The Eiger Sanction
Adaptación de una novela de Rod Whitaker ideada originalmente como un vehículo para Paul Newman, en el que el papel protagonista y el rol de director acabó recayendo en Clint Eastwood. El argumento presenta al actor como un profesor universitario, antiguo montañista y asesino a sueldo del gobierno, que se ve forzado a pasar de nuevo a la acción tras la muerte de un amigo y antiguo compañero. La identidad del hombre que debe eliminar como venganza es desconocida y sólo se sabe que participará en la ascensión de una peligrosa montaña en Suiza, por lo que Eastwood debe acometer un proceso de entrenamiento y acudir a la cita, intentando descubrir la identidad de su objetivo durante la ascensión. Los resultados son más pobres de lo que cabría esperar, sobre todo por culpa de un guión que nunca aclara bien las motivaciones de los personajes, ya que las escenas de acción y el envoltorio de la producción (incluyendo la única colaboración del músico John Williams con Eastwood) son de un nivel bastante superior que el de un texto que desaprovecha gran parte de sus posibilidades.
El director de fotografía fue Frank Stanley [ASC], en la última de sus cuatro colaboraciones con Clint Eastwood: dos como director, el presente título y “Breezy” (1973) y otras dos como actor y productor, “Magnum Force” (Ted Post, 1973) y “Thunderbolt And Lightfoot” (Michael Cimino, 1974). Stanley, que había sido ayudante de cámara de operadores clásicos como Winton C. Hoch, Russell Harlan o Robert Surtees, seguramente llegó a la órbita de Eastwood también como ayudante de Bruce Surtees, hijo de Robert. Y al tiempo que Bruce debutaba como director de fotografía con “The Beguiled” (Don Siegel, 1971), protagonizada por Eastwood, Stanley hizo lo propio con “J W Coop” (Cliff Robertson, 1971). Sea como fuere, Stanley, que fue un director de fotografía bastante mejor que lo que su nula fama podría hacer parecer, parece ser que dejó de trabajar con Eastwood tras sus quejas por el tipo de rodaje (arriesgado y con poca preparación, en el que murió un especialista y el propio Stanley tuvo un accidente) que se llevó a cabo en el presente film. En su posterior carrera, Frank Stanley fue uno de los directores de fotografía que terminaron tanto “Close Encounters of the Third Kind” y “1941” para Steven Spielberg, además de hacerse cargo de títulos como “10” (Blake Edwards, 1979) o de la fallida secuela “Grease 2” (Patricia Birch, 1982), que sin embargo poseía una imagen muy superior a sus méritos en el resto de apartados.
La fotografía de “The Eiger Sanction” es muy notable, no solo digna del trabajo que aquí podría haber llevado a cabo Bruce Surtees, sino incluso del de otros operadores de mucha fama y prestigio en la época, con los que Stanley podría haber rivalizado sin problema de haber tenido algo más de suerte en el mundo del cine. Comienza con una serie de secuencias en Zurich en clave de thriller que poseen un fuerte contraste y un aspecto frío y desangelado que lucen estupendamente bien, con un aspecto moderno para la época gracias al empleo de grandes aparatos de luz rebotada pero direccionales, huyendo por lo tanto del estilo de luz dura y puntual que aún se estilaba tanto sobre todo en los EEUU. Incluso en esas secuencias iniciales, Stanley mezcla peligrosamente fluorescentes con luz de tungsteno rebotada, pero el aspecto que obtiene es bueno en todo momento. Luego, el film contiene una larga sección rodada principalmente en Monument Valley (frontera entre Utah y Arizona) en la que las exposiciones de los exteriores son dignas del propio Surtees (un maestro en este aspecto), aunque Stanley emplea más luz de relleno artificial que la que seguramente hubiera empleado el operador habitual de Eastwood, lo que no impide que el film continúe teniendo un aspecto muy natural o realista.
Pero por supuesto, el plato fuerte de la proyección son las secuencias arriba, abajo y en mitad de la montaña Eiger que da título a la película en inglés: es muy complicado saber (sin tener ni idea de montañismo) cómo pudieron ser rodadas dichas escenas, e incluso, comprender siquiera cómo pudo ser gestionado el rodaje a nivel logístico (seguramente con helicópteros que llevasen y recogiesen puntualmente a los actores, equipo y material técnico). Como es lógico, en esta sección, que incluye espectaculares planos generales (y algunos excelentes primeros planos de los actores bajo palios y/o luz reflejada) Stanley adopta un planteamiento lo más sencillo posible, intentando hacer un uso máximo de la luz disponible, pero aún así, debió de resultar muy complicado rodar en formato panorámico anamórfico en dichas circunstancias y, a pesar que todos los planos en cámara en mano emplean ópticas fijas, llegar incluso a emplear profusamente el zoom en los planos más amplios. Parece ser también que algunos de los montañistas empleados por la producción fueron así mismo entrenados para rodar sus propias escenas (de la misma forma que Eastwood fue entrenado para realizar peligrosísimos movimientos reales en la ascensión del Eiger), lo que explicaría cómo pudieron llegar a materializarse algunas de las secuencias más complejas, que aún así poseen una imagen muy bien expuesta y con la misma intención naturalista que el resto del film.
A pesar que hay alguna escena (como una en un interior de avión) que no luce demasiado bien, los resultados globales son muy buenos a nivel estético, sin que, como decíamos, Frank Stanley desmerezca en absoluto de algunos de los directores de fotografía que más fama tenían en norteamérica en aquél momento y todo ello con las serias dificultades que forzosamente tuvo que suponer un rodaje tan físico y en localizaciones tan complejas como el presente. Lástima que el director de fotografía y el realizador se enfrentaran durante la producción, lo cual probablemente influyó en la posterior carrera de Frank Stanley, así como que la película a nivel argumental sea más bien floja, ya que si solo fuera por sus imágenes, estaríamos hablando sin duda de uno de los mejores títulos de Eastwood en el apartado visual. Y ello no sólo por la forma realista y física con la que están retratadas las escenas de montañismo, sino por la modernidad y sobriedad con la que está iluminado la totalidad del film, con interiores de un gran nivel y exteriores que siempre lucen lo mejor posible gracias a las excelentes exposiciones del operador.
Título en España: Licencia para Matar
Año de Producción: 1975
Director: Clint Eastwood
Director de Fotografía: Frank Stanley, ASC
Ópticas: C-Series & Super Panazoom Cooke de Panavision
Emulsión: Kodak 5254 (100T)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm anamórfico (Panavision), 2.4:1
Vista en Blu-ray
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