The Silence of the Lambs

Adaptación de la novela de Thomas Harris, que supuso la segunda aparición cinematográfica del personaje de Hannibal Lecter, encarnado anteriormente por Brian Cox en “Manhunter” (Michael Mann, 1986). En esta ocasión, la historia gira por completo en torno a este asesino en serie (Anthony Hopkins), un psiquiátra encerrado en un recinto de alta seguridad para enfermos mentales por sus atroces crímenes, que ayuda a la joven agente Clarice Starling (Jodie Foster) a atrapar –mediante el análisis de su comportamiento- a otro asesino en serie que anda suelto asesinando a jóvenes. Ganadora de los cinco premios Oscar más importantes en 1991 (mejor película, actriz para Foster, actor para Hopkins, director y guión adaptado), los casi treinta años transcurridos desde su estreno pesan sobre una losa para una película en la que más allá de la esforzada interpretación de Foster, o del cambio de registro de Hopkins, todos los hechos que aparecen en pantalla se han visto muy superados por la gran cantidad de películas y series que han tocado el otrora novedoso asunto de los asesinos en serie, de modo que, en el mejor de los casos, queda una película simplemente correcta cuya máxima virtud ha quedado ya desfasada.

El director de fotografía fue Tak Fujimoto [ASC], quien es principalmente asociado precisamente al cine de Jonathan Demme puesto que fue su primer operador en un total de once películas, desde los inicios de su carrera a primeros de los años 70 hasta su retiro en el año 2012, con 73 años de edad. Uno de los primeros trabajos de Fujimoto fue en “Badlands”, el debut de Terrence Malick en los largometrajes, que fue firmado tanto por Fujimoto como por Brian Probyn y Stevan Larner. No está documentado quién comenzó el rodaje ni por qué se produjeron los cambios de director de fotografía, aunque sí es seguro que Fujimoto fue uno de los operados sustituidos porque Malick comentó en una entrevista que Larner, antiguo profesor suyo, fue quien la terminó y que fue el único de los tres que realmente quiso colaborar con el director. Por otro lado, Fujimoto es también conocido por las tres películas que realizó para el director M. Night Shyamalan, especialmente “The Sixth Sense” (1999), el film que cambió para siempre la carrera del realizador y por la que Fujimoto recibió su máxima condecoración: la nominación al premio de la American Society of Cinematographers (ASC) a la mejor fotografía del año. También rodó para Shyamalan “Signs” (2002) y “The Happening” (2008), además de comedias como “Ferris Bueller’s Day Off” (John Hughes, 1986) o “That Thing You Do” (Tom Hanks, 1996).

La fotografía de “The Silence of the Lambs” está dominada por tonos grisáceos y marrones desde la misma secuencia de apertura, que hace uso de cielos nublados y encapotados en sus exteriores en Quantico, Virginia (también vistos en la serie de Netflix “Mindhunter”). Es decir, toda la película posee una paleta de color muy restrigida en la que apenas hay colores que se desvíen de la misma, con la excepción claro está del rojo de la sangre de alguna de sus secuencias más conocidas. Pero más allá de este tipo de acertado diseño, lo cierto es que la imagen se corresponde bastante a lo que era Fujimoto como director de fotografía: un hombre de perfil medio que conocía su oficio y lo practicaba de manera correcta, sin estridencias, pero también sin ningún tipo de brillantez. Su fotografía es de un estilo naturalista sencillo, en la línea de tonos fríos marcada por el diseño de producción y las necesidades de la historia, pero no hay nada que luzca especialmente bien o tampoco aterrador. Quizá lo más recordado de su trabajo sea la forma en que es retratado el personaje de Anthony Hopkins, a veces con luces frontales que permiten ver muy bien las expresiones de su rostro, como en las secuencias introductorias al personaje de Lecter, o la fuerte luz cenital, sin apoyo o apenas apoyo frontal, con la que Fujimoto retrata a Hopkins cuando éste se encuentra encerrado en la jaula en la segunda parte del metraje.

Pero por lo demás, es una película un tanto rutinaria en su imagen, casi feista, además de, como muchas otras películas rodadas en este período y en años anteriores, un film con un aspecto un tanto sucio, fruto de la notable granulosidad de las emulsiones de alta sensibilidad de la época (Fujimoto aparentemente recurrió a las emulsiones 500T, en concreto, la 5296). Es cierto que hay un cierto esfuerzo por presentar la casa del asesino, hacia el final de la proyección, como un lugar con atmósfera (para lo cual Fujimoto recurre al humo), pero lo cierto es que son esfuerzos más bien tibios y “The Silence of the Lambs” no es en su conjunto una película ni particularmente atmosférica (por su imagen) ni de una gran estética, aspecto que sí fue mucho más trabajado tanto especialmente por “Se7en” (David Fincher, 1995) como por algunas de las imitaciones de ambos filmes que aparecerían a continuación. Ni siquiera se obtiene un especial partido de las secuencias rodadas bajo la luz verde de la visión nocturna con la que el asesino intenta atacar a Clarice al final de la proyección.

Sin embargo, si el trabajo de Tak Fujimoto cumple sin más o es adecuado en el mejor de los casos, lo que llama la atención es la manera tan pobre en que está filmada la película, al menos a nivel de planificación y operación de cámara. Es un film de un planteamiento que más que nunca resulta televisivo, pero en el peor sentido del término, ya que parece filmado para la pequeña pantalla. Demme apenas emplea planos más o menos generales que permitan ver las localizaciones o dónde se sitúan los actores con respecto al decorado o localización (y mucho menos, ver ésta); existe un clarísimo predominio de los primeros planos y de los planos cerrados, de modo que tampoco es extraño que el film, a pesar de su temática, tenga una atmósfera visual tan pobre. Ni siquiera la operación de cámara está a la altura, ya que son múltiples las tomas en las que hay aparentes correcciones de cuadro, algo que se extiende también a la Steadicam. Es dificil comprender si ello es debido a la rapidez con la que los cineastas tuvieron que rodar el film o a que su nivel de exigencia era bajo, pero lo cierto es que ni la planificación ni la ejecución de ésta poseen unos niveles mínimos, algo sorprendente en una película tan prestigiosa como la presente, que por mucho que intentemos ver con los ojos del día de su estreno, es dificil de defender en la actualidad al menos en lo relativo a su aspecto visual.


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Título en España: El Silencio de los Corderos
Año de Producción: 1991
Director: Jonathan Demme
Director de Fotografía: Tak Fujimoto, ASC
Ópticas: Panavision Primo
Formato y Relación de Aspecto: 35mm esférico, 1.85:1
Premios: BAFTA a la mejor fotografía (nom)

Vista en 4k HDR TV

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