Picnic At Hanging Rock May11

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Picnic At Hanging Rock

Adaptación de una novela de Joan Lindsay con la que el cineasta australiano Peter Weir saltó a la fama internacional: la acción se sitúa en 1900, en un internado de chicas en Nueva Gales del Sur. Un día de verano, gran parte de las mismas acuden a Hanging Rock, un monumento natural de extrañas formaciones rocosas, a realizar un picnic. Pero en el transcurso del mismo, cuatro de las chicas se separan y desaparecen, sin dejar rastro. Cuando posteriormente una de ellas aparece de nuevo, sin recordar nada y sin el menor signo de haber sido atacada, se reavivan las esperanzas de que las otras chicas continúen con vida, mientras su ausencia produce sufrimiento en las vidas de aquéllos que convivían con ellas. Se trata de una película poética y misteriosa, cuya línea argumental quizá se agote demasiado pronto en el relato y ello suponga que la segunda parte del mismo, más caótico y deslabazado, sea menos disfrutable que su hipnótico arranque. No es por lo tanto el mejor film de Weir y desde luego no el más accesible de los mismos, aunque sí que arranca con el lo mejor de la filmografía de uno de los directores más consistentes e interesantes del cine del último medio siglo.

El director de fotografía fue el también australiano Russell Boyd [ASC, ACS], quien ha sido a lo largo de su carrera el operador que más veces ha empleado Peter Weir aunque, curiosamente, en las etapas iniciales y finales de su carrera. El presente título fue su primera colaboración, que continuaría de forma exitosa en “The Last Wave” (1978), “Gallipolli” (1981), “The Year of Living Dangerously” (1982) y, más de veinte años después, continuaría con “Master and Commander: The Far Side of the World” (2003), por la que Russell Boyd obtuvo el Oscar a la mejor fotografía y, finalmente, con la estupenda “The Way Back” (2010), que parece que desgraciadamente será el punto y final de la filmografía del director, que no ha vuelto a rodar desde entonces. Entre tanto, la carrera de Boyd fuera de la órbita de Weir no es tan destacable, quizá con excepciones honrosas como la estupenda “Tender Mercies” (Bruce Beresford, 1983), “Phar Lap” (Simon Wincer, 1983), “A Soldier’s Story” (Norman Jewison, 1984) o ”High Tide” (Gillian Armstrong, 1987), pues curiosamente, aunque estaba muy dotado para el drama, Boyd se dedicó principalmente a las comedias, como la famosa “Cocodrile Dundee” (Peter Faiman, 1986) o “Tin Cup” (Ron Shelton, 1996).

La fotografía de “Picnic At Hanging Rock” es, en gran parte, muy típica del estilo desarrollado (sobre todo posteriormente) por Russell Boyd a lo largo de su filmografía, que destaca casi siempre por su empleo de la luz disponible o de la luz natural, muchas veces imitándola con aparatos de iluminación cinematográfica, lo que le sitúa en las tendencias más modernas de su época. En este sentido, la primera y mejor parte del film está rodada haciendo uso como decimos de la luz existente en las localizaciones, con los momentos del día en los que están rodadas las escenas muy bien seleccionados y escogidos, con un gran uso de haces de luz solar combinados con humo para las escenas en que las chicas, con sus vestidos blancos inmaculados, se encuentran en Hanging Rock. El tono de estas secuencias es además cálido y, en las mismas, Boyd generalmente emplea el contraluz solar para dejar el empleo de la luz de relleno cinematográfica reducido a la mínima expresión. Es famosa además la película por su peculiar textura suavizada, fruto, en apariencia, de rodar principalmente con algún objetivo zoom de la época (como el Angenieux 20-120mm T2.9) como si se tratara de una focal variable, lo cual de por sí suaviza la imagen con respecto a la utilización de focales fijas. Pero es que, además, Boyd emplea algún tipo de gasa o media en el objetivo, o bien filtros de la familia Low-Contrast o Fog, bien solos o bien combinados con la gasa, de manera que la textura, como indicábamos, es muy delicada y suavizada, con una nitidez y un contraste escaso, que potencia los efectos pictóricos de la luz de ambiente y las composiciones de imagen de Peter Weir.

Buena parte de las escenas que no están relacionadas directamente con la localización de Hanging Rock también siguen estos principios, e incluso, un buen número de estas secuencias también parecen rodadas con medios muy sencillos, incluyendo parte de los interiores de la película, que incluyen niveles de luz reducidos. Sin embargo, por algún motivo, las escenas que se centran en la directora de la escuela a la que pertenecían las chicas desaparecidas, están fotografiadas en un estilo bastante más clásico, con haces de luz dura sobre las actrices y el decorado que marcan un claro cambio de estilo con respecto al grueso de los exteriores. No es que el estilo de pronto sea el de una película en color de los años 50 o 60, ni mucho menos, pero sí que sorprende que siendo un film que emplea y se esfuerza por obtener mucha suavidad en sus imágenes, parte del mismo esté fotografiado con algo de luz más dura y directa y un contraste y un estilo menos estilizado. Puede que, de alguna manera, la filosofía fuera identificar a las chicas y su inocencia con este tipo de luz suave y sedosa que reina durante gran parte de la proyección, mientras que el interior de la institución en la que viven y estudian, encarnada en su directora, estaría identificada con ese aspecto más crudo y anticuado, pero lo cierto es que ello crea cierta inconsistencia estilística en el estilo visual del film.

Los resultados, por consiguiente, son buenos, a ratos muy buenos, pero demasiado variables a lo largo del metraje, pues Russell Boyd emplea ese estilo de luz suave y, además, una textura suave también en la elección de las lentes y del filtraje ubicado delante de las mismas para conseguir ese aspecto sedoso que caracteriza tan bien a una película que, sin embargo, a veces también emplea aparatos de luz dura y dirigida sobre los actores y el decorado en sus interiores, produciéndose cierta disrupción en la coherencia estilística que, en una época que precisamente era de transición entre una y otra forma de ver la fotografía (la moderna vs. la clásica), produce más confusión que claridad en el lenguaje visual.


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Aún así, el trabajo de Russell Boyd fue muy elogiado, quizá más por su bello concepto para los exteriores, que por su ejecución en sí misma, que no es tan refinada como en obras posteriores como “The Last Wave” o sobre todo, la extraordinaria “Gallipolli”, pero que fue suficiente como para que el director de fotografía australiano se alzase con el premio BAFTA a la mejor fotografía, imponiéndose a otros candidatos como Gordon Willis por “All The President’s Men” (1976) o el trío formado por Haskell Wexler, Bill Butler y William A. Fraker por “One Flew Over The Cuckoo’s Nest” (1975), aunque curiosamente no pudo superar al trabajo de Gilbert Taylor en “The Omen” (1976) en los premios de la British Society of Cinematographers.

Título en España: Picnic en Hanging Rock
Año de Producción: 1975
Director: Peter Weir
Director de Fotografía: Russell Boyd, ASC, ACS
Ópticas: Panavision esféricas
Formato y Relación de Aspecto: 35mm esférico, 1.85:1
Otros: el operador de cámara fue el futuro director de fotografía John Seale, ASC, ACS
Premios: BAFTA a la mejor fotografía, British Society of Cinematographers (nom)

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