A Nightmare on Elm Street

Clásico film de terror de la década de los 80, que además de bastantes e inferiores secuelas, tuvo muchas imitaciones. La idea central, sencilla, es muy buena: un grupo de adolescentes comienzan a tener la misma pesadilla, en la que son atacados por un ser monstruoso con la cara quemada y que tiene guantes con cuchillas en las manos. Los resultados son bastante irregulares y el argumento no está ni demasiado elaborado ni demasiado bien desarrollado, pero al menos sí que ofrece un villano de altura y algunas secuencias aisladas en las que la atmósfera está bastante conseguida, de modo que más de treinta años después de su estreno, sigue siendo una película simpática y que tiene cierto interés. John Saxon, repitiendo exactamente el mismo papel de diez años antes en “Black Christmas” encabeza el reparto, aunque el protagonismo queda repartido entre Heather Langenkamp, un debutante Johnny Depp y Robert Englund, como el monstruo Freddy Krueger.

El director de fotografía fue Jacques Haitkin, un neoyorquino que entonces contaba treinta y cuatro años de edad y que se encontraba en el inicio de su carrera. Hasta entonces, había fotografiado títulos como “Galaxy of Terror” (1981) para la compañía de Roger Corman y la segunda unidad de “The Osterman Weekend” (1983), film de Sam Peckinpah con fotografía de John Coquillon. Posteriormente, bajo las órdenes de Jack Sholder, se hizo cargo de la primera secuela del presente título, e incluso con el mismo director, rodó también “Hidden” (1987), otro clásico de culto. Después de volver a rodar con Wes Craven “Shocker” (1989), ha seguido rodando durante años muchas películas de terror y de serie B, hasta que en estos últimos años parece que se ha especializado, como algún otro director de fotografía, en rodar segundas unidades en películas técnicamente complicadas como “The Expendables”, “Kong: Skull Island” o algunos episodios de la serie “Fast and the Furious”.

Estéticamente, la imagen de “A Nightmare on Elm Street” es claramente deudora de la estética del cine de terror que venía ya haciéndose desde los años 70, en el que Dean Cundey sentó las bases con películas como “Halloween” o “The Fog”. Desde el inicio, el film se separa en dos ambientes total y absolutamente diferenciados: el de las escenas de la vida real, por así decirlo, que están fotografiadas con el fin de lograr un aspecto sencillo y natural, mientras que para las pesadillas es donde Haitkin y Craven muestran todo su arsenal de recursos atmosféricos. En las escenas cotidianas o incluso en las de preparativo de los sueños, el director de fotografía busca una imagen suave, no demasiado contrastada y de aspecto más bien natural. Para ello emplea mucha luz difusa y rebotada, en el estilo que ya imperaba a comienzos de los 80 en la mayoría del cine norteamericano. Son bastante interesantes, por estar bien resueltas, las escenas en las habitaciones de los jóvenes protagonistas, en las que suelen aparecer lámparas integradas en el decorado que hacen una pequeña parte del trabajo de iluminación, mientras que algo de relleno y de luz azulada entrando por la ventana complementan el aspecto.

Pero lo bueno del film a nivel estético son los exteriores nocturnos, muy a lo “Halloween” y, cómo no, la forma en que están visualizadas las pesadillas o las escenas más terroríficas del film. Haitkin utiliza una luz muy azulada (de HMIs) en fachadas, calles e interiores de habitaciones en penumbra, muchas veces sin importarle demasiado si sus actores quedan en zonas demasiado oscuras o no. Y por supuesto, en algún exterior con el personaje de Freddy Krueger, con fuertes contraluces en las calles y dejando al monstruo en silueta, el aspecto es muy bueno y casi un icono de los años 80. También, las mezclas de temperatura de color entre el amarillo-anaranjado de la fundición y el azul de la noche (muy en la línea posterior de Adam Greenberg en el final de “Terminator 2”) están muy logradas y son atmosféricas y atractivas.

Los resultados, por lo tanto, están bastante bien a nivel estético, por más que Wes Craven nunca fuera un realizador demasiado inspirado o inventivo. Sorprende en cierto modo la extensa utilización del zoom a lo largo de la película, tanto como focal variable como para realizar zooms propiamente dichos alejándose o acercándose de los personajes u objetos en pantalla, dejando que las escenas con niveles de luz más bajos fueran rodadas con el clásico juego de lentes Zeiss High Speed T1.4, siguiendo la estela de clásicos como “Taxi Driver”, “The Shining” o “An American Werewolf in London”, aunque teniendo en cuenta que la casa de cámaras acreditada es Leonetti (la del padre de los operadores Matthew y John R. Leonetti), famosa por sus conversiones de cámaras y ópticas (las Ultracam y los Ultranon), es posible que exista cierta mezcla de equipos en un film que seguramente también se benefició de las primeras emulsiones de alta sensibilidad (250 ó 400 ASA) de la época.

Título en España: Pesadilla en Elm Street
Año de Producción: 1984
Director: Wes Craven
Director de Fotografía: Jacques Hatkin
Ópticas: Cooke Varotal & Zeiss High Speed T1.4
Formato y Relación de Aspecto: 35mm esférico, 1.85:1

Vista en HDTV

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