The Sixth Sense

La película con la que dio el salto a la fama el cineasta de origen hindú M. Night Shyamalan, basada en una historia propia que relata la relación entre un psicólogo infantil (Bruce Willis), que acaba de sufrir el ataque de un antiguo paciente al que no consiguió recuperar, con uno nuevo, un niño (Haley Joel Osment) que posee síntomas parecidos al anterior y que le asegura que tiene aterradoras visiones sobre gente muerta. “The Sixth Sense” se convirtió en el éxito sorpresa de su temporada, acumulando nominaciones al Oscar a la mejor película, mejor director y mejor guión (estos dos últimos también para Shyamalan), arrasando también en taquilla gracias –sobre todo- a su sorpresivo giro final, cuyo efecto se pierde casi por completo una vez que la película se vuelve a ver conociendo lo que va a suceder. Por ello, el paso del tiempo no trata demasiado bien a una película en la que además, Willis se muestra particularmente hierático y perdido, de modo que el conjunto es muy inferior a la posterior “Unbreakeable”, que considerando además la hierática carrera que ha seguido Shyamalan posteriormente, constituye sin duda la obra maestra de su cine. Toni Collette completa el reparto interpretando a la sufrida madre del niño.

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El director de fotografía fue el norteamericano Tak Fujimoto [ASC], famoso sobre todo por su asociación junto al cineasta Jonathan Demme, con el que rodó varias películas desde finales de los 70, entre las que sin duda destaca “The Silence of the Lambs” (1991), además de “Something Wild” (1986) o “Philadephia” (1993). Es en los 80 cuando la carrera de Fujimoto se consolida en Hollywood, tras unos inicios en los que llegó a ser uno de los operadores de Terrence Malick en “Badlands” (1973) –junto a Brian Probyn y Stevan Larner, aunque Malick confesó después que solo estaba satisfecho de la colaboración con Larner, antiguo profesor suyo en la AFI- y firmar una de las segundas unidades de “Star Wars” (1977). En los 80, aparte de su relación con Demme, firma películas como “Ferris Bueller Day Off” (John Hughes, 1986) o “Cocoon: the Return” (Daniel Petrie, 1988), pero no vuelve a la primera línea de la fotografía en Hollywood hasta que comienza a trabajar con Shyamalan en esta cinta, o posteriormente en “Signs” (2002) o “The Happening” (2008). Junto con el director hindú lleva a cabo algunos de sus mejores trabajos, más quizá por oficio que por inspiración, en uno de esos casos típicos en que un director y un operador se complementan bien, a pesar que Shyamalan, mientras Fujimoto seguía en activo, continuó buscando operadores de más talento en gente como Eduardo Serra, Roger Deakins o Christopher Doyle, con los que no consiguió establecer relaciones más allá de una película.

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La imagen de “The Sixth Sense” se caracteriza principalmente por los tonos ocres y otoñales de su rodaje en exteriores en la ciudad de Filadelfia, en la que Shyamalan ha vivido la mayor parte de su vida. Con un toque ligeramente frío y azulado, la ciudad y sus calles ofrecen un aspecto melancólico que resulta perfecto para una historia de gente perdida, como lo son los personajes de Willis y Osment en esta película. Estos exteriores poseen un aspecto muy natural y, dentro del planteamiento minimalista de la película, son los que mejor funcionan. Fujimoto cuenta con la ventaja de tener que iluminar una puesta en escena muy sobria, concisa y sencilla por parte de Shyamalan, en la que priman los planos fijos o los movimientos de cámara muy controlados, con poco espacio para las florituras de forma absolutamente intencionada, más allá de momentos como la escena en la cocina, en la que la cámara panea entre la madre y el niño, y a cada nuevo paneo o movimiento, se va realizando un paulatino aumento del tamaño de la imagen mediante el zoom. Más allá de eso, la puesta en escena se caracteriza por poseer muchos planos estáticos, que en montaje a veces ofrecen una duración superior a la convencional, creando cierta incomodidad en el espectador acostumbrado a lo habitual en este tipo de cine.

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La luz de interiores de Fujimoto es sí que es muy convencional, en cambio, pero muy típica de su carrera. Ilumina intentando crear cierto aspecto natural, pero también siempre cierto modelado sobre los personajes, cuyos primeros planos evidencian que poseen una luz específica para estos momentos. Cuando llega la hora de realizar interiores nocturnos, el veterano operador recurre a fuentes integradas en los decorados, pero el aspecto general es blando, demasiado luminoso y carente de contraste para poseer un verdadero interés. Es, por lo general, una fotografía que salva las situaciones y está realizada con oficio, pero que queda lejos del punto de brillantez que ofrecen los operadores de primera línea de forma habitual en sus trabajos.

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No obstante, quizá debido al impacto de la propia película, Fujimoto consiguió colarse en las nominaciones de sus compañeros de la American Society of Cinematographers (ASC) a la mejor fotografía del año, además, en una temporada de gran competencia, con títulos importantes –y más de tres lustros después, más recordados- que se quedaron fuera de las mismas. Ello no implica, desgraciadamente, que su trabajo siga excesivamente vigente, ya que dejando de lado esos notables exteriores, la estética global de Fujimoto en este título luce muy anticuada y, desde luego, no resulta ni mucho menos destacable a día de hoy.

Título en España: El Sexto Sentido
Año de Producción: 1999
Director: M. Night Shyamalan
Director de Fotografía: Tak Fujimoto, ASC
Ópticas: Panavision Primo
Formato y Relación de Aspecto: 35mm esférico, 1.85:1
Premios: American Society of Cinematographers (nom)

Vista en 35mm y HDTV

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