Excalibur
Adaptación de la leyenda artúrica que tomó como base el libro de Thomas Malory y que fue el primer proyecto del cineasta John Boorman después del desastre crítico y de público que supuso “The Exorcist II: The Heretic” (1977). Boorman había estado tanteando la posibilidad de adaptar también “Lord of the Rings”, pero finalmente acometió este proyecto, que tampoco fue nada sencillo de llevar a cabo. A diferencia de versiones como “Camelot” (Joshua Logan, 1967) o “First Knight” (Jerry Zucker, 1995), en “Excalibur” Boorman optó por un tono de fantasía oscura en el que personajes como el mago Merlin (Nicol Williamson) y Morgana (Helen Mirren) tienen un peso fundamental, incluso más que el soso trío formado por Arthur (Nigel Terry), Lancelot (Nicholas Clay) y Guinevere (Cherie Lunghi). Boorman no renunció tampoco a buenas dosis de sexo y violencia en pantalla, pero “Excalibur” en su conjunto es una película demasiado irregular y en la que se aprecia demasiado que los 140 minutos de proyección son fruto de un guión más largo cuyas escenas transicionales nunca llegaron a la gran pantalla, por lo que los personajes carecen del desarrollo suficiente y lo que queda es un notable espectáculo audiovisual. Gabriel Byrne, Liam Neeson, Patrick Stewart y hasta Ciarán Hinds tienen pequeños papeles en la película.
Existe también una leyenda prácticamente artúrica con respecto a la fotografía de “Excalibur”, puesto que siendo en su totalidad obra del firmante Alex Thomson [BSC], sin embargo Thomson fue un recambio de ultimísima hora de otro operador que tuvo que dejar o fue invitado a dejar la producción. En una entrevista en relación a su famoso cortometraje “Black Angel” (1980), el director Roger Christian manifestaba que fue invitado por Boorman a mostrar su trabajo al equipo de “Excalibur”, entre los que se encontraba Derek Vanlint, el director de fotografía de “Alien”. Sin embargo, Vanlint estrenó en ese mismo 1981 una película de similar temática (“Dragonslayer”), cuyo rodaje fue también complejo y se solapaba con el de “Excalibur”, por lo que dificilmente podría ser el primer operador de la película. Otras fuentes indican que este era Tony Pierce-Roberts (“A Room With a View”, “Howard’s End”), en el inicio de su carrera. El caso es que el primer operador contratado por Boorman tuvo problemas con el rodaje de la escena de apertura de la película (una batalla nocturna), lo que hizo que tuviera que ser rodada dos veces. Pero ni por esas el material era aceptable, de modo que Thomson, que había rodado algunas pruebas, se hizo cargo del grueso del film, el cual relanzó su carrera (“Legend”, “The Year of the Dragon”, “The Sicilian”, “Alien 3”, “Demolition Man”, “Hamlet”, “Executive Decision”), ya que después de haber alcanzado el puesto de director de fotografía en los equipos de Nicolas Roeg, un accidente en el set de “Jesus Christ Superstar” (Norman Jewison, 1973), film en el que fue sustituido por Douglas Slocombe, hizo que pasase la segunda mitad de los 70 sin apenas trabajos reseñables mientras se recuperaba de sus graves secuelas físicas.
A pesar de su apariencia de gran producción, con diseños de Anthony Pratt, vestuario de Bob Ringwood y efectos visuales a cargo de Wally Veevers (“2001”), lo cierto es que el presupuesto de “Excalibur” no era tan alto y ello hizo que Boorman, ya antes de la llegada de Thomson, renunciara a la utilización del formato anamórfico. Ello quizá se debiera a que planeaba rodar en Irlanda, con muchas secuencias entre los bosques, en los que bajo cielos encapotados, la intensidad de la luz natural sería muy escasa. Ello encaja con la utilización de unas lentes como los Zeiss 1.4 High Speed, la primera versión de ultraluminosos de Zeiss con el iris triangular, pero lo cierto es que gran parte de los exteriores de “Excalibur” están rodados, de todos modos, con zooms Cooke Varotal, cuyas aperturas máximas en torno a T/4.0 son parecidas a las que hubiera exigido el rodaje en anamórfico. En cualquier caso, Boorman rodó en 1.66:1 (el Blu-ray actual es 1.78:1 y se pierde notable información superior, con muchas cabezas cortadas a lo largo de la película, además que su calidad es manifiestamente mejorable), alternando constantemente entre ópticas de diferentes series, incluso en planos-contraplanos. La particular textura difusa de “Excalibur” fue fruto de utilizar, además de una media detrás de la lente en muchas ocasiones, filtros Black Dot de Harrison & Harrison, una especie de versión antigua de los Classic Soft Black, que contenían particulas negras para difuminar la imagen. Para potenciar sus efectos, Thomson utilizó potentes aparatos de luz sobre las armaduras que aparecen en pantalla, para crear “hot spots” sobre las mismas y que la sobreexposición brutal de esos puntos formase esos halos tan llamativos que caracterizan a esta obra.
El otro elemento clave de la fotografía quizá sea el empleo de luz verde, sin justificación alguna (en el sentido naturalista/realista), en los momentos más fantásticos de la película, como por ejemplo aquéllos en los que la espada que le da título va a hacer uso de su tremendo poder. Esto es por ejemplo muy evidente en la escena en que Arthur consigue sacarla de la roca, o en las escenas con el mago Merlin, o Morgana. Con ello, Thomson consigue crear una atmósfera o aureola de fantasía que acompaña muy bien a estas secuencias. Seguramente a fin de que la película tenga un aspecto unitario, además de por el extendido uso de la difusión y del humo, Thomson también emplea algunos toques de verde en sus interiores, que generalmente hacen uso de fuertes luces y haces (a veces estratégicamente ubicadas, a contraluz, para crear efectos). Esta es la parte que podríamos decir que mejor funciona de su fotografía, ya que, desgraciadamente, muchos de los exteriores sufren por el hecho de estar rodados bajo el mal clima irlandés, no ya en el segmento concreto de la búsqueda del Grial y decadencia de Camelot, en el que los mismos funcionan bien, sino durante gran parte de la película, lo que hace que, unido a la difusión y a los zooms antiguos, el aspecto sea en demasiadas ocasiones plano y no demasiado vistoso, sin el atractivo que sí tiene globalmente el citado trabajo de Vanlint en “Dragonslayer”.
Como era habitual en la época, es seguro que Thomson recurrió al revelado forzado en gran parte del metraje (y no solo los interiores o exteriores nocturnos, sino también en los exteriores diurnos nublados). Ello hace que la copia a veces tenga un grano muy prominente, por más que “Excalibur” no haya sido sometida al tipo de restauración al que afortunadamente nos estamos acostumbrando y que la cantidad de grano se vea incrementada por este hecho. Quizá este hecho, junto con un trabajo de efectos ópticos que ha envejecido demasiado, sea lo menos destacable de un trabajo que como la propia película a la que sirve, contiene momentos brillantes (por ejemplo, la escena de apertura, o las escenas de la espada bajo la luz verde) con otros que no lo son tanto, bien sea porque la inconsistencia del clima británico obligaba a Thomson a emplear el forzado o incluso luces de relleno sobre los personajes que nunca terminan de ser verosímiles, o porque las necesidades económicas de la producción obligaron a Boorman a tener que rodar bajo cualquier clima o circunstancia. Aún así, a pesar de las inconsistencias, los miembros de la Academia de Hollywood y los compañeros de Thomson en la British Society of Cinematographers (BSC) consideraron que su trabajo merecía una candidatura a ambos premios, aunque solo fuera por la audacia con la que están afrontadas algunas de las escenas del film.
Título en España: Excalibur
Año de Producción: 1981
Director: John Boorman
Director de Fotografía: Alex Thomson, BSC
Ópticas: Zeiss 1.4 High Speed, Cooke Varotal
Emulsión: Kodak 5247 (100T)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm esférico, 1.66:1
Otros: segunda unidad a cargo de Peter MacDonald, BSC
Premios: Oscar a la mejor fotografía (nom), British Society of Cinematographers (nom)
Vista en Blu-ray
© Harmonica Rental & Cinema/Ignacio Aguilar, 2017.