The Deer Hunter
Uno de los títulos más importantes del cine norteamericano de los años 70 fue este potente drama que lanzó (y estrelló al mismo tiempo) a su director, Michael Cimino. Ambientada a finales de los 60 en un pueblo cuyos habitantes, de ascendencia rusa, trabajan en la siderurgia, Cimino dedica una larga hora a describir sus personajes (Robert De Niro, Christopher Walken, Meryl Streep, John Savage, John Cazale, George Dzundza y Chuck Aspegren) y después envía a tres de ellos (De Niro, Walken y Savage) a Vietnam, en donde vivirán un infierno muy lejano a las glorias bélicas por ellos imaginadas. Y lo que es peor, un duro regreso en el que ya no serán los mismos. Ganadora de cinco Oscar (película, director, actor secundario, montaje y sonido), “The Deer Hunter” es un compendio de las virtudes de Cimino como director –excelente dirección de actores, ambientación y realización- aunque también muestra alguno de sus excesos, que incluyen una duración desmesurada, aunque el tono melancólico y dureza de la historia hacen que las virtudes de la película pesen mucho más que sus defectos a lo largo de sus algo más de tres horas de proyección.
El director de fotografía fue el húngaro Vilmos Zsigmond [ASC], quien también rodaría a las órdenes de Michael Cimino la obra maestra de ambos, “Heaven’s Gate” (1980). Pero Zsigmond, que describía al director de origen italiano como un hombre dificil de tratar, aunque con mucho talento visual, no fue el director de fotografía originalmente previsto cuando se anunció el film. Este no fue otro que William A. Fraker [ASC], que sin embargo, o bien no llegó a rodar metraje, o este está muy bien integrado con el de Zsigmond, ya que no existe seña alguna del estilo del operador de “Rosemary’s Baby” o “1941” a lo largo de la proyección. En cualquier caso, resulta curioso como Fraker y Zsigmond intercambiaron películas: Fraker se marchó a terminar “Close Encounters of the Third Kind” (1977), para cuyas escenas adicionales Zsigmond no fue convocado por los productores, mientras que el húngaro, liberado de dicho compromiso, se hizo cargo del presente film, uno de los más importantes de una carrera que incluye títulos como “McCabe and Mrs. Miller”, “The Sugarland Express”, “Obsession”, “Blow Out”, “The River”, “The Witches of Eastwick”, “The Ghost and the Darkness” o “The Black Dahlia”, entre muchas otras, incluyendo una tardía colaboración con Woody Allen al final de su carrera (“Melinda and Melinda”, “Cassandra’s Dream”, “You Will Meet A Tall Dark Stranger”).
La fotografía de “The Deer Hunter”, dividida en varias secciones, es muy típica del estilo de Zsigmond, siempre a medio camino entre el clasicismo de su formación en blanco y negro en Hungría, su desarrollo como director de fotografía en EEUU con muchas películas “sin presupuesto” (como él mismo las denominaba) y, finalmente, su adopción de las nuevas técnicas lumínicas venidas de Europa en los años 60 que buscaban una ruptura con el formalismo y teatralidad de la estética del cine norteamericano en color de los años 50 y 60. La primera sección de la película, la que muestra a los personajes en su pueblo natal, fue rodada en diferentes localizaciones de Pensilvania, Virginia y Ohio para crear el aspecto industrial y muy frío que les rodea. En esta parte se aprecian exteriores rodados por el húngaro sin el filtro 85 para conseguir un aspecto azulado, además de muchas tomas generales en la que emplea filtros degradados neutros para oscurecer los cielos y hacer que el clima luzca aún peor. Las tomas de la fábrica, además, son muy interesantes, al estar rodadas buscando un efecto “dusk-for-night”, es decir, al anochecer o al amanecer, cuando todavía queda detalle de luz en el cielo, pero con las luces encendidas, logrando un bonito contraste entre la fría luz ambiental y el tono dorado de las luces de la fundición.
Los interiores son una mezcla de estilos que definen muy bien a Zsigmond: desde algunos rodados con luz rebotada a fin de equilibrar con luz suave las diferencias entre el exterior y el interior, un poco a la manera de los clásicos franceses en los 60 (por ejemplo, la escena entre el personaje de Meryl Streep y su padre), u otros en los que el húngaro emplea haces de luz dura sobre los personajes y el decorado pero con una pretensión naturalista, como si se tratase de la luz del sol, como por ejemplo en los interiores de la iglesia en la que tiene lugar la boda a la que asisten los personajes. Durante la celebración de la misma, el aspecto es incluso anticuado, con un set o localización real iluminado a través de múltiples fuentes de luz dura hacia los actores, incluyendo también múltiples sombras como consecuencia. Pero una vez la acción se traslada a Vietnam, Zsigmond busca un aspecto muy duro, muy granulado y a veces feísta en su aproximación documental, en la que su metraje incluso llega a intercalarse (no sabemos si con pretensión de aumentar la veracidad o por ahorrar dinero) con metraje real del conflicto, seguramente rodado en 16mm e hinchado al ancho de la pantalla panorámica anamórfica, con malos resultados. Sin embargo, las imágenes de Zsigmond representan muy bien el caos que viven allí los personajes y se muestran en las antípodas de la estilización impuesta por Vittorio Storaro en “Apocalypse Now” (1979), que fue rodada incluso antes que el título de Cimino.
Mención especial requieren, por supuesto, las famosas escenas del cautiverio vietnamita de los personajes de De Niro, Walken y Savage, mientras son torturados por sus captores y obligados a jugar a la ruleta rusa. Rodadas dentro de cabañas de madera en un río en Tailandia, Zsigmond dejó a los personajes oscuros en el interior y vagamente expuestos contra fondos correctamente expuestos. El efecto, aunque algo sucio y feo, es muy amenazador y resume muy bien la experiencia de los protagonistas, aunque quizá lo mejor del trabajo del húngaro, al menos a nivel estético, sean los exteriores nocturnos en los que utiliza luces de arco a contraluz: tanto el que tiene lugar a la salida de la boda que cierra el primer acto de la película, como las escenas en que el personaje de De Niro busca al de Walken tras la caída de Saigón. En las mismas, se combina estética con un efecto nocturno muy conseguido, siempre a través de luces duras y mucha separación entre fondos y primeros planos, sin que Zsigmond tenga problema alguno en dejar que gran parte de sus fotogramas estén fuertemente subexpuestos. Las escenas de caza, rodadas en el estado de Washington, son muy bellas y lucen muy bien, especialmente cuando Zsigmond deja hacer a la luz disponible, ya que en algún instante o primer plano introduce alguna luz artificial de relleno que afea al aspecto.
Técnicamente llama la atención, como en gran parte de su filmografía, su predilección por las lentes zoom en formato anamórfico (40-200mm y 50-500mm), puesto que sus aperturas mínimas eran de T4.5 y T5.6 respectivamente, lo cual le obligaba a utilizar enormes niveles de intensidad de luz y recurrir al revelado forzado (de uno y seguramente hasta dos diafragmas, 400 ASA) en todos los interiores y escenas nocturnas y puede que incluso al flasheado. Solo esporádicamente renuncia a los zooms y los sustituye por ópticas fijas cuando le resultaba imposible llegar a esos diafragmas, exactamente igual que en sus otros trabajos de la época. En lo que sí que difiere de muchos de los mismos es en el uso de la difusión, que va y viene a lo largo de la película, pero siempre de forma mucho más contenida que en títulos como “Obsession” o “Heaven’s Gate”, cuyo fracaso y críticas en este aspecto le llevaron a rodar sin filtros a partir de “Blow-Out”.
La puesta en escena de Cimino evidencia que el director había madurado mucho con respecto a su debut gracias a Clint Eastwood en “Thunderbolt And Lightfoot” (1974), incluyendo ya aquí su dominio de las escenas con muchos personajes, en las que destacaría poderosamente en “Heaven’s Gate”. Sin embargo, todo lo que en aquélla es opulento y muestra un enorme despliegue de medios, en “The Deer Hunter” se muestra mucho más contenido, incluyendo unas secuencias en Vietnam que, aunque dan el pego en pantalla, tienen una escala más bien reducida (y si se las compara con la de la película de Coppola, ínfima). No obstante, es una película bien rodada, con algunas de las combinaciones de grúa, travelling y zoom que luego están tan presentes en títulos como “The Year of the Dragon” o incluso “Desperate Hours”. Sin embargo, quizá la irregularidad estilística del conjunto degrade un poco la experiencia, al ser “The Deer Hunter” un film que alterna planos o secuencias excelentes con tomas aisladas deficientes (o ese metraje de archivo integrado en la proyección), lo que hizo que fuera Néstor Almendros el que se alzase con el Oscar a la mejor fotografía por su trabajo en “Days of Heaven” de Terrence Malick. El cubano Enrique Bravo y los futuros directores de fotografía Nick McLean y Fred Schuler fueron los operadores de cámara del film.
Título en España: El Cazador
Año de Producción: 1978
Director: Michael Cimino
Director de Fotografía: Vilmos Zsigmond, ASC
Ópticas: C-Series & Super Panazoom Cooke
Emulsión: Kodak 5247 (100T)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm anamórfico (Panavision), 2.4:1
Premios: Oscar a la mejor fotografía (nom), BAFTA
Vista en Blu-ray
¿Te ha gustado esta reseña? ¡Siguenos en Facebook!
© Harmonica Rental & Cinema/Ignacio Aguilar, 2017.