Jack Ryan: Shadow Recruit

La primera película protagonizada por el personaje creado en la literatura por Tom Clancy que no está basada, en cambio, en uno de los libros del escritor. En la misma, además, Chris Pine toma el relevo de Ben Affleck, que interpretó al personaje principal doce años atrás, lapso de tiempo transcurrido entre la anterior y esta nueva aventura del analista de la CIA. En esta ocasión, Ryan debe luchar contra una organización rusa liderada por un peligroso empresario (Kenneth Branagh, que también dirige) que pretende crear un caos económico que suma a los EEUU en una gran depresión después de cometer un atentado en Wall Street. Junto con la ayuda de su superior (Kevin Costner) y de su novia (Keira Knightley), envuelta por coincidencia en la operación, Ryan debe evitar el complot pasándose directamente a la acción. Parece ser que “Shadow Recruit” fue un guión no expresamente escrito como integrante del universo de Tom Clancy y, en manos de David Koepp, precisamente se convierte en algo más parecido a una versión de “Mission: Impossible” que en una de las películas anteriores de Ryan, en las que el personaje era más cerebral que un hombre de acción. Aún así, a pesar del (moderado) interés del film, supone una versión algo descafeinada de los films que parece tomar como modelo, ante los cuales su escala reducida se hace muy patente sin que la parte dramática sea superior a la de la serie protagonizada por Tom Cruise.

Ante la sorprendente dirección de Kenneth Branagh, más conocido por sus dramas que por sus películas de acción, no sorprende tanto que el director de fotografía sea Haris Zambarloukos [BSC], griego de nacimiento, educado en Londres y en Los Ángeles (American Film Institute), cuyo primer título importante fue a las órdenes de Wally Pfister como director de fotografía de segunda unidad en “Batman Begins” (2005). Después trabajó en “Venus” (Roger Michell, 2006) y ya comenzó a encadenar trabajos con Branagh desde el remake de “Sleuth” (2007), continuando con “Thor” (2011), el presente film, “Cinderella” (2015) y también el remake de “Murder on the Orient Express”, en el que abandona el formato anamórfico que tanto parece gustarle y lo sustituye ni más ni menos que por los 65mm. También es director de fotografía de la nueva entrega de las aventuras e investigaciones de Hercules Poirot, “Death on the Nile”, también rodada en 65mm. Fuera de sus trabajos con Kenneth Branagh, Zambarloukos ha trabajado en “Mamma Mia!” (Phyllida Lloyd, 2008) o “Locke” (Steven Knight, 2013).

Además de ser un firme defensor del formato panorámico anamórfico, Zambarloukos también se manifiesta a favor del celuloide en cuanto puede, de modo que no resulta extraño que este film esté rodado en la clásica combinación de lentes anamórficas Panavision y emulsiones (o mejor dicho, emulsión) Kodak. En cierto modo, el aspecto algo más granulado, algo menos contrastado y algo más suave del celuloide con respecto a la adquisición digital resulta contradictorio en una película que pretende ser moderna y tecnológica, aunque lo cierto es que el aspecto de los intérpretes (Knightley, Branagh y Costner, que se mantiene bien a pesar de los años) resulta más favorecido o favorecedor empleando esta fórmula que la digital. Además, por si ello fuera poco, Zambarloukos no recurre a las ópticas más modernas de Panavision, sino que emplea de forma clara la tradicional serie “C”, que acentúa aún más los defectos clásicos del formato e introduce más suavidad y aberraciones, especialmente cuando rueda muy abierto de diafragma para capturar escenas con niveles de luz reducidos. El resultado, a nivel de aspecto y textura, es muy tradicional, con cierta suavidad que se hace especialmente patente con la finalización digital seguramente a 2K de resolución, que en cierto modo nunca termina de capturar todo el detalle presente en el negativo. Los primeros planos, en cualquier caso, muestras algún tipo de difusión tipo Soft FX, que potencia los efectos de las lentes y el negativo borrando imperfecciones de los rostros de los actores.


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La iluminación de Zambarloukos, sin embargo, parece que sigue la tendencia habitual en la serie de películas sobre Jack Ryan, en las que ni Jan de Bont en “The Hunt for Red October” ni John Lindley en “The Sum of All Fears” consiguieron nada especialmente reseñable en este apartado. Quizá Donald McAlpine, que siempre destacó más por su oficio que por su personalidad, fue quien más aportó al respecto en “Patriot Games” y “Clear and Present Danger” en los 90, puesto que Zambarloukos plantea una iluminación moderna, con muchas fuentes integradas dentro de los decorados (seguramente con LEDs) y complementada con luces suaves fuera de cuadro, pero el aspecto general se queda un poco a medio camino entre algo sofisticado y un aspecto convencional que, en cualquier caso, se queda en poca cosa si se compara con los trabajos de Robert Elswit en las películas de “Mission: Impossible” en las que participó por esta época (la cuarta y quinta película) o incluso respecto al trabajo de Roger Deakins en “Skyfall” (Sam Mendes, 2012), la aventura de James Bond por la que obtuvo una nueva candidatura al Oscar y que comparativamente luce mucho más moderna que el presente título, realizado dos años después. El clasicismo de Zambarloukos y Branagh tampoco es que sea un problema, pero resume bien lo que le ocurre al film: está claramente superado por otros de su especie.

A nivel de cámara y acción, quizá el problema sea un planteamiento sincopado de las escenas de este tipo, especialmente la persecución por las calles de Moscú recreada (parece ser) en Liverpool: vemos muy poco de acción real, con especialistas, y mucho interior de coches recreado en estudio, de manera que la escala relativamente pequeña de la película llama la atención, especialmente ante la apuesta por la acción (o por Ryan como héroe de acción) que supone esta entrega con respecto a las anteriores, en las que la acción era más un accidente que una virtud del personaje.

Aún así, esporádicamente, Branagh plantea alguna escena bien resuelta en este aspecto (como la pelea en el baño del hotel), dentro de un trabajo que incluye mucha cámara al hombro pero que no es demasiado destacable por su (funcional) puesta en escena. Así las cosas, se trata de una aventura más del personaje, algo descafeinada, que hace comprender bien por qué en los años que ya han transcurrido desde el estreno el personaje no ha vuelto a la gran pantalla, y de hecho, ni siquiera se le espera en la misma, a pesar de su reciente adaptación en forma de serie televisiva.

Título en España: Jack Ryan: Operación Sombra
Año de Producción: 2014
Director: Kenneth Branagh
Director de Fotografía: Haris Zambarloukos, BSC
Ópticas: Panavision C-Series
Emulsión: Kodak 5219 (500T)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm anamórfico, 2.4:1
Otros: Digital Intermediate

Vista en HDTV

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