Carlito’s Way

Adaptación de dos novelas del juez Edwin Torres, ambientada en Nueva York en 1975, que tiene como protagonista absoluto a Carlito Brigante (Al Pacino), un antiguo traficante de heroína que consigue salir anticipadamente de la cárcel gracias a la pericia de su abogado Dave Kleinfeld (Sean Penn). A su vuelta a su antiguo barrio, Carlito rehúsa por completo reintegrarse en el mundo del hampa e intenta recuperar a su antigua novia, Gail (Penelope Ann Miller), con la intención de conseguir 75 mil dólares de forma lícita lo antes posible y montar un negocio de alquiler de coches en las Bahamas. Sin embargo, su lealtad por sus amigos y su falta de adaptación a los nuevos tiempos hacen que cumplir sus sueños no sea tan sencillo. Con un estupendo reparto en el que también figuran rostros como Luis Guzmán, Viggo Mortensen, John Leguizamo o James Rebhorn, entre otros, Brian de Palma construye la que es sin duda su película más equilibrada en todos los aspectos, ya que además de la brillante puesta en escena, marca de la casa, se le une una apabullante narrativa que hace que las dos horas y media de duración se pasen en un suspiro, con grandes interpretaciones de todo el reparto y, en especial, de un maduro y sobresaliente Pacino.

El director de fotografía fue el californiano Stephen H. Burum [ASC], ya por aquél entonces el operador predilecto de Brian de Palma, con el que rodó un total de ocho películas desde 1984 con «Body Double» hasta 2000 con la fallida «Mission to Mars», incluyendo clásicos como el presente, «The Untouchables» o «Mission: Impossible«. Hay que recordar, por ejemplo, que cuando De Palma llevó a cabo su primera adaptación sobre la vida de un gángster latino con «Scarface» (1983), recurrió en aquél entonces al operador de origen mexicano John A. Alonzo, que había rodado previamente una de sus primeras películas, pero para este film decidió que fuera su director de fotografía habitual el que se hiciera cargo de las imágenes. Burum, retirado a los 65 años de edad en 2004, también es por supuesto conocido por haber trabajado para Francis Coppola en la dirección y dirección de fotografía de segunda unidad de «Apocalypse Now» (1979), además de haberse hecho cargo, como director de fotografía principal, tanto «The Outsiders» como de «Rumble Fish«, ambas en 1983, o por su asociación con Danny de Vito, rodando dos películas del actor como director como «War of the Roses» (1989) y «Hoffa» (1992); las dos fueron nominadas por los compañeros de Burum en la American Society of Cinematographers (ASC) y la segunda de ellas, además de ganar el premio, también constituyó la que a la postre sería la única nominación al Oscar de este operador.

La imagen de «Carlito’s Way» es absolutamente propia de la personalidad de Stephen Burum, un operador de formación clásica y que, precisamente, es un fanático de los directores de fotografía del Hollywood clásico, especialmente en blanco y negro. Pero siendo un operador que generalmente trabajó en los 80 y en los 90, supo adaptar esas raíces y esos gustos clásicos al cine de su época, de modo que generalmente sus imágenes tienen lo mejor de los dos mundos: la inspiración en la tradición pero con el toque de modernidad propio de su época, consiguiendo normalmente un punto de equilibrio bastante interesante. En este caso de «Carlito’s Way», a pesar que se trata de una película sobre el mundo del hampa y que la misma transcurre en el Nueva York de mitad de la década de los 70, Burum y el diseñador de producción Richard Sylbert rehuyen por completo de la habitual estética sucia del thriller de los 70 ambientado en dicho entorno (como «The French Connection» o «The Three Days of the Condor«), llevando a cabo en su lugar un notable uso del color (atención al empleo de colores azules y rojos muy saturados, y no solo en las escenas dentro del club en el que se desarrolla parte de la historia) y, por supuesto, proporcionando imágenes de una notable técnica, con negativos muy bien expuestos, sin grano, que precisamente permiten que la paleta de color sea tan rica y los colores tan intensos a diafragmas que generalmente oscilan entre T/4 y T/4.5 por lo menos, lo que permite que la profundidad de campo sea abundante y que De Palma pueda usar en anamórfico una de sus herramientas predilectas, el zoom.

Burum por lo general suele emplear sin ningún tipo de vergüenza aparatos dirigidos hacia los actores, con muchos cortes a veces, creando incluso marcas para los intérpretes en el decorado. Pero no lo hace con simples aparatos Fresnel, sino que introduce difusión entre los mismos y los actores, haciendo que su luz sea mucho más suave que en la época clásica, aunque el concepto sea parecido. En otras ocasiones, rebota aparatos de luz muy grandes contra superficies que hacen que la luz se difumine sobre los intérpretes, de modo que el aspecto es por lo general de luz suave, pero con una marcada direccionalidad y contraste, el cual tiende a reducir con un relleno general muy suave, también a la manera clásica. En los fondos, tanto en los interiores como en los exteriores nocturnos, Burum emplea aparatos HMI sin corregir para crear efectos azulados, incluso cuando sus escenas tienen lugar en la ciudad, mientras que a través de gelatinas corrige o modifica el tono de sus luces principales en más de una ocasión, tanto para crear efectos (como los citados rojos o azules intensos) o incluso hacer que sus luces principales sean cálidas en una determinada escena romántica. También, incluso para fomentar ese aspecto en algunas de las escenas entre Penelope Ann Miller y Pacino, podría ser que existe una levísima difusión en cámara mediante una media o algo similar en el objetivo, para producir un cierto tono sedoso en las imágenes.

Los resultados son muy buenos a nivel técnico, así como muy sofisticados en lo estético; no se trata por parte de Burum de conseguir un aspecto especialmente natural o realista, sino de crear ambientes para el desarollo de la historia y que, dentro de los mismos, las escenas resulten creíbles y los actores principales luzcan lo mejor posible. Bajo ese prisma, aún sin imágenes que llamen mucho la atención por sí mismas (exhibicionismo del que Burum siempre trató de escapar), se trata de un trabajo estupendo, que luce todavía mucho más en manos de un virtuoso de la cámara como Brian de Palma. No solo por su brillante planificación de Steadicam en sus escenas finales en el metro o en Grand Central, sino por la forma en que mueve o sitúa la cámara en cada escena, por la utilización del ancho de la pantalla panóramica, de los planos torcidos, las lentes bifocales o incluso del mencionado zoom (por más que su apertura máxima en anamórfico, T4.5, complicase bastante la vida a Burum), sin olvidar las brillantes selecciones de planos y tamaño de los mismos en cada uno de los encuentros de Pacino con Penelope Ann Miller. Por todo ello, se trata en conjunto de un trabajo estupendo, en el que la excelente técnica de Burum y De Palma se convierte más que nunca en pura narrativa cinematográfica, quizá incluso más aún que en sus icónicas colaboraciones en «The Untouchables» o «Mission: Impossible», las cuales de por sí ya suponían verdaderos festivales de cámara e iluminación.


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Título en España: Atrapado por su Pasado
Año de Producción: 1993
Director: Brian de Palma
Director de Fotografía: Stephen H. Burum, ASC
Ópticas: Panavision C-Series & Super Panazoom Cooke
Formato y Relación de Aspecto: 35mm anamórfico (Panavision), 2.4:1

Vista en Blu-ray

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