Gallipolli

El prestigioso Peter Weir fue el autor de esta muy libre adaptación de los hechos ocurridos durante una cruenta batalla de la Primera Guerra Mundial entre soldados turcos y australianos, narrada desde el punto de vista de éstos, a través de dos amigos corredores (Mark Lee y Mel Gibson) que se alistan en el ejército junto a otros jóvenes y llegan al lugar de la confrontación tras un breve paso por Egipto. “Gallipoli” fue la producción australiana más cara de su época y es un gran retrato de una amistad –creando mucha empatía de los personajes con el espectador- y del absurdo de la guerra, cuyos más que notables resultados sólo se pueden cuestionar cuando entra en acción su totalmente anacrónica banda sonora creada a partir de sintetizadores.

El director de fotografía fue el también australiano Russell Boyd [ACS, ASC], colaborador de Peter Weir en su primera etapa (“Picnic at Hanging Rock”, “The Last Wave”, el título que nos ocupa y “The Year of Living Dangerously”) y, curiosamente, también de su última (“Master and Commander”, por la que ganó el Oscar, y “The Way Back”). Formado en el documental y en la grabación de noticias pata televisión, Boyd está considerado, junto a Dean Semler, Donald M. McAlpine y John Seale –que fue su operador de cámara- uno de los grandes operadores clásicos que ha dado Australia, su carrera en cine es irregular, ya que fuera de los títulos de Weir se pierde en títulos de poco interés, y es en éstos en los que más se pueden apreciar sus cualidades. Actualmente está semi-retirado a sus 70 años, aunque permanece activo en anuncios publicitarios.

“Gallipoli” fue uno de los primeros títulos australianos –junto a las dos primeras entregas de “Mad Max”- en ser rodados en formato panorámico anamórfico, un lujo que por su mayor coste aún no habían podido permitirse ni Weir ni Boyd en los títulos anteriores de su carrera. Este hecho es destacable no sólo porque ofrece a la película una dimensión mucho mayor, sino también porque en cierto modo afecta a la forma en que está rodada. Como indicábamos, Russell Boyd procedía del documental y, como tantos otros operadores que han seguido el mismo camino –por ejemplo, los británicos David Watkin y Roger Deakins-, su filosofía de trabajo es la de una iluminación sencilla y natural, que trate de recrear las cosas tal y como son sin que se perciba la utilización de iluminación artificial cinematográfica.

En este aspecto, “Gallipoli” es un título absolutamente ejemplar, tanto en sus exteriores, como interiores diurnos, como en sus escenas nocturnas. En los exteriores resulta absolutamente admirable cómo Boyd evita muchas veces las horas centrales del día para rodar cuando la luz del sol está mucho más baja, es más cálida y posee unas cualidades mucho más estéticas; incluso se permite el lujo de abrir el film con una portentosa secuencia en la hora mágica que deriva a un amanecer montado en perfecta continuidad. Incluso en las secuencias rodadas a plena luz del día, sus exposiciones son óptimas, ya que retiene parte del azul del sol y consigue que se vean los rostros de los actores sin la introducción de luz artificial, incluso en sus exteriores rodados en Egipto, gracias a su dominio de la latitud de la emulsión Kodak 5247 (125T). Los interiores diurnos utilizan las ventanas como fuente principal de iluminación, con luz rebotada dentro de las estancias para conseguir que llegue la luz a donde de otra forma no hubiera podido llegar, pero quizá se luzca en sus secuencias nocturnas, con farolillos y luces integradas justificando la procedencia de la luz, utilizando una técnica similar al “Chicken-Coop” de Gordon Willis en los interiores y toques de luz azul de HMIs en sus exteriores, incluyendo los momentos previos a la batalla.

Pero aunque como decíamos, el anamórfico aporta mucho a la estética de la película, desde el primer momento se perciben un par de circunstancias. La primera de ellas es que es posible que todo el film –excepto algunos exteriores que usan el zoom– o prácticamente la totalidad del mismo fuera rodado con la serie de ópticas High-Speed de Panavision, no sólo para las secuencias nocturnas a grandes aperturas de diafragma, o bien, por el contrario, que en una época en que no había demasiados juegos de ópticas anamórficas disponibles, las que llegasen hasta Australia tuvieran un rendimiento óptico cuestionable, ya que son numerosas las escenas en que, a grandes aperturas de diafragma, no sólo aparecen las aberraciones típicas del formato en tales circunstancias, sino también un llamativo desenfoque tanto en las esquinas como en los bordes superiores e inferiores del fotograma. Y en cualquier caso, el hecho de que Boyd estuviera rodando con pretensiones naturalistas, en formato anamórfico y con una emulsión de sólo 125 ASA –la más rápida disponible en aquélla época- evidentemente no era la situación óptima, desde un punto de vista de la calidad de imagen, ya que con frecuencia, parece como si estuviera rodando una película en formato esférico convencional con ópticas luminosas, sin pensar mucho en lo que ocurre cuando se hace eso en anamórfico (ver al respecto la secuencia del baile en Egipto, antes que los soldados partan hacia Turquía).

En cualquier caso, la luz de Boyd es tan natural y madura, aún a riesgo de pasar por completo desapercibida -ya que jamás cae en la tentación de caer en el esteticismo o en la creación de meras postales- y de ser acusada de no tratar de mejorar muchos de los interiores o exteriores en los que se desarrolla la acción, que sin embargo se adapta como un guante a lo que cuenta y cómo lo cuenta, logrando que la gran empatía que consigue la película, parcialmente sea achacable a lo realista que resulta el trabajo del director de fotografía. Los defectos del anamórfico son evidentes y, con su limitada profundidad de campo y facilidad de desenfoque, a buen seguro que limitaron las opciones del director, pero para los que aman esta forma de rodar “Gallipoli” es un título muy sugerente, por haberla empleado de una forma tan inusual, creando todos esos extraños artefactos.

Título en España: Gallipoli
Año de Producción: 1981
Director: Peter Weir
Director de Fotografía: Russell Boyd, ASC, ACS
Emulsión: Kodak 5247 (125T)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm anamórfico (Panavision), 2.4:1
Otros: el operador de cámara fue John Seale, ASC, ACS

Vista en HDTV

© Harmonica Rental & Cinema/Ignacio Aguilar, 2014.