The War of the Roses

Muy divertida adaptación cinematográfica de una novela de Warren Adler, narrada desde el punto de vista de un abogado (el actor y en este caso director, Danny De Vito) que cuenta, a modo de flashback, lo que le ocurrió a un compañero suyo de bufete (Michael Douglas) y a su mujer (Kathleen Turner). A priori parecían el matrimonio ideal, felices, con hijos, con un buen trabajo, una casa de ensueño… pero todo se les desmoronó cuando ella le pide a él el divorcio y comienzan una guerra personal durante el mismo. Se trata de una película muy bien realizada, escrita e interpretada, que va haciendo que la escalada de acontecimientos que les suceden a los protagonistas, a cada cuál más absurdo, se sigan con simpatía en espera de ver cuál va a ser el siguiente motivo de discusión o, directamente, pelea. Los resultados, por lo tanto, son bastante estimulantes, siendo además una película que, a pesar de ser una comedia accesible, no renunció a su calificación como R (prohibición de acceso a la sala de menores de 17 años no acompañados), lo cual ya de por sí la hace sumamente diferente del grueso de la cinematografía actual de este tipo, dirigida habitualmente a un público adolescente.

El director de fotografía fue el norteamericano Stephen H. Burum [ASC], en la primera de sus dos colaboraciones con Danny de Vito como director. Por la segunda de ellas, tres años después, “Hoffa”, Burum ganó el premio de la American Society of Cinematographers (ASC) -fue nominado por este film- a la mejor fotografía del año y obtuvo su única nominación al Oscar. Burum fue uno de los directores de fotografía más importantes de las décadas de los 80 y de los 90, entrando de lleno en Hollywood gracias a su relación personal con Francis Coppola, quien le contrató para fotografiar y dirigir la segunda unidad de “Apocalypse Now” (1979) y para encargarse de la imagen de “The Outsiders” y “Rumble Fish” en 1983. Después, a continuación, inició su colaboración con Brian de Palma en 1984 con “Body Double”, que duró hasta su jubilación, con un total de ocho películas que son de las mejores del director (entre ellas, “The Untouchables”, “Carlito’s Way” y “Mission: Impossible”). Además, tuvo tiempo de fotografiar películas como “The Entity” (Sidney J. Furie, 1982), “The Escape Artist” (Caleb Deschanel, 1982), “Something Wicked This Way Comes” (Jack Clayton, 1983), “St. Elmo’s Fire” (Joel Schumacher, 1985) o “8 Million Days to Die” (Hal Ashby, 1986).

A pesar de ser un drama cómico, la imagen de “The War of the Roses” contiene un interés bastante superior al que a priori cabría suponerle, al menos si no se conoce la personalidad de su autor, ya que Burum es un amante del cine clásico, de su estética y de ejecutar todo tipo de trucos e ideas visuales para favorecer la puesta en escena de sus películas. Así que a pesar de que se trataba de una película a priori más sencilla que “The Untouchables”, o de “Casualties of War”, que en ese mismo 1989 estrenaba para Brian de Palma, Stephen Burum debió de ver “The War of the Roses” como una oportunidad para rodar una película casi por completo en estudio y poder emplear todas esas técnicas de décadas anteriores y los trucos que tanto le gustan. Estéticamente, existe cierta diferenciación entre el aspecto de las secuencias en presente en las que Danny de Vito narra la historia (rodadas sin filtraje), mientras que el resto del material está rodado siempre o casi siempre bajo un ligero filtro difusor que suaviza ligeramente la imagen (por la época del film y el aspecto de la difusión, podría ser un White Pro Mist 1/8 ó 1/4). Burum casi siempre se ha caracterizado por emplear niveles de luz elevados, superiores a las 50 candelas cuando ello era posible, así como por emplear más luz dura, directa y contrastada que muchos de sus compañeros de generación. El truco de Burum es emplear esa luz dura, por lo general, en el decorado y en los fondos, mientras que los actores son tratados por luz suave, habitualmente varias grandes fuentes cenitales. Esto es aplicable a cada una de sus grandes obras, incluyendo las rodadas para Brian de Palma.

Es una gozada ver cómo el director de fotografía dota de gran importancia a sus fondos, con grandes unidades HMI en exteriores, a contraluz, o incluso en los interiores de la casa, a modo de luz azulada (de luna) entrando por las ventanas en los interiores nocturnos. En muchas escenas nocturnas, existen aparatos dirigidos contra las paredes generando formas o puntos de luz a través de cortes o, en el escenario de la escalera y recibidor de la casa, grandes aparatos de luz dura proyectadas desde la mayor distancia posible, lo que genera sombras muy definidas y recortadas. El aspecto es muy sofisticado, muy elaborado y no necesariamente naturalista, pero le sienta bien a la historia y, sobre todo, a los actores, que lucen muy bien bajo este cuidado esquema de luz. Aunque a Burum le gustaba mucho el formato panorámico anamórfico, en esta ocasión renunció al mismo. Ello implica que la película, al estar rodada con niveles de luz generosos, posee una profundidad de campo muy elevada, con fondos razonablemente enfocados. Los trucos visuales son innumerables: desde lentes de aproximación (split-diopters) partidas situadas a los lados, a lentes de aproximación partidas situadas arriba y abajo (atención a la escena de la cena con los platos enfocados en primer término), pasando por grandes angulares para distorsionar algunas situaciones, bastantes zooms muy marcados, o incluso planos torcidos para los momentos más grotescos que se ven en el film, sin renunciar a algunas retroproyecciones o trucajes físicos como la luna en la escena de la nieve al comienzo de la proyección.

El resultado es muy expresionista, huyendo casi de la realidad, muy elaborado y está muy bien realizado, con esa mezcla de clasicismo en su aplicación de la luz dura y modernidad porque la combina con luz suave, de modo que, de cierta manera, Burum se mueve entre lo mejor de los dos mundos y consigue que una película cuyo interés, a priori, debería de encontrarse en su guión y sus actores, posea también una parte visual de un valor muy elevado. Se trata de un director de fotografía de una enorme capacidad técnica, que además posee opiniones muy fuertes sobre determinadas técnicas consideradas vanguardistas en su época, que siempre ha sido tremendamente respetado por sus compañeros de profesión en norteamérica, en donde es una verdadera institución. Por ello no es extraño que antes de conseguir su única nominación al Oscar por “Hoffa”, fuera candidato al premio de la ASC antes con “The Untouchables” y el presente film, aunque no consiguiera su nominación en un año en el que, precisamente, el ganador fue el británico Freddie Francis por “Glory”, una película que en cambio, no había sido tenida en cuenta por la Sociedad Americana de Directores de Fotografía, circunstancia ésta (que el ganador del Oscar no fuera nominado por la ASC) que únicamente ocurrió en ese año y en 2006 con Guillermo Navarro y “Pan’s Labyrinth”.

Título en España: La Guerra de los Rose
Año de Producción: 1989
Director: Danny De Vito
Director de Fotografía: Stephen H. Burum, ASC
Ópticas: Panavision Primo, Primo Zoom
Emulsión: Kodak 5295 (400T), EXR 5296 (500T)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm esférico, 1.85:1
Premios: American Society of Cinematographers (nom)

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