The Sound of Music

Azucarado clásico del cine musical, ambientado en Austria a finales de la década de 1930 y que tiene como protagonista a una institutriz (Julie Andrews) que es enviada desde un convento de monjas para que intente cuidar a los siete hijos del Capitán Von Trapp (Christopher Plummer), a los que conseguirá cautivar gracias a su simpatía y sus dotes para el canto. Pero toda la situación se complica cuando el Capitán comienza a enamorarse de ella, al tiempo que el avance del nazismo en Alemania conlleva el anexión de Austria, a lo que se opone Von Trapp. “The Sound of Music” es una película extremadamente popular, pero tanto como previsible en su planteamiento y desarrollo, que deja lugar a muy pocas sorpresas, incluso a pesar de estar escrita por el prestigioso guionista Ernest Lehman. No obstante, la sobria y eficaz dirección de Robert Wise permite que la película fluya adecuadamente, aunque los resultados están muy lejos de su gran logro anterior en el género musical, la extraordinaria “West Side Story” (1961). Eleanor Parker, Peggy Wood y Richard Haydn, entre otros, completan el reparto de la película ganadora del Oscar en 1965.

El director de fotografía fue el veterano Ted McCord [ASC], que contaba con unos 65 años de edad en el momento de rodar el presente film y que se retiró muy poco después del mismo. McCord es sobre todo conocido porque fue el maestro de Conrad Hall, de quien Hall aprendió el oficio, aunque como él mismo reconocía, ello únicamente fuera un punto de partida en su carrera para tomar su propio camino, pocos años después de debutar como primer operador, sobre todo a raíz de títulos como “Butch Cassidy and the Sundance Kid” (1969) o especialmente “Fat City” (1972), que ya es de estilo moderno. McCord, cuya carrera databa de la década de los años 20, era un director de fotografía absolutamente clásico por supuesto, que obtuvo tres nominaciones al Oscar: por “Johnny Belinda” (Jean Negulesco, 1948) y por “Two For the Seesaw” (Robert Wise, 1962), trabajo que a buen seguro le proporcionó el de “The Sound of Music”, con el que obtuvo la tercera, que perdió ante el trabajo de Freddie Young en “Doctor Zhivago” (1965). McCord fue también el director de fotografía de “The Treasure of Sierra Madre” (John Huston, 1948), “The Breaking Point” (Michael Curtiz, 1950), “East of Eden” (Elia Kazan, 1955), “Giant” (George Stevens, 1956) o “The Spirit of St. Louis” (Billy Wilder, 1957), entre muchas otras.

Robert Wise había rodado “West Side Story” en 5-perf 65mm, en formato Super Panavision 70 y, para “The Sound of Music”, empleó el formato equivalente, el Todd-AO, que era el que solía utilizar la Twentieth Century Fox para sus producciones en gran formato. Este hecho hace que “The Sound of Music”, incluso más de 55 años después de su estreno, posea una excepcional claridad, propia del que junto con su clon de Panavision, probablemente sea el mejor formato cinematográfico jamás visto en una pantalla. Comenzando por la puesta en escena, la misma se trata del típico trabajo vistoso y con oficio de Robert Wise, con muy buenas composiciones de imagen, a veces con muchos personajes en pantalla, más que correctamente dispuestos a lo ancho de la pantalla panorámica, así como contados pero muy bien empleados travellings de acercamiento o alejamiento a la acción. No es, de todas formas, un trabajo tan vistoso como el de “West Side Story”, en el que la química entre la cámara y los actores, mientras éstos cantan o bailan, es total, ya que en el caso de “The Sound of Music” las coreografías son mucho más modestas tanto en ambiciones como resultados, siendo quizá, lo más conocido de la misma, el número de apertura rodado en las montañas desde el helicóptero y con la cámara MCS-70. La iluminación de Ted McCord es muy anticuada, pero funciona de manera razonable a lo largo de casi toda la proyección, aunque tampoco iguala y mucho menos supera la labor de Daniel L. Fapp en “West Side Story”, que probablemente era además más complicada, a pesar de gozar de un mayor número de escenas en decorados de estudio, que siempre suelen ser más cómodas que el rodaje austríaco del grueso de “The Sound of Music” (a pesar que algunos interiores, como la casa de la familia Von Trapp, el convento o el cementerio son obviamente decorados rodados en Los Ángeles).

Todo el film, desde los exteriores hasta cualquier otro tipo de escena, está rodado bajo la luz de McCord, que emplea grandes aparatos en todas las circunstancias, lo que hace que los intérpretes siempre estén modelados por su luz, que en exteriores es mucho más que un mero relleno. Los niveles de intensidad de luz son elevadísimos -probablemente el film esté rodado al menos a T5.6 a 50 ASA- y ello produce por ejemplo un aspecto acartonado en los interiores de la casa de la familia Von Trapp, así como en los retratos de los intérpretes, que poseen el típico aspecto de la fotografía del cine de Hollywood de los años 40 en blanco y negro, solo que con el añadido del color. Esto provoca que, en muchas ocasiones, McCord emplee filtros difusores cuando se acerca a los actores, provocando fuertes discrepancias en cuanto al contraste y la definición con respecto a los planos medios, que están rodados sin filtros. También, en algunos exteriores, cuando el contraste le parecía excesivo al operador, éste emplea filtros de bajo contraste, lo cual supone una pérdida de calidad en un formato tan glorioso como el Todd-AO. Las escenas nocturnas, hacia el final de la proyección, emplean aparentemente filtros tipo “Fog”, muy visibles por ejemplo en los faros de los coches, pero quizá, por estar empleados en secuencias completas, no resultan tan intrusivos como lo son los difusores para esos primeros planos de los actores.

Lo mejor, sin ningún género de dudas, además del uso del formato 65mm, son precisamente esas escenas hacia el final, en las que la oscuridad es una oscuridad real, con mucha separación entre las zonas de luz y de sombra; escenas en las que donde inciden las luces de McCord se ve todo correcto y donde no, los niveles de oscuridad son elevadísimos. Además de durante la representación de la familia Von Trapp ante el público, ello es especialmente evidente durante su huida a través del convento y especialmente en la escena en el cementerio, que funciona muy bien en su concepto de oscuridad “clásica”, hecha con mucha luz. Los resultados, por lo tanto, son buenos, aunque algo inconsistentes en el sentido de que los primeros planos con difusión son exageradísimos y de un concepto excesivamente teatral, mientras que la iluminación de Ted McCord por supuesto que es correcta de acuerdo a los cánones de Hollywood y del cine de la época, pero desde luego que también está por debajo de los trabajos de Daniel L. Fapp en “West Side Story”, el anterior musical de Robert Wise, o de la citada “Doctor Zhivago”, que fue la que ganó el Oscar aquélla temporada, y de forma absolutamente merecida.

Título en España: Sonrisas y Lágrimas
Año de Producción: 1965
Director: Robert Wise
Director de Fotografía: Ted McCord, ASC
Ópticas: Todd-AO
Emulsión: Kodak 5251 (50T)
Formato y Relación de Aspecto: 5-perf 65mm (Todd-AO), 2.21:1
Premios: Oscar a la mejor fotografía (nom)

Vista en Blu-ray

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