Goodfellas
Adaptación de un libro de Nicholas Pileggi basado en la historia real del gángster Henry Hill (Ray Liotta), escrita para la pantalla por el propio Pileggi y el realizador Martin Scorsese, que con este título logró uno de sus filmes más celebrados. Ambientada en un período que va entre 1955 y 1980, “Goodfellas” narra sobre todo en primera persona el ascenso y caída de Hill, desde su entrada en un clan mafioso con apenas trece años de edad hasta su detención y posterior entrada en un programa de testigos protegidos. Durante esos años, participó en todo tipo de excesos, con drogas, palizas y asesinatos por medio, todo ello narrado con muchísima energía y pulso por Scorsese, con secundarios de lujo como Robert De Niro, Joe Pesci (que ganó el Oscar por su papel), Paul Sorvino, Lorraine Bracco, Catherine Scorsese (la madre del realizador) o hasta Samuel L. Jackson en un breve papel. Los resultados, muy pero que muy celebrados, hacen que “Goodfellas” sea considerado uno de los mejores títulos del director italoamericano (quizá junto con “Taxi Driver” y “Raging Bull”), pero también es un excesivo y autocomplaciente retrato del mundo mafioso en el que se mueven los personajes (aunque precisamente ello probablemente fuera la intención), eso sí, brillantemente editado por Thelma Schoonmaker.
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El director de fotografía fue el alemán Michael Ballhaus [ASC, BVK], por aquél entonces un prestigioso operador que había llegado al cine norteamericano a comienzos de la década de los 80, después de una celebrada carrera en Alemania, trabajando en múltiples títulos del realizador Rainer W. Fassbinder desde 1970 (comenzando con el Western “Whity”) hasta finales de esa década, con “Lili Marleen”, que no llegó a terminar (aunque la prematura muerte de éste hace que no sea posible saber si hubieran vuelto a colaborar juntos). Sea como fuere, Ballhaus ya estaba presente en el cine de Scorsese con “After Hours” (1985, uno de los mejores títulos del realizador), “The Color of Money” (1986) y “The Last Temptation of Christ” (1988). Y todavía, después de “Goodfellas”, Ballhaus todavía trabajaría con Scorsese en “The Age of Innocence” (1993), “Gangs of New York” (2000) y “The Departed” (2006), además con trabajos para James L. Brooks (“The Broadcast News”), Mike Nichols (“Working Girl”, 1988, entre otras), Steve Kloves (“The Fabolous Baker Boys”, 1989), Francis Coppola (“Bram Stoker’s Dracula”, 1993), Robert Redford (“Quiz Show”, 1995), Wolfgang Petersen (“Outbreak” y “Air Force One”, en 1995 y 1997) o Barry Levinson (“Sleepers”, 1996). A pesar de haber acumulado en su carrera tres nominaciones al Oscar, entre otras distinciones, por “Broadcast News”, “Baker Boys” y “Gangs of New York”, el estilo, por así decirlo, de Ballhaus consistía más en rodar deprisa, aunque fuera de forma descuidada, consiguiendo eso sí algunos movimientos de cámara brillantes, que en buscar un estilo de luz elaborado. Aún así, parece ser que era muy simpático con los directores, algo que le hizo muy popular entre los mismos y justifica su fama.
Martin Scorsese nunca ha sido un director que haya estado especialmente interesado en la luz, lo cual en cierto modo explica su buena relación con Michael Ballhaus, quien parece ser que además coincidió por vez primera con el realizador cuando éste se encontraba en un momento bajo de su vida y sin demasiadas ganas de hacer cine. Ambos, como indicábamos, se mostraban cuando trabajaban juntos muchísimo más interesados en conseguir una puesta en escena con mucho nervio y energía, que en un estilo visual y un aspecto sofisticado, que para nada posee “Goodfellas” y eso que es un film de época. Es decir, hay muchos movimientos muy interesantes, como esos giros o cambios de punto de vista que tanto le gustan a Scorsese, o bien travellings combinados con zooms hacia el final del recorrido para acercarse o aproximarse aún más a los actores, algunas tomas de Steadicam muy celebradas, como aquélla en la que los personajes de Liotta y Bracco entran en el club “Copacabana” y la cámara no solo los sigue al interior, sino que se queda con ellos durante el espectáculo, pero el film no posee un estilo de luz riguroso, ni mucho menos una evolución que nos indique el transcurso de casi tres décadas durante la narración: la luz de Ballhaus es siempre muy parecida, así como el aspecto global, como si se dedicase a que todo se vea más o menos y a no complicarse demasiado, cosa que nunca hacía y le proporcionaba su popularidad.
Hay cierta subexposición en los interiores y un extensivo uso de luces rojas tanto en interiores como en exteriores: todos esos clubs y ambientes nocturnos lucen sin embargo muy planos porque la luz de Ballhaus apenas tiene contraste y profundidad, ni separaciones entre las zonas de luz y de sombra, algo clásico en él por otro lado. Los interiores diurnos son también planos, con mayores intentos de justificar eso sí las fuentes de luz y su procedencia, pero en un estilo con demasiada luz de relleno y demasiada luz en general por todos lados, que hace que ni los actores ni la película luzcan especialmente bien, incluso diríase, se encuentran más cercanos de lo contrario, especialmente Lorraine Bracco, que es la actriz con un papel más largo durante la proyección. Este estilo, con abundantes medios y cierta reconstrucción de época (pero ojo, la época tampoco interesa demasiado a Scorsese) jamás brilla en manos de un operador como Ballhaus, que a buen seguro hacía pasar a todos un rato agradable durante el rodaje, pero cuyas imágenes palidecen frente a los grandes títulos del género. A ratos, da por pensar qué hubiera hecho Robert Richardson con ese material (pero ojo, no el Richardson de “Casino”, sino el anterior a “JFK”), ya que lo cierto es que el uso de la luz de relleno, o de luces puntuales sobre los actores, o de luz plana que envuelve a éstos, es muy dejado y sirve para cumplir con el cometido de que todo se vea, sin más, pero en un estilo más cercano al primitivo Scorsese de “Mean Streets” que a “The Godfather”, por decirlo de algún modo.
Con todo, no es el peor trabajo de Ballhaus, puede que de hecho fuera el mejor que le hizo a Scorsese hasta aquél momento, sin entrar tampoco en la categoría de desastre que alcanzó con “The Departed”, o la sobriedad y cierta elaboración (al menos, en los términos habituales de Ballhaus) que representaba el grueso de “Gangs of New York”, su mejor colaboración, aunque es cierto que en este supuesto los decorados de Dante Ferretti ayudaban mucho. Por eso, es un film que funciona mucho mejor por la vitalidad que desprende la puesta en escena, que por el estilo visual, que por su luz siendo más específicos, que es muy mejorable en el mejor de los casos y mediocre en la mayor parte de ellos.
Ello no quiere decir que, de forma aislada, no haya tomas brillantes, no solo de cámara, sino de elección de algunos momentos del día para rodar en exteriores al anochecer, por ejemplo, o bien, incluso, algunos exteriores nocturnos que mezclan luz azulada para generar el ambiente nocturno o luz roja procedente de los frenos de los coches. Pero así, en general, es una imagen sucia, granulada, feista y subexpuesta, sin contraste ni demasiado rango y ni la menor adaptación a la época que narra, ni al transcurso del tiempo durante la misma, que no solo no mejora en la reciente remasterización en 4K, sino que además en la misma se han obtenido tonos de piel absolutamente irreales, con negros muy pobres, que no hacen sino acentuar el mediocre trabajo del operador alemán, por mucho que su labor de acompañar en imágenes un film muy reputado, le consiguiera nominación “de arrastre” en algunos premios.
Título en España: Uno de los Nuestros
Año de Producción: 1990
Director: Martin Scorsese
Director de Fotografía: Michael Ballhaus, ASC, BVK
Ópticas: Cooke Varotal, Zeiss Superspeed
Formato y Relación de Aspecto: 35mm esférico, 1.85:1
Premios: BAFTA (nom), British Society of Cinematographers (nom)
Vista en 4K HDR HDTV
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