Le Trou

Excepcional adaptación de una novela de José Giovanni, inspirada a su vez por los hechos reales acontecidos en la prisión parisina de La Sante en 1947, en los cuales habría participado no solo el propio escrito, sino además uno de los protagonistas de la película, Jean Keraudy (Roland), que se interpretó así mismo. Con una extraordinaria e inusitada precisión, el director Jacques Becker narra la historia que tiene lugar cuando un quinto prisionero (Marc Michel) es llevado a una celda en la que ya hay cuatro internos. Éstos planean una fuga a través de los túneles de la prisión y, en un principio, dudan de si compartir su plan con el nuevo compañero. Poco a poco comienzan a congeniar con él mientras elaboran un cuidadoso plan de fuga que conlleva la excavación de varios túneles para conseguir llegar hasta las alcantarillas y, a través de ellas, a la libertad. Jacques Becker, quien falleció muy poco después de terminar el rodaje, rueda todo el film adoptando prácticamente una visión de detallado docudrama, sin música, con sonido diegético y con actores no profesionales o semi-profesionales en el momento del rodaje. Su visión, más próxima desde luego a Robert Bresson y “Un Condamné à Mort S’Est Échappé” (1956) que a “The Shawshank Redemption” (Frank Darabont, 1994) es un absoluto triunfo cinematográfico, ingenioso, veraz, detallado a la par que sencillo, que lleva el lenguaje cinematográfico a su esencia y, desde la misma, construye un apasionado relato dificilmente superable en su veracidad.

El director de fotografía fue el belga Ghislain Cloquet [ASC], conocido sobre todo porque sustituyó a Geoffrey Unsworth durante el rodaje de “Tess” (Roman Polanski, 1979) debido al fallecimiento del director de fotografía británico a las pocas semanas de comenzar el film. Por su crédito compartido, tanto Cloquet como Unsworth recibirían el Oscar a la mejor fotografía de 1980, el año del estreno norteamericano de la película, aunque Cloquet tampoco pudo disfrutarlo demasiado ya que falleció pocos meses después, en 1981, a los 57 años de edad, cuando posiblemente iba a iniciar una carrera en los Estados Unidos, como parecía indicar “Four Friends” (Arthur Penn, 1981). Curiosamente, tradicionalmente se le asocia a Robert Bresson, aunque no se encargase de “Un Condamné à Mort S’Est Échappé”, sino que su colaboración comenzó en “Au Hasard Balthazar” (1966), seguida de “Mouchette” (1967) así como “Une Femme Douce” (1969). Cloquet también se hizo cargo de “Les Demoiselles de Rochefort” (Jacques Demy, 1967) e, incluso, también fue el director de fotografía de la primera aventura de Woody Allen fuera de los Estados Unidos, “Love And Death” (1975).

Rodada en blanco y negro, “Le Trou” es, como indicábamos, un monumento a la sencillez y a la esencia de la narrativa cinematográfica. No hay el menor artificio en la misma, ni planos especialmente complicados; al contrario, casi toda la película está rodada de manera muy directa, con focales medias y un estilo de puesta en escena tan austero como objetivo, lo que no impide por ejemplo que Jacques Becker muestre por ejemplo el trabajo en equipo de los prisioneros con largas tomas como aquélla en la que comienzan su excavación en su propia celda, que dura varios minutos de proyección y en la que los internos se van turnando para hacer el agujero hacia las galerías inferiores de la prisión. Pero no hay composiciones de imagen especialmente elaboradas, ni movimientos de cámara elegantes u ostentosos; lo que sí que hay es mucha pasión por narrar con la cámara y el silencio los múltiples detalles que necesitan los presos para ejecutar su plan de escape desde la prisión. Esa ausencia de artificio, propia de Robert Bresson o, posteriormente sobre todo, de Jean-Pierre Melville, es un elemento esencial para que “Le Trou” consiga ser una película tan excepcional como veraz. No es ya que el espectador sienta que se encuentra con los prisioneros, sino que su huida es completamente creíble y está narrada con mimo en cada uno de sus pasos necesarios para ser ejecutada.

El blanco y negro, en una época en que las emulsiones fotográficas en color aún eran muy poco sensibles a la luz, probablemente ayude mucho a que el film sea tan realista. No solo porque de alguna manera el blanco y negro resulta quizá más apropiado para una historia ambientada en la década de 1940, sino porque permite a Ghislain Cloquet emplear un estilo de luz dura sin que la misma deje de resultar apropiada en ningún momento. Es cierto que, a nivel estético, las localizaciones no ofrecen demasiado juego: gran parte de la acción, de hecho, transcurre entre las cuatro paredes y la puerta de una celda de la prisión con las paredes lisas, que prácticamente es el peor escenario imaginable para un director de fotografía. Sin embargo, aunque la luz de Cloquet no sea particularmente expresiva, consigue transmitir bien cuándo es de día, cuándo de noche o, por supuesto, ambientar de manera más que adecuada los corredores, túneles o pasillos que se esconden en las profundidades de la prisión. Lo mejor es, por supuesto, cuando el director de fotografía tiene oportunidad no de lucirse, pero sí de expresarse más con la luz, en esas secuencias en los túneles en las que se supone que los prisioneros únicamente portan una mecha con algo de aceite, y Jacques Becker los muestra yéndose por los túneles como una simple luz en mitad de la oscuridad. Esas escenas, realizadas obviamente con luces de cine escondidas tras los actores, están muy bien resueltas y suponen lo mejor del trabajo del director de fotografía de origen belga.

Quizá en esos túneles, que ofrecen en ocasiones unas localizaciones similares a las del final de “The Third Man” (Carol Reed, 1949), Ghislain Cloquet podría haber ido algo más lejos, proporcionando un mayor contraste y negros más profundos (a la manera de Robert Krasker). Sin embargo, aunque no hacerlo supone una renuncia a obtener imágenes más estéticas, dramáticas y estilizadas, quizá el planteamiento empleado en “Le Trou” resulte el correcto. Dicha decisión (renunciar a estética por el hecho de favorecer a la narrativa) siempre es complicada de divisar y de llevar a cabo para un director de fotografía, pero la manera en que lo hace Cloquet es digna de admiración, porque a la postre el film no funciona por ser una escenificación de los hechos, sino porque es una recreación que resulta absolutamente creíble como tal. Por todo ello, los resultados de “Le Trou” son tan excepcionales como admirables. Como indicábamos, destaca más por su puesta en escena, milimétrica, concisa y sencilla, que por su luz, que quizá es más común y menos interesante que el trabajo de Jacques Becker. Sin embargo, si la película funciona es por la conjunción de muchos factores como es obvio, pero desde luego, lo es también porque la comunión narrativa entre la cámara y la luz proporcionada por el director de fotografía.


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Título en España: La Evasión
Año de Producción: 1960
Director: Jacques Becker
Director de Fotografía: Ghislain Cloquet, ASC
Formato y Relación de Aspecto: 35mm esférico, 1.66:1

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