Annie Hall

La consolidación de Woody Allen como cineasta, después de obras consideradas “simpáticas” como “Take the Money and Run” (1971), “Everything You Always Wanted to Know About Sex” (1972), “Sleeper” (1973) o “Love and Death” (1975) fue esta comedia neoyorquina, que gira en torno al inicio, desarrollo y fin de la relación sentimental que mantiene un cómico neurótico (Allen) con una mujer (Diane Keaton). Todo ello mientras Allen, de forma novedosa, rompe constantemente la cuarta pared, dirigiéndose al espectador, habla con “extras” a los que les pide opinión sobre circunstancias que aparecen en la película, o realiza una serie de flashbacks que tienen que ver con su infancia, sus padres o sus relaciones personales. El film, aún así, tuvo graves problemas durante el rodaje, relacionados con el tono de la película, y parece ser que los mismos fueron solucionados en montaje por Ralph Rosenblum, descartando varias escenas y subtramas y centrándose en la premisa de la relación de pareja, lo que explicaría que ”Annie Hall” sea algo episódica y carezca de una estructura narrativa clara. Tony Roberts, Paul Simon, Christopher Walken, Carol Kane, Shelley Duvall y Janet Margolin, entre otros, tienen papeles secundarios en el film.

El director de fotografía fue Gordon Willis [ASC], en la primera de sus ocho colaboraciones consecutivas con Woody Allen: “Interiors” (1978), “Manhattan” (1979), “Stardust Memories” (1980), “A Midsummer Night’s Sex Comedy” (1982), “Zelig” (1983), “Broadway Danny Rose” (1984) y “The Purple Rose of Cairo” (1985), fueron las otras siete. En el momento de establecer su relación profesional con Allen, Willis era ya seguramente el director de fotografía más admirado por las nuevas generaciones de cineastas norteamericanos, ya que venía de rodar, ni más ni menos, que “The Godfather” (1972) y “The Godfather, Part II” (1974) para Francis Ford Coppola, así como “Klute” (1971), “The Parallax View” (1974) y “All The President’s Men” (1976) para Alan J. Pakula, además de películas como “The Landlord” (Hal Ashby, 1970), “Bad Company” (Robert Benton, 1972) o “The Drowning Pool” (Stuart Rosenberg, 1975), que establecieron su reputación como “El Príncipe de las Tinieblas” o de la oscuridad, por su gusto por imágenes en clave baja, muy realistas y, a menudo subexpuestas.

La relación entre Gordon Willis y Woody Allen fue muy fructífera, por lo tanto, aunque por lo visto ambos cineastas no tenían siempre el mismo punto de vista sobre cómo afrontar determinadas escenas y rodajes y, en palabras de Allen, los dos tenían que ceder en su pretensiones, aunque casi siempre -según el director- el que cedía más era él. En cualquier caso, lo cierto es que la influencia de Willis sobre Allen es muy notable, consiguiendo que sus películas pasasen a poseer valores formales muy elevados y un estilo visual mucho más definido, no solo en términos de un estilo lumínico, sino también, sobre todo, del férreo control que ejercía Willis sobre las posiciones de cámara y sobre la elección de focales y ángulos para rodar las escenas. Elementos que hacen que “Annie Hall” resulte más consistente que las obras anteriores de Allen, que por así decirlo, son más dispersas y variadas, pero que para el tono como cineasta, más elevado, que quería Allen en esta etapa de su filmografía, resultaban más apropiadas. En cualquier caso, en “Annie Hall” el estilo es todavía híbrido entre lo que venía haciendo Allen previamente, como con el director de fotografía David M. Walsh, con lo que posteriormente harían ambos juntos. O dicho de otra manera, “Annie Hall” a veces es un ensayo, una toma de contacto, de la colaboración de Willis con Allen, percibiéndose menos la influencia del director de fotografía que en películas posteriores de ambos.

El estilo de iluminación de Gordon Willis era relativamente sencillo y realista y el mismo caracteriza desde luego a esta película. Generalmente, Willis dejaba que en los interiores aparecieran algunas fuentes de luz integradas, tales como lámparas de pie o de mesilla, y en lugar de rodar las escenas con las mismas, las suplementaba con una luz cenital apodada “chicken-coop” o “coffin light” y que consistía en un grupo de bombillas de 1000w ubicadas en el centro de la estancia, con faldones a los cuatro costados para evitar que incidieran sobre las paredes, así como difusión por debajo para suavizar el aspecto de dicha luz. Dependiendo de de si se trata de escenas diurnas o nocturnas, el balance podía ser de tungsteno o daylight, en este caso, filtrando con gelativas CTB dichas bombillas. Pues bien, esta fuente de luz es la que domina ampliamente la estética de “Annie Hall”, además de otras fuentes de luz suave que Willis emplea cuando no era factible o no merecía la pena emplear los “chicken-coop”. De esta manera sencilla, los personajes podían entrar o salir del encuadre, o moverse por el mismo (a Willis no le gustaba mover la cámara demasiado) con cierta libertad, olvidando las limitaciones de la luz dura que obligaban a los intérpretes a llegar a sus marcas con exactitud. El film luce por lo tanto bastante natural, aunque las copias que han llegado hasta nosotros son bastante granuladas, puede que fruto del revelado forzado que solía emplear Willis, así como de algunos trucajes y efectos ópticos, aunque el grano parece excesivo para las circunstancias de luz en que se rodó.

En este punto, lo mejor de la influencia de Willis no es la luz -de hecho, las escenas rodadas y ambientadas en California poseen cierto aspecto de filtrado con filtros de bajo contraste o de niebla que las han hecho quedar muy anticuadas- sino su trabajo de cámara, conciso y con muy buenas composiciones de imagen. Además de trucajes visuales muy interesantes -como la escena en que los personajes asisten a sus respectivas terapias, por separado, que simula una pantalla partida, pero está rodada en decorados adyacentes a la vez, sin mediar efectos de post-producción- la elección de las lentes es siempre típica de Willis, con focales nobles entre el 35, 50 y 75mm y composiciones de imagen que reparten muy bien a los actores por el encuadre. Ello es lo que hace, al menos en cierto modo, que la dirección de Allen, habitualmente más centrado en las interpretaciones, en los gags y en el guión que en la parte visual, cobre una mayor vida y alcance cotas mucho más elevadas que las que tuvo previamente, ya que al ingenio de Allen, se le unió por fin la consistencia y oficio de Willis, que pudo darle a sus películas, por tanto, un empaque mucho mayor. Es probable que, de hecho, en cuanto a la luz, “Annie Hall” sea el más pobre de sus ocho trabajos conjuntos, pero como punto de inflexión y no retorno, posee un valor incalculable en la filmografía de su director.

Título en España: Annie Hall
Año de Producción: 1977
Director: Woody Allen
Director de Fotografía: Gordon Willis, ASC
Ópticas: Panavision Ultra Speed Mk2
Emulsión: Kodak 5247 (100T)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm esférico, 1.85:1

Vista en Blu-ray

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