War Horse

Adaptación de una novela de Michael Morpurgi, escrita para la gran pantalla por Lee Hall (“Billy Elliott”) y Richard Curtis (“Love Actually”). El film tiene como protagonista a un caballo nacido en Devon (Inglaterra), en donde es criado por el hijo de un granjero (Jeremy Irvine) que se ve obligado a separarse del animal ante el estallido de la primera guerra mundial, cuando su padre no puede mantenerlo y lo vende a un oficial del ejército británico que le promete que se lo entragará sano y salvo al final de la contienda. Rodada íntegramente en localizaciones británicas, “War Horse” es un vehículo perfecto para Steven Spielberg, pues le ofrece la posibilidad de demostrar una vez más su innato talento para la planificación y la puesta en escena, esta vez en un escenario épico y grandilocuente, además de servirle en bandeja una nueva historia en la que mostrar al público su sensibilidad a la hora de filmar películas emotivas. El resultado final, de forma absolutamente consciente y en el buen sentido, es más cercano a un film de Disney que a “Saving Private Ryan”, aunque no por ello el film carezca de algunas escenas que quizá resulten demasiado intensas para el público infantil o edulcoradas para el adulto, además de una marcada irregularidad que lastra un poco sus resultados.

El director de fotografía, una vez más en la carrera del veterano realizador, fue el polaco Janusz Kaminski, que realizó aquí su duodécimo trabajo consecutivo para Spielberg. Lamentablemente, desde hace ya bastantes años, la carrera de Kaminski, un operador que prácticamente rueda en exclusiva para veterano realizador, ha ido perdiendo interés y, tras revelarse con un magnífico operador para rodar historias de un gran matiz realista, labores por las que fue recompensado con dos premios Oscar (“Schindler’s List” y “Saving Private Ryan”), ha tratado de llevar al resto de su filmografía algunas de las técnicas que le dieron éxito en estos films, tales como el empleo de haces de luz, fuertes sobreexposiciones, destellos, difusión, etc. sin tener en cuenta que muchas veces no encajaban con la historia que se estaba narrando. De esta forma, Kaminski demostró, sin querer, que lejos de los ambientes estrictamente realistas de sus dos mejores obras, se encontraba bastante perdido y escaso de recursos. Las cosas no hicieron más que empeorar cuando Spielberg, en una decisión discutible, reemprendió las aventuras de Indiana Jones en el año 2008 y contó con Kaminski para imitar el estilo y técnicas de Douglas Slocombre [BSC] en la trilogía original; estilo de luz dura, sobria y teatral que no podía ser más opuesta a las virtudes del polaco, el cual, tratando de reinterpretar a Slocombe, realizó su peor trabajo, especialmente en unos exteriores en los que los actores estaban «quemados» por su sobreiluminación. “War Horse”, de alguna forma, es un enorme compendio o carta de presentación de Janusz Kaminski, pues posee gran parte de sus virtudes pero también todos y cada uno de sus defectos, algunos de ellos, como veremos, aparecidos con los años, si bien en algunos de los títulos posteriores al presente, como ”Bridge of Spies” o “The Post”, se ha redimido mostrándose algo más comedido, mientras que en “The BFG” o “Ready Player One”, es dificil saber su grado de intrusismo debido al alto contenido digital de las imágenes.

Respecto a “War Horse”, comenzando por el lado positivo, lo mejor de la fotografía de la película corresponde con aquéllos segmentos en los que la historia se centra más en los aspectos bélicos de la trama, cuando la imagen pretende resultar más cruda y, dentro de la estilización de la que hace gala todo el conjunto, pretende ser más realista, con una ligera capa de grano que es más coherente en esta parte que en ninguna otra del conjunto. Ello es especialmente evidente en las escenas en las trincheras, rodadas además con filtros Double-Fog para difuminar la imagen, reducir el contraste y proporcionar con medios físicos otra capa más de neblina en el ambiente. En estas escenas, la imagen es sobria, muy acorde a la historia y luce bien, e incluso extraordinariamente bien en la escena nocturna en que el caballo corre por la tierra de nadie, iluminado por los cohetes y bombas que se lanzan entre ambos bandos (así como un buen número de contraluces puestos ahí por el polaco). Incluso algunas escenas nocturnas, como la que tiene lugar en la enfermería acabada la contienda, con muchas lámparas tipo PAR integradas en el decorado, también tienen un gran aspecto al tiempo que resultan verosímiles. En ningún momento llega a ser el Kaminski crudo e hiperrealista de “Saving Private Ryan”, ni pretende serlo, pero estas secuencias muestran a un operador muy competente tras las cámaras.

Los problemas surgen, una vez más, cuando Kaminski pretende hacer algo para lo que después de casi 30 años de carrera, ha demostrado una vez tras otra que no está tan dotado: obtener imágenes bellas, estilizadas, románticas, en las que los actores y los escenarios luzcan en absoluta plenitud. En esencia, el estilo de Allen Daviau con Spielberg en los años 80, o el de Caleb Deschanel en “The Black Stallion” (1979) y otra decena de films. “War Horse” tiene un tercio inicial en la campiña inglesa que los cineastas pretenden mostrar de forma idílica y aquí es donde aparece el daño adicional que “Indiana Jones and the Kingdom of Crystal Skull” ha realizó en Kaminski, pues a sus haces de luz, difusión (Classic Soft) y sobreexposiciones, todos ellos arbitrarios como siempre, le añadió en esta etapa la utilización de luces duras en los exteriores, tanto para rellenar las sombras, al estilo de los arcos voltaicos del cine anterior a los años 70, como para crear haces de luz que pretenden imitar la luz solar. Y por si fuera poco, en esta ocasión, además, tuvo que luchar contra un enemigo mucho peor que los alemanes combatidos en pantalla: el clima británico. De modo que a todos los tics propios de Kaminski, además de unirse lo peor de su imitación a Douglas Slocombe, también se añaden unas localizaciones en las que, debido al inestable clima, se pasa de cielos cubiertos a despejados (o viceversa) en un único corte de montaje, lo que también implica que cada escena también alterne sol real y sol creado por el operador polaco, en aras a intentar mantener la continuidad de la luz.

El resultado, desgraciadamente, no podría ser más desastroso: cada vez que Kaminski utiliza luz artificial en sus exteriores, lo hace de forma tan evidente y exagerada que el resultado probablemente es peor que si hubiera rodado directamente con la luz disponible ajustando el diafragma en cada toma con un mínimo relleno, puesto que, a pesar de sus enormes medios, nunca consigue igualar ni texturas, colores o intensidades de la luz solar, o ni siquiera mantiene una coherente dirección de ésta, de manera que muchos instantes tienen un aspecto absolutamente irreal, especialmente algunos primeros planos de los actores (veáse al respecto la escena en que el padre vende el caballo al oficial británico). Pero es más, aunque parezca increíble, a veces el planteamiento es tan artificial y tan erróneo que produce dobles sombras en los exteriores (algo complicadísimo de ver en el cine de las últimas cuatro décadas), además de una serie de inconsistencias (a pasar de la luz natural a la artificial y viceversa de forma continua) que apenas hay cuatro o cinco planos que estén montados seguidos y resulten coherentes desde un punto de vista fotográfico a lo largo de larguísimos segmentos de la película. Los interiores, desgraciadamente, al menos en los dos primeros tercios de la película (en Devon y en Francia), también pecan de un enorme exceso de luz e incluso problemas de sombras (véase al respecto la escena interior en Devon con el casero), pero lo fallido que resulta el aproximamiento de Kaminski a los momentos idílicos queda muy bien expuesto durante la escena final, un atardecer, parece ser que rodado en exteriores reales a base de filtros neutros y degradados rojos y naranjas, con los actores iluminados a contraluz por la luz artificial del polaco que, no sólo produce un efecto exageradísimo, que recuerdan a lo más hiperbólico de “Gone With the Wind”, sino que lo peor es que parece rodado en estudio ante pantallas verdes, debido a la poca concordancia que existe entre el primer término (los sujetos) y los fondos (los cielos).

Por suerte, debido a la muchas veces desastrosa (por inconsistente) apariencia de un conjunto que, como decíamos, incluye gran parte de las virtudes y los defectos del operador (aunque eso sí, también hay algunas algunas tomas aisladas y diseminadas a lo largo del montaje que le dan empaque al asunto, como la de los soldados escondidos en el trigo, o el abuelo subiendo la colina) por allí andaba ese señor llamado Steven Spielberg, el cual también demuestra que desde luego no ha perdido ápice de su talento cuando se trata de posicionar y mover la cámara junto a los actores. Lógicamente, como en toda su filmografía, en “War Horse” prevalencen las ópticas tendentes al angular (21-27mm), aunque tampoco faltan algunos teleobjetivos, especialmente durante las secuencias de inicio, para captar bellos momentos del paisaje, pero sobre todo destaca por su pericia para componer tomas con cuatro, cinco o seis personajes repartidos por el encuadre del formato panorámico que tan bien sabe utilizar o, sobre todo, por sus típicos travellings in hacia los personajes en momentos de máxima emotividad, o por la garra que muestra durante las escenas bélicas, con sus travellings laterales que tanto recuerdan a algunos de sus cineastas predilectos.

Por todo ello, el resultado global prácticamente es inclasificable (no en vano, el caballo está mejor iluminado que los actores) puesto que Spielberg se lució una vez más con su puesto en escena, con una dirección muy física, sin apenas CGI, pero el director de fotografía polaco trata de exhibirse en un estilo que, por más que lo intente, no es el suyo, aunque en el terreno en que sí que se maneja bien (el bélico), siga resultando exitoso. Aunque la fotografía fue ignorada por los excompañeros de Kaminski en la ASC, sí que obtuvo sendas nominaciones al Oscar y al BAFTA. No obstante, en opinión de quien escribe estas líneas, si lo que pretendía Spielberg era una vuelta al estilo visual de sus films junto a Allen Daviau, con un estilo romántico, embellecido y, de algún modo, mágico, desde luego no parece que Janusz Kaminski, con todos sus tics, fuera el operador idóneo para ese retorno.

Título en España: War Horse, Caballo de Batalla
Año de Producción: 2011
Director: Steven Spielberg
Director de Fotografía: Janusz Kaminski
Ópticas: Zeiss Master Prime & Angenieux Optimo
Emulsión: Kodak 5207 (250D) & 5219 (500T)
Formato y Relación de Aspecto: Super 35, 2.4:1
Otros: 4K Digital Intermediate
Premios: Oscar a la mejor fotografía (nom), BAFTA a la mejor fotografía (nom)

Vista en 35mm & Blu-ray

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