Gravity

Retorno a la dirección cinematográfica del cineasta mexicano Alfonso Cuarón (“A Little Princess”, “Y Tu Mamá También”, “Children of Men”), con un film ambientado en el espacio y de un argumento extremadamente simple: unos astronautas (Sandra Bullock y George Clooney) realizan labores de reparación en el exterior de su nave, cuando los restos de otra accidentada, impactan sobre ellos y les impiden retornar a la suya, quedándose aislados en el espacio y en condiciones de dificil supervivencia. Ello no es más que una mera excusa para que Cuarón ejecute un ejercicio de estilo con una imagen y un sonido superlativos, que funciona mejor como atracción a modo de parque temático que como narrativa pura, a pesar de algunos instantes de gran intensidad dramática provocados, precisamente, por la perfección técnica y la pericia de los cineastas, puesto que apenas existe desarrollo de personajes u otra pretensión más allá que la de mostrar una historia de supervivencia en primera persona.

El director de fotografía es el compatriota de Cuarón y uno de sus más fieles colaboradores, Emmanuel Lubezki [ASC, AMC]. Sin haber cumplido los 50, Lubezki está considerado uno de los números uno de su profesión, puesto que ha demostrado un raro y equivalente dominio de la luz artificial y de la luz natural, con titulos como en la citada “A Little Princess” o “Sleepy Hollow” como claros ejemplos de películas cuyas atmósferas están recreadas en estudio –y que le supusieron sus dos primeras nominaciones al Oscar- para posteriormente destaparse como un magnífico operador empleando en exclusiva o casi en exclusiva la luz natural o disponible, para Terrence Malick en “The New World” o “The Tree of Life” o el propio Cuarón en “Children of Men”, sus otras tres candidaturas al premio de la Academia.

Precisamente, esta última, en muchos aspectos podría considerarse como la obra cumbre de la década anterior en materia de fotografía cinematográfica, por su cuidada puesta en escena, su inmaculada iluminación naturalista, sus impactantes planos-secuencia o su increíble perfección técnica, digna del mejor Stanley Kubrick. Precisamente, el cineasta nacido en el Bronx y sus dotes perfeccionistas también parecen la principal inspiración de “Gravity”, cuyas raíces parece que provienen de “2001”, aunque dejando de lado toda la metafísica que formaba parte del núcleo de la misma. Y es que, aunque sean 45 años de desarrollo, evolución y aparición de nuevas técnicas cinematográficas desde que Kubrick estrenase su obra, quizá este film de Cuarón sea junto a «2001» el que hasta la fecha ha conseguido emular de forma más eficiente la sensación de vacío, soledad e inmensidad del espacio.

En el caso de “Gravity”, el rodaje en decorados o escenarios reales es muy limitado, pues sólo algunos interiores de las naves, las tomas de los actores con sus trajes de astronaturas o la aparición final del Lago Powell (escenario de apertura, seguramente no casual, de la primera entrega de “Planet of the Apes” en 1968, captada aquí en celuloide y 65mm), son elementos reales filmados directamente. El resto, incluyendo los fondos de la tierra, las estrellas y vacío del espacio, naves espaciales, etc. son elementos generados por el amplísimo equipo de especialistas en efectos digitales estereoscópicos, cuyo trabajo justifica como pocas veces el visionado de la película en formato tridimensional, debido a las diferentes capas, distancias y relaciones de tamaño que están presentes en la película desde el primer fotograma.

El trabajo de Lubezki, aunque a nivel estilístico pretenda asemejarse a sus últimas obras junto a Cuarón o Malick, es decir, creando una absoluta sensación de verosimilitud y de que lo que ve el espectador es absolutamente real, recupera sin embargo su versión de maestro de la luz artificial para recrear en estudio los efectos de la luz solar –como no podría ser de otra manera, única y exclusiva fuente de iluminación del espacio- a través de enormes haces de luz dura sobre los personajes o los destellos que la misma produce cuando incide directamente sobre la lente. Sólo en los interiores de las naves, en las que integra sus luces en los paneles de mando o en los decorados, realiza un trabajo más físico, puesto que se trata de un film en el que su labor es eminentemente técnica, sobre todo en comparación con sus trabajos de la última década, que no podrían ser más diferentes. También cabe destacar que, con la excepción de los 65mm de la secuencia final, se trata de la primera película del operador mexicano rodada casi íntegramente en formato digital, debido a las necesidades de las tres dimensiones, aunque no hay que olvidar que fue uno de los pioneros de la HD desde los tiempos de “Ali” (Michael Mann, 2001) y que tanto “The Tree of Life” como especialmente “To The Wonder” ya contenían algún segmento digital (los dos siguientes títulos de Terrence Malick, rodados casi de forma simultánea con “Gravity”, parece ser que también han usado extensamente la Arri Alexa con grabadores Codex).

Sin embargo, más allá de su evidente perfección técnica, lo que marca las diferencias con respecto a cualquier película que confíe tanto en sus efectos visuales digitales es la filosofía impregnada por Cuarón y Lubezki, ya presente en sus anteriores trabajos: desde el gusto por los largos planos secuencia, que muestran muchas acciones sin corte alguno –en el caso de “Gravity”, el film comienza con una larga toma de casi 20 minutos, que sirve para introducir al espectador en la historia y el vacío del espacio-, la renuncia a los planos de cobertura o el uso de las focales -muy restringido y casi siempre tendente al angular o gran angular- que da una enorme coherencia a la perspectiva desde la que el espectador ve el film. Ello también es decisivo para que éste se sienta inmerso en el mismo (ya sea en 2D o 3D) y, en los muchos instantes en que Cuarón usa el plano subjetivo o semi-subjetivo, esa inmersión es casi total y absoluta, siempre yendo de la mano con una estética muy realista y un uso del sonido también muy en la línea del minimalismo de la película de Kubrick, muy alejada de las explosiones y ruidos espaciales de “Star Wars” o “Star Trek”. Es, en definitiva, un film muy bien pensado, tremendamente calculado, en el que la planificación es absolutamente brillante y el rodaje y el trabajo de efectos no son más que la «mera» traslación de la misma del papel a la pantalla.

El resultado, por más que la historia no de mucho de sí, estética, visual y auditivamente es asombroso; de la misma manera que “Children of Men” maravilló por el realismo con el que describió el futuro del planeta, “Gravity” nos lleva, sitúa y abandona en el espacio, siendo lo más parecido a un simulador de gravedad cero que puede transmitirse a través de una pantalla de cine. Por eso, es un logro indiscutible de todos los implicados en el film, pero especialmente de su realizador, cuya filosofía visual y auditiva, ejecutada por cientos de artistas en estado de gracia, es la que marca la diferencia entre éste y decenas de films que han dispuesto de medios similares y han obtenido resultados de un interés infinitamente inferior. El neozelandés afincado en Inglaterra Michael Seresin [BSC] –el extraordinario director de fotografía de “Midnight Express”, “Angel Heart” o “Mercury Rising”, colaborador de Cuarón en la tercera entrega de “Harry Potter”- firma de manera muy prominente la fotografía adicional de la película, debido a un compromiso previo de Emmanuel Lubezki que le impidió estar presente durante casi un tercio de rodaje.

Título en España: Gravity
Año de Producción: 2013
Director: Alfonso Cuarón
Director de Fotografía: Emmanuel Lubezki, ASC, AMC
Ópticas: Arri/Zeiss Master Primes
Formato y Relación de Aspecto: Arri Alexa (ArriRaw, 2.8K) + 65mm, 2.4:1
Otros: fotografía adicional de Michael Seresin, BSC

Vista en DCP 3D

© Harmonica Rental & Cinema/Ignacio Aguilar, 2013.