de estudio como director de fotografía, después de una carrera como ayudante y posterior operador de directores de fotografía de la talla de Ted McCord o Robert Surtees, para el que llevó la cámara por ejemplo en otra producción de Aaron Rosenberg, “Mutiny on the Bounty”, que además era la segunda versión del famoso libro co-escrito por James Normal Hall, que era padre de Conrad Hall. Posteriormente, vendrían muchas películas célebres por parte de este director de fotografía: además de las citadas, “The Professionals”, “In Cold Blood”, “Hell in the Pacific”, “Fat City”, “The Day of the Locust”, “Marathon Man”, “Tequila Sunrise”, “Jennifer 8”, “In Search of Bobby Fischer” o “A Civil Action”, entre otras, pero sobre todo, una fuerte voluntad de situarse siempre a la vanguardia y de seguir creciendo de forma constante como director de fotografía, hasta el punto que sus últimas obras son tan modernas como las del operador de moda del momento.

En el caso de “Morituri”, se trata de una película compleja, rodada en blanco y negro, en una mezcla de decorados de estudio y de exteriores en la cubierta de un carguero real. Hall había aprendido su oficio en blanco y negro y eso no era un problema para él, sino al contrario, era su hábitat natural y, si acaso, tardó en acostumbrarse al uso del color, que se impondría ya de forma casi definitiva sobre esta época. Lo curioso del caso es que Hall era un hombre joven cuando realizó este film (debía de rondar los 38-39 años en el momento de rodarlo) pero la forma en que lo afrontó es total y absolutamente la de un veterano de Hollywood. Y no solo un veterano de Hollywood, sino uno además de corte absolutamente clásico. Ello se debe, sin duda, a que Hall aprendió muy bien el oficio de sus maestros, en aquél momento muy sometido a las reglas de los estudios de Hollywood, y ello tiene como consecuencia que, en sus primeros pasos en solitario, el director de fotografía siguió al dedillo ese manual sobre el que había aprendido su oficio.

Ello se traduce en que la película, desde un punto de vista estético, sigue el esquema tradicional de los tres puntos de luz dura con sus múltiples variantes a lo largo de su metraje. Es decir, cada personaje posee, como en el cine clásico, su propia luz principal, que pueden ser varias si en un momento determinado los movimientos le llevan a otra marca a lo largo del plano. Y allí, en esa marca, le esperan siempre su luz de relleno y su contraluz para separarlo del fondo. Con este esquema, lógicamente de luz dura, se crean algunos claroscuros bastante fuertes y hay una clara distinción de las zonas de luz y de las de sombra, las cuales, al trabajar a niveles de intensidad de luz bastante altos, son todas aquéllas sobre las que no incide expresamente ningún aparato. De modo que este sistema, que permitía crear y controlar constrastes de forma más sencilla que las actuales técnicas de luz difusa y rebotada, es manejado a la perfección por Hall sin mostrar, pero además ni por asomo, ni siquiera la más mínima intención de salir del mismo en ningún momento del metraje. Tampoco hay, por tanto, intentos, ni siquiera tibios, de intentar justificar las luces en las ventanas o en las fuentes integradas de los decorados: toda la iluminación es por completo del “Hollywood clásico” en blanco y negro y, si acaso, lo único que no busca Hall son los extremos contrastes del cine negro, a pesar de que es una fotografía relativamente contrastada, como indicábamos.

Los resultados, por lo tanto, sorprenden por su clasicismo, pero no del todo para aquéllos que ya sean conocedores de la primera parte de la filmografía de Conrad Hall, especialmente sus dos primeras películas en color, “Harper” (Jack Smight, 1966) y “The Professionals” (Richard Brooks, 1966), ya que las mismas están rodadas absolutamente de forma clásica también, antes que el director de fotografía comenzase su etapa de sobreexposición y experimentación a raíz de títulos como “Butch Cassidy & The Sundance Kid”, “Fat City” o “Electra Glide in Blue”, que le llevarían en muy poco tiempo a ser un operador moderno y absolutamente contemporáneo, con una voz y personalidad propia completamente alejada de los convencionalismos o reglas que el Hollywood clásico imponía a sus directores de fotografía. Si acaso, en “Morituri” lo que se aprecia es que Hall y el director Bernhard Wicki no tuvieron miedo a emplear el zoom, herramienta recientemente aparecida para su uso cinematográfico, o especialmente, combinarlo además desde un helicóptero, dando lugar a algunas tomas espectaculares del barco en la que incluso se atrevieron a orquestar algunas secuencias de diálogos, aunque los mismos fueran obviamente doblados en post-producción. Como en las primeras películas de Hall, es prácticamente seguro que los futuros directores de fotografía William A. Fraker y Jordan Cronenweth ejercieran las labores de segundo operador y ayudante de cámara.

Título en España: Morituri
Año de Producción: 1965
Director: Bernhard Wicki
Director de Fotografía: Conrad L. Hall, ASC
Formato y Relación de Aspecto: 35mm esférico, 1.85:1
Otros: efectos especiales fotográficos a cargo de L.B. Abbott, ASC y Emil Kosa, Jr.
Premios: Oscar a la mejor fotografía (nom)

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