Ghostbusters II

Continuación del clásico de 1984 –que si bien era discutible en muchos aspectos, al menos tenía cierta gracia y originalidad- en el que el director Ivan Reitman volvió a reunir a los miembros principales del casting de la primera película: Bill Murray, Harold Ramis, Dan Aykroyd y Ernie Hudson como los Cazafantasmas, así como Rick Moranis, Sigourney Weaver y Annie Potts, a los que se une en esta ocasión Peter MacNicol. El argumento es una mera repetición del esquema del original: cuando la ciudad de Nueva York vuelve a llenarse de fantasmas, el grupo vuelve a reunirse y, con las sabidas dificultades y enfrentamientos con las autoridades, tratan de impedir que el mal se imponga sobre el bien. Aunque el presupuesto fue muy holgado y es cierto que esto se aprecia en pantalla –con una serie de efectos visuales muy elaborados- el conjunto peca de tener poca gracia y una originalidad nula, por lo que aporta muy poco con respecto a la primera película, que sin ser una maravilla es mejor en todos los aspectos.

El director de fotografía fue Michael Chapman [ASC], que sustituía a Laszlo Kovacs, que había sido el operador de la primera película. Chapman comenzó su carrera como operador de Gordon Willis, trabajando con éste en algunos de sus proyectos más emblemáticos, entre los que se encuentran “Klute” (1971) y “The Godfather” (1972). Su primera oportunidad importante le llegó cuando ni Willis ni Haskell Wexler pudieron hacerse cargo de “The Last Detail” (Hal Ashby, 1973), lo que propició su debut como director de fotografía, ofreciendo una buena imagen de aspecto muy realista, con luz rebotada y haciendo uso de medios reducidos y sencillos. Aún así, debió de volver al oficio de operador (en este caso, para Bill Butler) en “Jaws” (Steven Spielberg, 1975), antes de fotografiar para Martin Scorsese dos de sus títulos más conocidos: “Taxi Driver” (1976) y “Raging Bull” (1980), por la que obtuvo la primera de sus dos nominaciones al Oscar. En los 80 se pasa a la dirección y comienza a escoger proyectos más comerciales, de un estilo más dulce que su trabajo en los 70, década en la que también destaca con la versión de Philip Kaufman de “Invasion of the Body Snatchers” (1978). En 1993 recibe su segunda y última nominación, por su labor en “The Fugitive” (Andrew Davis), retirándose mediados los años 2000.

Chapman fue un director de fotografía que no se prodigó demasiado en el formato panorámico anamórfico, siendo éste uno de sus raros trabajos haciendo uso del mismo, en una circunstancia que seguramente venía ya dictada, en gran medida, en que éste era el formato de la película original. Es un film en el que el director de fotografía no se complica la vida en absoluto y hace exactamente lo que de él se espera: proporcionar una imagen de buena calidad, tanto técnica (debido a los múltiples requerimientos del departamento de efectos visuales) como estética, ya que se aprecia que una de las prioridades del film en este aspecto era hacer que todo el elenco luciera muy bien. Esto último Chapman lo lleva a rajatabla, con un estilo de luz suave aunque contrastada, que cuando le conviene (por ejemplo sobre Sigourney Weaver) es más frontal a fin de favorecer el aspecto de la actriz. Por supuesto Chapman ilumina todo el film mediante luz suave, excepto algún intento de introducir algo de luz solar como luz dura por las ventanas, o por supuesto, también emplea luz dura como contraluz en los exteriores nocturnos, pero siempre sin complicarse la vida en exceso.

Gran parte del film, puede que porque Chapman no se sintiera cómodo o no le gustasen los artefactos inherentes al formato anamórfico, está rodado con zooms adaptados a dicho formato, que no son más que zooms convencionales que pierden un diafragma de luminosidad y llenaban el cuadro con la relación de aspecto requerida, sin que los efectos y defectos del anamórfico hicieran acto de presencia (pero eso sí, había que iluminar mínimo a T4.5 y el rendimiento óptico del zoom era peor que en su versión esférica). En otras escenas, sin embargo, Chapman y Reitman sí que usan verdaderos anamórficos, que lucen mucho mejor a pesar de las distorsiones propias del formato, e incluso logran algunas composiciones y usos del encuadre (para repartir a los personajes por toda la pantalla por ejemplo) que están bastante bien. E incluso el film, cuyos efectos visuales corrieron a cargo de Dennis Muren [ASC] y de Industrial Light and Magic (ILM), está rodado con cámaras y lentes VistaVision, a fin de que cuando el negativo pasase por una positivadora óptica para añadir efectos o crearlos, la nitidez y la estructura de grano del negativo copiado varias generaciones fuera similar a la del metraje principal, algo que en formato HD parece bastante conseguido. Siempre es divertido, además, ver intercalados planos rodados claramente en formato esférico (como el VistaVision) en mitad de una secuencia rodada en anamórfico, ya que ello siempre es indicativo de que un efecto va a hacer o ha hecho acto de presencia en pantalla.

Los resultados, por lo tanto, no son especialmente llamativos ni vistosos, en cuanto a estilo u originalidad, ya que Chapman se limita a seguir un poco la estela de Laszlo Kovacs en la primera película, tratando de ofrecer un buen aspecto y un buen negativo para que los artistas y técnicos de efectos visuales pudieran hacer su trabajo de la mejor manera posible. En este aspecto su trabajo es un éxito, por mucho que como la propia película a la que acompaña, aporte tan poco con respecto a aquélla de la que es más una copia que una auténtica continuación.

Título en España: Cazafantasmas II
Año de Producción: 1989
Director: Ivan Reitman
Director de Fotografía: Michael Chapman, ASC
Ópticas: C-Series & E-Series de Panavision, Super Panazoom Cooke
Emulsión: Kodak 5295 (400T)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm anamórfico (Panavision), 2.4:1
Otros: fotografía de segunda unidad de Rexford Metz, ASC

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