Inherent Vice

Adaptación de una novela de Thomas Pynchon, ambientada en Los Ángeles en 1970, con la que Paul Thomas Anderson recupera una trama típica del cine negro y la actualiza, pasándola por su muy particular filtro. Joaquin Phoenix interpreta a un detective aficionado a las drogas que tras recibir un encargo de una exnovia suya (Katherine Waterston), pronto se ve envuelto en una complicada trama en la que, precisamente, debe buscarla a ella. Con un reparto de secundarios que incluye rostros muy populares como Josh Brolin, Eric Roberts, Benicio Del Toro, Owen Wilson, Reese Whiterspoon o Martin Short, la película lo tenía todo para ser convertirse en un nuevo clásico del director californiano, pero resulta fallida en casi todos los aspectos por culpa de un tremendo exceso de autocomplacencia, sus tomas y metraje alargadísimos y una trama que, tal y como está expuesta, resulta muy dificil de seguir y demasiado densa, de modo que el interés del espectador se va deshinchando poco a poco a medida que avanza la proyección. Solamente algunas escenas aisladas están a la altura del talento de su realizador, que aquí está tan despistado como su personaje principal.

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Una vez más en la filmografía de Paul Thomas Anderson el director de fotografía es el norteamericano Robert Elswit [ASC], que ha rodado hasta la fecha todas sus películas con la excepción de “The Master” (2012), de la cual se hizo cargo Mihai Malaimare, Jr. por la incompatibilidad de fechas de Elswit, que se encontraba rodando “Mission Impossible: Ghost Protocol”. Elswit, que en la actualidad es un veterano que está extraordinariamente bien considerado en Hollywood, comenzó su carrera en el departamento de efectos visuales de Industrial Light and Magic (ILM) y a principios de los años 80 ya ejercía como director de fotografía. Sin embargo, su carrera no era demasiado prometedora todavía a mitad de los años 90, cuando Anderson debutó con “Sydney” (1996), película con la que realizador y operador comenzaron su relación profesional. Después vendrían “Boogie Nights” (1997), “Magnolia” (1999), “Punch-Drunk Love” (2002) y “There Will Be Blood” (2007), con la que Elswit ganó el que hasta ahora es su premio Oscar a la mejor fotografía. Paralelamente al éxito de estas películas, especialmente en el sector de la crítica, la carrera de Elswit despegó, con importantes trabajos como “Tomorrow Never Dies” (Roger Spottiswoode, 1997), “8mm” (Joel Schumacher, 1999), “Syriana” (Stephen Gaghan, 2005), “Good Night, And Good Luck” (George Clooney, 2005), “Michael Clayton” (Tony Gilroy, 2007), “The Town” (Ben Affleck, 2010) o la reciente “Nightcrawler” (Dan Gilroy, 2014), que hacen de él uno de los operadores más sólidos del momento.

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“Inherent Vice” es la primera película de Anderson y Elswit –con la excepción de la primera- que renuncia al formato panorámico anamórfico. Anderson ya había utilizado una relación de aspecto 1.85:1 en “The Master”, su anterior título, aunque en aquélla ocasión empleando el formato 65mm. Ahora, sin embargo, Anderson ha utilizado el formato convencional de 35mm, renunciando como siempre, eso sí, a una finalización mediante Digital Intermediate y sustituyéndola por un etalonaje fotoquímico tradicional, aunque la película sí fue exhibida en cines tanto en 35mm, como en DCP e incluso en algunos mercados selectos, hinchada a 70mm.

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Lo cierto es que si bien la película, al menos a juicio de quien escribe estas líneas, no funciona en absoluto, la fotografía de Elswit sigue la tradición de buenos trabajos junto a Anderson. Mencionábamos el formato de rodaje del film haciendo especial énfasis en su adquisición fotoquímica porque precisamente, si algo destaca del mismo es la fuerte presencia de las emulsiones a lo largo del metraje; sin haber tenido acceso a artículos técnicos detallando su rodaje, da la sensación de que Elswit no solo ha recurrido a ópticas de estilo vintage, con sus características habituales de contraste reducido y tendencia a captar destellos, sino que parece que ha optado por el revelado forzado no por necesidad de incrementar la sensibilidad de sus emulsiones, sino para contrarrestar el bajo contraste de las ópticas, incrementar la saturación de color y obtener una prominente textura de grano; el efecto está tan conseguido y es tan coherente a lo largo de la proyección que, de no ser porque Anderson es un conocido defensor de lo fotoquímico, podría llegar a parecer que el look de celuloide está obtenido con un proceso de post-producción.

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Por lo demás, la fotografía destaca por el particular uso del color que lleva a cabo; como siempre en Anderson, a través de colores intensos y para nada desvaídos, como en otras recreaciones de época. Elswit además emplea un azul muy saturado para ambientar sus escenas nocturnas, o las que suceden al anochecer, como la escena de apertura, en las que ejecuta una interesante mezcla con luces de los interiores algo más cálidas de 3200 grados kelvin. Pero una vez consigue esa particular textura, que ubica muy bien a la película en la época en la que se ambienta, el trabajo de Elswit es bastante convencional dentro de su altísimo nivel: luces integradas en los interiores nocturnos, mucha luz suave a través de una única fuente muy intensa en los interiores diurnos y exteriores ejecutados de la forma más sencilla posible. Quizá lo que peor le quedan son algunos exteriores noche con una imitación de la luz de sodio (con unidades de tungsteno filtradas con un gel tipo Urban Sodium) que no es demasiado bonita y además queda algo plana, pero por lo demás, se trata de un trabajo de gran altura que, desgraciadamente, está al servicio de la que hasta la fecha es la peor película de su director.

Título en España: Puro Vicio
Año de Producción: 2014
Director: Paul Thomas Anderson
Director de Fotografía: Robert Elswit, ASC
Ópticas: Panavision Super Speed MKII & Cooke Speed Panchro
Emulsión: Kodak 5213 (200T) y 5219 (500T)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm esférico, 1.85:1

Vista en Blu-ray

© Harmonica Rental & Cinema/Ignacio Aguilar, 2015.