Airport

Adaptación del best-seller de Arthur Hailey, el cual, imitando la estructura de “Gran Hotel”, presentaba a una serie de personajes que viven historias que se cruzadas en un aeropuerto del norte de Estados Unidos en mitad de una terrible tormenta de nieve: el director general del aeropuerto (Burt Lancaster), un piloto de líneas aéreas (el eternamente bronceado Dean Martin) y la azafata con la que vive un romance (Jacqueline Bisset), un mecánico que intenta retirar un avión encallado en una pista (George Kennedy), una empleada de líneas aéreas (Jean Seberg) que lidia con una mujer polizón (Helen Hayes) o un perturbado mental (Van Heflin) que trata de explotar una bomba en el vuelo hacia Roma tras mentir a su esposa (Maureen Stapleton) acerca de su destino. “Airport” es un drama de lujo durante más de una hora y media de metraje, hasta que los problemas en el vuelo inician el género de catástrofes que tan bien explotó posteriormente Irwin Allen o la productora Universal con las tres secuelas de este film, quizá ya anticuado en el momento de su estreno, circunstancia que hoy en día hace que se requieran buenos ojos para visionarlo, a pesar de las esforzadas interpretaciones de algunos miembros del reparto (Kennedy, Hayes, Heflin y Stapleton) y la estupenda banda sonora de Alfred Newman, en el que sería su trabajo póstumo.

A pesar de que “Airport” fue una producción de alto presupuesto, la ausencia de grandes exteriores o escenas diurnas hace que, en cierto modo, sorprenda la decisión de los cineastas de utilizar el formato de 5-perf 65mm Todd-AO, circunstancia que podría estar motivada, al menos parcialmente, en la importante cantidad de escenas de la película que hacen uso de la pantalla partida u otros trucajes ópticos, de modo que el grano fuera menos visible o molesto al estar originado el film en un negativo dos veces y media mayor que el convencional de 35mm. En cualquier caso, el director de fotografía húngaro Ernest Laszlo [ASC] no era ajeno a los 65mm, habiendo utilizado este medio anteriormente en “It’s a Mad, Mad, Mad, Mad World” de Stanley Kramer o “Star!” de Robert Wise, siendo conocido además por su asociación con Robert Aldrich (“Veracruz”) o sus trabajo para Michael Anderson en “Logan’s Run”, Billy Wilder en “Stalag 17” o Richard Fleischer en “Fantastic Voyage”.

En el momento de rodar “Airport”, Laszlo contaba con 72 años de edad, aunque como su colega Robert L. Surtees, fue un operador que, a pesar de su estilo anticuado, originario del cine mudo y que había pasado por el blanco y negro antes de dar el salto al color (el cual iluminaba también como si fuera blanco y negro), siguió acumulando premios y nominaciones hasta su retirada en 1977. Y aunque su trabajo –al menos en los 70- hoy en día luzca desfasado, no sólo era apreciado por sus colegas, sino que él mismo se permitía el lujo de criticar (con la connivencia de Howard Schwartz, editor de “American Cinematographer” en la época) el nuevo estilo de luz suave que favorecían sus jóvenes compatriotas Vilmos Zsigmond y Laszlo Kovacs.

No obstante, debe reconocerse que, a pesar de su viejo estilo, “Airport” está muy bien fotografiada por Laszlo. Sus difíciles exteriores nocturnos simulan muy bien estar iluminados realmente por las luces procedentes del aeropuerto, aunque además en más de una ocasión no tenga problemas en utilizar sin disimulo algunas fuentes de luz industrial ubicadas dentro de los planos, pero siempre logra retener un gran contraste y una profundidad de campo más que adecuada -a pesar de las dificultades que ello conllevaba en el formato de 65mm-, lo que lleva a pensar que utilizó diafragmas cercanos a T/5.6 incluso en estas circunstancias. Sus interiores en el aeropuerto también debieron ser complicados y seguramente fueron resueltos a través de un sistema de luz general que se iba modelando toma a toma, a veces con un dificil balance entre luz fluorescente en los fondos y luz de tungsteno sobre los actores que siempre es equilibrada por Laszlo para que aparezca neutra en pantalla.

En las escenas interiores, Laszlo utiliza el esquema clásico de tres puntos de luz, pero siempre –con alguna pequeña excepción- evitando las sombras sobre las paredes debido a su estratégica situación de una gran luz principal y su relleno, aunque resulta especialmente exitoso en el interior del avión, resuelto con niveles de luz muy altos, pero en alguna situación lleva a plantearse cómo pudo esconder sus fuentes de luz dura en aquél decorado. La cabina está resuelta de la única forma posible, con luz frontal sobre los pilotos en los planos que muestran a ambos, aunque Laszlo corta la luz de los cuatro extremos del fotograma e impide que llegue al fondo de la cabina, de manera que esas tomas también lucen adecuadamente contrastadas, igual que todas las que muestran a los controladores mirando sus pantallas en sus puestos de trabajo.

El trabajo de cámara de George Seaton es muy clásico, con sus tomas amplias y a veces mostrando a varios personajes en el mismo encuadre, pero siempre es más funcional que inspirado, dejando entrever que el realizador era más hábil como guionista y director de actores que tras la cámara, puesto que lo que más destaca, aún en formato doméstico, además del contraste que impone Laszlo dentro del vetusto aspecto de cine de estudio del conjunto, continúa siendo la excepcional claridad del imponente formato de 65mm.

Título en España: Aeropuerto
Año de Producción: 1970
Director: George Seaton
Director de Fotografía: Ernest Laszlo, ASC
Emulsión: Kodak 5254 (100T)
Formato y Relación de Aspecto: 5-perf 65mm (Todd-AO), 2.21:1
Premios: Oscar a la mejor fotografía (nom)

Vista en Blu-ray

© Harmonica Rental & Cinema/Ignacio Aguilar, 2012.