Cliffhanger

Vehículo de acción al servicio de Sylvester Stallone, dirigido por uno de los realizadores de moda en el género en aquélla época, el finlandés Renny Harlin, quien venía de continuar con éxito las aventuras de John McClane en “Die Hard 2” (1990). En esta ocasión, Stallone interpreta a un hombre del servicio de rescate de las montañas rocosas, que junto con un compañero (Michael Rooker) y su antigua nueva (Janine se topa con un grupo peligroso que ha sufrido un accidente mientras trataba de robar un avión del FBI con cien millones de dólares en efectivo. Como consecuencia del mismo, tres maletas con dinero se han perdido en la montaña, de modo que Stallone, Rooker y la antigua novia del primero (Janine Turner) son forzados a recuperarlas cuando acuden a la falsa llamada de auxilio de los ladrones. Rodada principalmente en preciosas cumbres italianas, lo mejor de “Cliffhanger” son sus escenarios y algunos momentos aislados de la acción, bastante bien resuelta con una combinación de algunos efectos ópticos pero sobre todo, muchos efectos físicos y especialistas, que hacen que el film siga resultando tan vistoso y entretenido como en la época de su estreno. John Lithgow y Rex Linn lideran a los malos.

El director de fotografía fue el británico Alex Thomson [BSC], quien a primeros de los 90 enlazó una serie de películas de acción en su filmografía, dos de ellas protagonizadas precisamente por Sylvester Stallone: el presente título y “Demolition Man”, ambas estrenadas en 1993. Además, se hizo cargo de “Alien 3” (1992) cuando el director de fotografía original elegido por David Fincher, Jordan Cronenweth, enfermo de Parkinson, no pudo seguir el ritmo que exigía el rodaje y posteriormente, también rodó “Executive Decision” (1996), el debut de Stuart Baird en la dirección. Y precisamente en 1996, Thomson pudo rodar un film en 65mm, la versión de “Hamlet” a cargo de Kenneth Branagh, decisión que a buen seguro hizo que el director de fotografía se quitase la espinita de no haber podido llegar a rodar “Nostromo” a las órdenes de David Lean a comienzos de la década, cuando el proyecto fue cancelado a última hora por los problemas de salud que terminaron con la vida del director. En su filmografía anterior, destacan sobre todo “Excalibur” (John Boorman, 1981), su nominación al Oscar, así como películas como “The Keep” (Michael Mann, 1983), “Legend” (Ridley Scott, 1985) o sus dos trabajos para Michael Cimino, “The Year of the Dragon” (1985) y “The Sicilian” (1987).

Como indicábamos, sin ningún género de dudas lo mejor de “Cliffhanger” es su rodaje en exteriores, combinando localizaciones en EEUU y en Europa, con grandes escenarios de los que Alex Thomson obtiene un enorme partido. Rodada en formato panorámico anamórfico, en el que el operador británico era un consumado especialista, Thomson además de grandes vistas también consigue un aspecto muy atractivo sirviéndose en gran medida de la luz natural disponible en dichas localizaciones, en un trabajo en el que aparentemente ilumina lo menos posible o lo hace muchas veces de forma muy sencilla, con reflectores o pequeños aparatos para rellenar apenas las sombras y poder exponer para una perfecta reproducción de los fondos. El clima y las localizaciones a buen seguro que hicieron que “Cliffhanger” tuviera un rodaje complicado, pero el británico logra imágenes y una continuidad y coherencia que en gran parte del metraje son admirables, especialmente teniendo en cuenta que el film está rodado de forma directa, siguiéndo los cánones de la vieja escuela, sin contar con efectos digitales para alterar sus imágenes y mucho menos un etalonaje digital para corregir las variaciones de la luz en los exteriores.

En todo momento se adivina perfectamente que Thomson busca el máximo contraste, cosa que obtiene también en los interiores, en los que no tiene el menor temor a que sus actores y actrices a veces se muevan entre sombras. Para ello, también en los exteriores busca con frecuencia el contraluz, además de un aspecto que es frío y azulado de forma deliberada, como no podría ser de otra manera en una película que transcurre entre picos montañosos en mitad de nevadas. Solamente hay unos breves exteriores nocturnos durante el film, en una situación muy complicada para Thomson porque los personajes se encuentran en medio de esas montañas sin luz artificial, pero estas escenas están tan bien resueltas como el resto de la película, aunque haciendo uso de contraluces azulados que son más estilizados (en cuanto a luz) que el resto del film, que luce más por lo bien que Thomson retrata las localizaciones que por la luz que emplea durante los exteriores (que como indicábamos es más bien poca). Quizá la parte menos interesante sean algunas transiciones rodadas en estudio, que no terminan de encajar bien con respecto al material verdaderamente rodado en localizaciones (como en la escena de apertura, cuando Stallone, Rooker y la chica están en el pico de la montaña), así como algunos decorados expresamente construidos para el film que, por un motivo u otro, precisamente lucen como decorados (el exterior del avión estrellado, la cueva o especialmente el puente con el hielo debajo).

Los resultados, a pesar de todo, son muy vistosos y especialmente agradables en lo visual si se tiene en cuenta que tuvo que ser un film muy complicado de rodar, de modo que hacerlo además con tantísimo oficio como el que tenía Alex Thomson es algo a valorar aún más. No es un film en el que se perciba un riesgo tan elevadísimo para los especialistas, actores y equipo técnico como en “The Eiger Sanction” (Clint Eastwood, 1975), pero sí que hay un buen número de planos en los que cabe preguntarse cómo pudieron ser realizados -y bajo qué medidas de seguridad justo fuera de la toma- especialmente en la era pre-digital, o justo en el inicio de la misma. Y a la postre, además de lo bien que lucen los exteriores, lo mejor de “Cliffhanger” es precisamente que casi todo es real con la excepción de algunos planos de integración de los escaladores en grandes paisajes, o algunos fondos rodados seguramente con proyección frontal o pantalla azul durante las escenas de acción. De modo que, por mucho que pase el tiempo, gran parte de sus imágenes y planos con especialistas poseen enormes cualidades que, por ser reales y estar rodados de forma directa, no se ven afectados por el mismo.

Título en España: Máximo Riesgo
Año de Producción: 1993
Director: Renny Harlin
Director de Fotografía: Alex Thomson, BSC
Formato y Relación de Aspecto: 35mm anamórfico (Panavision), 2.4:1
Otros: efectos visuales rodados en VistaVision y 65mm

Vista en 4K HDR

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