The Shootist

Última película en la que participó el legendario John Wayne, en la cual el veterano actor interpreta el papel de un viejo y famoso pistolero que, enfermo de cáncer y con pocas semanas de vida por delante, llega a un pequeño pueblo de Nevada para tratar de pasar tranquilo sus últimos momentos. Sin embargo, las viejas rencillas del pasado harán que diversos personajes se crucen con él e impidan que sus últimos instantes de vida transcurran con la normalidad que a él le habría gustado. Aunque parece ser que no fue planteado como tal, lo cierto es que “The Shootist” es un claro homenaje a la figura del actor (de hecho, comienza incluso con metraje de otras de sus películas, para mostrar a Wayne de joven), que interpreta al viejo vaquero que ha de morir en el tránsito del viejo mundo del oeste a la modernidad. Como homenaje, es un film entrañable y divertido, pero fuera de esa lectura, lo cierto es que resulta algo pobre y falto de fuerza, especialmente teniendo en cuenta que tras las cámaras se encontraba un director de la talla de Don Siegel. Lauren Bacall, Scatman Crothers, John Carradine, Bill McKinney o Richard Boone son algunos de los secundarios, en un reparto que incluye además a un joven Ron Howard, quien ya acostumbraba a llevar gorra incluso antes convertirse en realizador.

El director de fotografía fue Bruce Surtees, quien sorprendentemente firma como Bruce Surtees [ASC] –en el único título que le hemos visto como miembro activo de la American Society of Cinematographers-, quien ya por aquél entonces era un especialista en Westerns, tras haber acumulado a sus espaldas títulos como “Joe Kidd” (1972), “High Plains Drifter” (1973) o especialmente “The Outlaw Josey Wales” (1976), todos ellos producidos y protagonizados por Clint Eastwood y, en el caso de los dos últimos, también dirigidos por él. Además, por supuesto, Surtees y Siegel habían trabajado ya anteriormente en otros dos títulos previos, también producidos y protagonizados por el actor: “The Beguiled” (1971) y “Dirty Harry” (1971). Todavía acumularían otra colaboración más, en la estupenda “Escape from Alcatraz” (1979). Dueño de un estilo muy particular y personal, que hizo que, como a Gordon Willis, le cayera el apelativo de “Príncipe de la Oscuridad”, Surtees fue un director de fotografía algo irregular, pero muy valiente y osado, capaz de conseguir imágenes interesantísimas y nada convencionales para gran parte de los proyectos que fotografió hasta 1985, que fue cuando terminó su colaboración con Eastwood después del rodaje de «Pale Rider«, a partir del cual su operador de cámara Jack N. Green asumió las labores de director de fotografía.

A pesar de ello, Surtees se había formado en equipos tradicionales Hollywoodenses como los de su padre, el mítico director de fotografía Robert Surtees, de modo que también conocía las técnicas clásicas de Hollywood, aunque normalmente solo hiciera uso de dicho conocimiento para ir contra las reglas. Sin embargo, John Wayne debía de ser mucho John Wayne, porque la fotografía de “The Shootist” está muy lejos de ser uno de esos títulos en los que Bruce Surtees tomaba la senda del riesgo desde el primer fotograma, proporcionando más bien un estilo híbrido entre lo que al operador le gustaba hacer normalmente y sus raíces clásicas, que las tenía, por mucho que renegase de las mismas. Primero, las buenas noticias: el film está rodado parcialmente en espectaculares localizaciones en Carson City (Nevada) y alrededores, mostrando algo de nieve en las montañas y una tenue luz solar que encaja muy bien con el tipo de relato crespuscular que quieren llevar a la pantalla los cineastas. En estos exteriores Surtees vuelve a mostrarse tan hábil como siempre, pero al contrario que en sus películas con Eastwood –que rechazaba el empleo de luces adicionales en el exterior- en esta ocasión sí que hay algo de relleno y cielos algo más sobreexpuestos de lo habitual en Surtees, quien en sus mejores Westerns, «High Plains Drifter», “Josey Wales” y “Pale Rider”, exponía para obtener una perfecta reproducción de los cielos y ni siquiera aún así empleaba relleno.

En interiores, también hay algo del carácter a contracorriente de Surtees, porque es frecuente observar cómo hay haces de luz que entran en las estancias y el director de fotografía deja que los actores se muevan entrando y saliendo de los mismos. No tanto como en las películas protagonizadas por Eastwood, pero en un estilo similar. Sin embargo, no hay en este caso grandes subexposiciones, excepto en un par de ocasiones contadas en las que el negro domina los fotogramas y, sobre todo, lo que hay es una clara voluntad de fotografiar a John Wayne de la forma en que estaba acostumbrado: con luces duras y dirigidas hacia el lugar hacia el que mira el intérprete. Ello no quiere decir exactamente que Surtees adopte cada vez que sale el actor un planteamiento absolutamente clásico: lo hace en cuanto que las luces (principales) de cada intérprete están muy bien definidas, pero no es una fotografía plana en la que hay abundante luz de relleno que elimina las sombras y el contraste. Es menos interesante y por supuesto, mucho menos arriesgada que los mejores títulos de su autor, pero al menos no por ello Surtees renuncia por completo a crear un aspecto visual con algo de interés, por mucho que esas luces duras principales para cada actor que interactúa con Wayne tiene toda la pinta que eran exigencias del propio actor.

Como decíamos, más allá del homenaje y del respeto a Wayne como figura –consciente o no, ya que el actor moriría apenas tres años después del estreno, pero parece ser que no estaba enfermo durante este rodaje del cáncer de pulmón que acabaría con su vida en 1979- “The Shootist” no es una película demasiado interesante. Parece que Siegel era consciente de ello, ya que a su habitual estilo invisible en la dirección, se añade en esta ocasión cierta dejadez en la puesta en escena (a través de zooms, generalmente empleados como focal variable, con renuncia al formato panorámico anamórfico), sin buscar la menor complicación ni escenas con complicadas coreografías en cuanto a movimientos de cámara y actores. Incluso gran parte del film, cuando no muestra exteriores en localización, tiene cierto aroma a cine de estudio que tampoco le favorece demasiado. Por todo ello, los resultados, más allá del homenaje al actor, no son demasiado interesantes, excepto por apreciar si acaso como Bruce Surtees debía acomodarse y se acomodó a las exigencias de su actor principal (y seguramente, de paso, a las de Lauren Bacall).

Título en España: El Último Pistolero
Año de Producción: 1976
Director: Don Siegel
Director de Fotografía: Bruce Surtees
Emulsión: Kodak 5254 (100T)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm esférico, 1.85:1

Vista en Blu-ray

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