Roma

Retorno del cineasta mexicano Alfonso Cuarón a su país natal, circunstancia que no se producía desde “Y Tu Mamá También” (2001). En esta ocasión, el oscarizado director de “Gravity” (2013) narra una historia que parece ser que tiene mucho de autobiográfico, ambientada en el barrio de México DF en el que creció y cuyo nombre titula al film. Casi todo lo que ocurre en el mismo gira en torno a Cleo (Yalitza Aparicio), una de las sirvientas que trabajan en casa de una familia de clase alta en la que el padre, doctor de profesión, está a punto de abandonar a la madre (Marina de Tavira) y sus cuatro hijos. La existencia de Cleo en la casa es tranquila, hasta que conoce a Fermín (Jorge Antonio Guerrero), un joven que la deja embarazada y se desentiende de ella. A partir de ahí su cotidiana existencia se vuelve más complicada, a pesar del apoyo de la familia para la que trabaja. Con una larga duración (135 minutos) y estreno, tras un breve paso por algunas salas de cine, directamente en Netflix, parece ser que “Roma” es un proyecto muy personal del realizador de “Children of Men”, quien trata de ofrecer una mirada objetiva sobre los hechos que muestra en pantalla, aunque el drama tarde demasiado en aparecer y, curiosamente, cuando lo hace, parezca forzado y sentimental, lo que no ha impedido que el film esté siendo muy elogiado en su estreno.

Desde sus comienzos en cine Alfonso Cuarón ha trabajado casi siempre con su compatriota, el director de fotografía Emmanuel Lubezki, quien obtuvo nominaciones al Oscar por su labor en “A Little Princess” (1995), “Children of Men” (2006) y ganó el premio por la citada “Gravity” (2013). Parece ser que en un principio el propio Lubezki iba a ser quien se haría cargo de fotografiar también esta película, pero sin embargo, el período de rodaje finalmente previsto (108 días en total), más largo que el que los cineastas pensaron en un principio, hizo que Lubezki tuviera que renunciar al rodaje debido a su complicada agenda y compromisos previos. Con escaso tiempo para reaccionar (apenas dos semanas y media) y no queriendo involucrar en la película a un director de fotografía norteamericano (aunque parece ser que habló con varios), el propio Cuarón decidió encargarse él mismo de la imagen de su película, basada en sus propios recuerdos de juventud, aunque el operador de cámara Galo Olivares recibe un curioso crédito por su colaboración con el propio Cuarón en su trabajo de director de fotografía. En cualquier caso hay que mencionar que el rol del director de fotografía no es del todo ajeno a Cuarón, quien empleó la mayor parte de su período en la escuela de cine ejerciendo dicho puesto, aunque hasta la fecha siempre hubiera delegado funciones en sus producciones más importantes.

Estas memorias del realizador, aparentemente inspiradas en hechos más o menos reales, fueron siempre concebidas por el director para ser rodadas en blanco y negro, aunque en un comienzo ideó la relación de aspecto clásica 1.37:1 como la idónea para el proyecto. Sin embargo, tras ser convencido por Lubezki y después de probar o comparar una Arri Alexa XT monocromo y la Arri Alexa 65, el director y director de fotografía se decantó por la última, rodando en color y desaturando el metraje. De esta forma, Cuarón obtiene la misma relación de aspecto panorámica que obtendría rodando en una Alexa convencional con lentes esféricas y “croppeando” para una relación de aspecto panorámica de 2.4:1, pero con el añadido de la particular perspectiva y características de las lentes de gran formato, menos propensas a la distorsión que las ópticas tradicionales angulares diseñadas para Super 35, además de, por supuesto, la tremenda claridad, rango dinámico y resolución que ofrece un rodaje en ARRIRAW 6.5K sin compresión. Lástima que el film haya sido estrenado prácticamente de forma directa en streaming, pues ni siquiera en dispositivos domésticos 4K es posible apreciar las diferencias finales entre la Alexa 65 y la Alexa convencional, al menos en lo que a resolución se refiere, por mucho que a lo mejor sí sean evidentes en una pantalla de cine gigantesca.

Quizá el mejor aspecto de la película, de forma unánime, haya resultado ser su conjunción de puesta en escena, trabajo de cámara e iluminación, que no es extraño que vayan tan de la mano cuando el propio director ejerce las funciones de director de fotografía. El posicionamiento de la cámara es muy particular y siempre está ideado para que la misma se sitúe en el lugar en el que se encontraría un mero observador de los acontecimientos. Casi todo el film está rodado por lo tanto a través de planos o tomas muy amplias, a veces con focales tan angulares en formato (digital) 65mm que aparece distorsión de barril, con una ausencia casi total de planos cortos de los personajes. Y lo más curioso es que la acción siempre está captada de forma paralela a la protagonista: Cuarón nunca la sigue o deja que la cámara se aproxime a ella, sino que capta múltiples tomas laterales de la misma, como para intentar mantener una objetividad en lo que narra. Por supuesto, estamos hablando del realizador de “Children of Men” o “Gravity”, de modo que cabe esperar y se encuentran múltiples tomas de larga duración e incluso complejas coreografías de movimientos de cámara y actores (a veces, como en la icónica escena en la playa, parece ser que con fuerte apoyo de CGI). Sin embargo, a pesar de los movimientos elegantes, paneos muy bien acompasados en montaje, etc. “Roma” no es un film que pretenda caer o caiga en el virtuosismo de sus anteriores trabajos, o en la exhibición de técnica que identifica a aquéllos: el perfil es más bajo por mucho que la ejecución continúe siendo muy virtuosa.

Bien sea porque Cuarón, con sus antecedentes, sea perfectamente capaz de iluminar el film por sí mismo, o bien sea porque ha colaborado con profesionales que se lo han facilitado (el calendario de rodaje y el Digital Intermediate también ayudan), lo cierto es que en “Roma” no se echa en falta a un director de fotografía de elevado nivel que se haya hecho cargo del proyecto. La luz es parecida a aquélla por la que propugna Emmanuel Lubezki, con un extensivo uso de fuentes muy grandes y muy suaves que producen una iluminación de aspecto naturalista y muy contrastado, e incluso la película a veces hace gala de fuentes integradas en los decorados que ejecutan realmente el trabajo de iluminación, o lo hacen en gran medida, además de mucha luz disponible en los exteriores y, por supuesto, siempre o casi siempre a contraluz, a veces incluso con el sol metido dentro del encuadre, siguiendo en este aspecto a «Y Tu Mamá También». En este sentido, es por lo tanto “Roma” una película que a su virtuosismo con la cámara, le suma una luz coherente con la historia y ejecutada con oficio y eficiencia. Cierto es que en manos de Emmanuel Lubezki cabría haber esperado algún destello, inspiración o brillo especial que rara vez se da aquí, quizá con al excepción de la espectacular imagen (en un único plano) de la escena que tiene lugar en el interior del cine, tremendamente dificil de realizar y más aún de obtener un balance adecuado entre los distintos elementos de la misma. Pero lo cierto es que quizá en manos del triple ganador del Oscar cabría haber esperado un mayor número de secuencias como esa a lo largo de la proyección, las cuales desgraciadamente no hacen acto de aparición.

Lo contradictorio es que la imagen de la Alexa 65 es extraordinariamente limpia, como parece ser que buscaba Cuarón, mientras que la iluminación es absolutamente contemporánea con las citadas fuentes suaves y estética naturalista, de modo que es un poco extraño (al menos, a tenor de la tradición cinematográfica) que una película de época está captada desde una perspectiva tan moderna y además en blanco y negro, cuando no hay realmente un trabajo para lograr que ese blanco y negro impregne de verdad a la historia, las imágenes o las localizaciones; por desgracia, por el “look” buscado por Cuarón y por la forma en que es ejecutado, a veces las imágenes dan la sensación de ser un blanco y negro impostado, autoimpuesto a la historia de forma algo arbitraria, pues el film no posee elementos propios del blanco y negro ni está realmente fotografiado como blanco y negro, al menos en el sentido clásico de crear separaciones empleando la escala de grises en su integridad. Por lo tanto, no es muy criticable el aspecto de las imágenes (más bien al contrario), sino la decisión de emplear, para un film de evocación de época, los últimos avances técnicos y las técnicas de iluminación más contemporáneas para crear una estética moderna pero en blanco y negro, circunstancia algo chocante que pretende acercar los acontecimientos al espectador (sin el filtro del celuloide o un aspecto algo más de época), como si éste mirase por una ventana al pasado, pero ¿por qué entonces no verlo en color? He aquí la dicotomía que se presenta a lo largo de un metraje que por otro lado es intachable (por cierto, con una gran ambientación a cargo de Eugenio Caballero), pero en el que esa permanente impostación flota siempre sobre cada uno de los fotogramas.

Título en España: Roma
Año de Producción: 2018
Director: Alfonso Cuarón
Director de Fotografía: Alfonso Cuarón
Ópticas: Prime 65
Formato y Relación de Aspecto: Arri Alexa 65 (ARRIRAW 6.5K), 2.4:1

Vista en HDTV

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