Telefon

Adaptación de una novela de Walter Wager, ambientada en la época de la guerra fría. Un general ruso huido (Donald Pleasence) en los Estados Unidos posee el listado de nombres y teléfonos de una serie de antiguos agentes que, al escuchar una determinada frase en clave, atacan hipnotizados determinados objetivos militares que les habían sido asignados años atrás. Puesto que el peligro de que ello desencadene la Tercera Guerra Mundial es evidente, los rusos envían a uno de sus mejores hombres a los EEUU (Charles Bronson), quien con la ayuda de una americana reclutada por el KGB (Lee Remick), tratará de evitarlo. Sobre la base de un guión escrito a cuatro manos por el realizador Peter Hyams y el guionista Stirling Silliphant (“In The Heat of the Night”, “The Towering Inferno”), Don Siegel despliega grandes dosis de oficio cinematográfico para tratar de hacer creíble una situación imposible que, sin embargo, resulta entretenida en pantalla, a pesar de la escasa química entre Bronson y la sofisticada Remick.

El director de fotografía fue Michael C. Butler, un hombre de extraña carrera, ya que debutó precisamente como operador de la mano de Don Siegel en “Charley Varrick” (1973) y, después de encargarse de la imagen de títulos como el presente, o incluso producciones importantes como “The Missouri Breaks” (Arthur Penn, 1976), “Jaws 2” (Jeannot Swarc, 1978) y hasta “The Cannonball Run” (Hal Needham, 1981), desapareció por completo del mapa a comienzos de la década de los 80, al menos en lo que respecta al cine, ya que seguramente permaneciera activo en publicidad, hasta que en 1998 volvió a firmar (junto con otro operador) la fotografía de una pequeña y desconocida película independiente.

La fotografía de “Telefon” es tremendamente irregular, por una continua mezcla y confusión de estilos que van apareciendo a lo largo de todo su metraje. De un lado, todas las secuencias que están ambientadas en diferentes partes de Rusia (San Petersburgo, entonces Leningrado, y Moscú), fueron filmadas en Helsinki (Finlandia), anticipándose así por ejemplo a Warren Beatty con “Reds” (1981), que siguió la misma ruta para salvar el impedimento de rodar en la URSS. Estas escenas son las más interesantes, porque están rodadas con tonos muy fríos en los exteriores y luces muy cálidas para los interiores, así como niveles de intensidad de luz muy bajos, anticipándose también por tanto al interesante trabajo de Ralf Bode en “Gorky Park” (1984). Sin embargo, para lograrlo, Butler aparentemente rueda completamente abierto de diafragma, o casi, por lo que la profundidad de campo es ridículamente inexistente y provoca numerosos planos desenfocados. Y por si fuera poco, todas estas secuencias están rodadas con una media delante o detrás del objetivo, por lo que si el aspecto abierto de diafragma no fuera lo suficientemente suave (o directamente, desenfocado), añadiéndole la media aún lo es más. Lo cierto es que cuando hay algo a foco, las imágenes son interesantes y, sobre todo, consiguen que la ambientación sea creíble, pero desde luego hay una falta de mesura en la aplicación de estas técnicas que hace que gran parte de las tomas queden arruinadas.

Una vez la acción se traslada a los EEUU, la mayor parte del metraje está ya a foco (e incluso rodado con uno de los zooms de la época, con diafragmas mínimos entre T3 y T4), lo cual se agradece mucho aunque el aspecto global, intentando ser moderno, sea por lo general mucho menos interesante. Es ahí donde se aprecian las limitaciones de Michael Butler, quien como operador, demuestra estar bastante por detrás de los mejores y más innovadores de la época, aunque también hay que reconocerle que parte de sus imágenes, aunque sea por intenciones, contienen cierto interés. El problema aparece cuando los cineastas, o Butler, o Siegel, o quien fuera, se empeñan en emplear esa misma media de las secuencias rusas, o bien una muy similar, para fotografiar a Lee Remick: ello no va con la historia y lo que es peor, hace que algunos planos adyacentes tengan que ser fotografiados también con difusión y el problema de la excesiva suavidad vuelva a hacer acto de presencia. Si al menos todo el film se hubiera rodado como su climax (con revelado forzado, bajos niveles y filtros de bajo contraste, como si el aquí guionista Peter Hyams hubiera metido mano en esa secuencia), el aspecto sería muy interesante; el problema es que esa difusión va y viene y resulta muy molesta por sus inconsistencias.

Algunas escenas, como las rodadas en los interiores del Hyatt Regency Embarcadero de San Francisco (aunque están ambientadas en Houston), poseen un elevado interés visual desde la propia puesta en escena, pero en cuanto al trabajo de Siegel, más allá de sus elevadas dosis de oficio (con ese tipo de eficiencia y sencillez que heredó Clint Eastwood), “Telefon” no es uno de sus mejores trabajos. Ni tampoco es precisamente una gran película, aunque en sus manos se deje ver bien y, sobre todo, entretenga al espectador siempre y cuando éste no decida tomarse demasiado en serio lo que ve en pantalla.

Título en España: Teléfono
Año de Producción: 1977
Director: Don Siegel
Director de Fotografía: Michael Butler
Ópticas: Panavision esféricas
Emulsión: Kodak 5247 (100T)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm esférico, 1.85:1

Vista en HDTV

¿Te ha gustado esta reseña? ¡Siguenos en Facebook!

© Harmonica Rental & Cinema/Ignacio Aguilar, 2019.