True Grit

Adaptación de una novela de Charles Portis por la que John Wayne, ya en el final de su larga carrera, consiguió el Oscar al mejor actor principal. En ella “The Duke” interpreta a un viejo Marshall, Rooster Cogburn, que junto con un Texas Ranger (Glen Campbell), parte hacia territorio indio para ayudar a una joven (Kim Darby) cuyo padre ha sido asesinado por un peligroso forajido. Llevada a la pantalla de nuevo por los hermanos Joel y Ethan Coen en 2010 con Jeff Bridges en el papel de Wayne, “True Grit” es un simpático y amable Western en el que destaca la relación entre el viejo cazarrecompensas y la joven que busca venganza, aunque curiosamente, parece ser que Wayne y Darby ni siquiera se hablaban durante el rodaje. Robert Duvall, Dennis Hopper, Jeff Corey o Strother Martin, entre otros, completan el reparto de una de las últimas películas del realizador Henry Hathaway.

El director de fotografía fue uno de los clásicos de Hollywood, Lucien Ballard [ASC], cuya carrera como operador principal se remontaba ya a mediados de la década de los 30, poco después de la aparición del cine sonoro, después de haber sido ayudante de directores de fotografía de prestigio como Lee Garmes o Charles Rosher Sr. En su carrera quizá destaca por encima de todo su asociación con el director Sam Peckinpah, que comenzó con “Ride The High Country” (1962) y que tuvo su punto culminante con la mejor película de ambos, “The Wild Bunch”, estrenada en 1969, además de “The Ballad of Cable Hogue” (1970). Todavía con Peckinpah vendrían dos películas más, en 1972: “Junior Bonner” y “The Getaway”, ambas protagonizadas por Steve McQueen. Ballard además fue el primer director de fotografía con el que trabajó Stanley Kubrick, en “The Killing” (1956), o el autor de “The Party” (Blake Edwards, 1968), aunque se le recuerda más por Westerns como “The Sons of Katie Elder” (Henry Hathaway, 1965), “Will Penny” (Tom Gries, 1966) entre sus más de cien largometrajes que incluyen trabajos de realizadores como Josef Von Sternberg, Budd Boetticher, Robert Wise, Samuel Fuller o Raoul Walsh, entre muchos otros.

Aunque permaneció en activo hacia finales de la década de los 70, Ballard es uno de esos directores de fotografía que únicamente pueden ser calificados como de la “vieja escuela”. Y ello porque a pesar de trabajar, además de en el cine clásico, en una época en la que muchos operadores comenzaron a adoptar técnicas de luz rebotada, indirecta o difusa, Ballard rechazó absolumente todos esos avances estilísticos y trabajó hasta el final con las mismas técnicas que había desarrollado durante toda su carrera (incluyendo el “Obie Light”, un pequeño aparato en el eje de cámara diseñado para iluminar a la que fuera su esposa, la actriz Merle Oberon). Por ello no es extraño en absoluto que la fotografía de “True Grit”, rodada en 1968, posea exactamente el mismo estilo que el del cine en color de los años 40 o 50 y primeros de los 60, antes que el rodaje en localizaciones y las nuevas tendencias impusieran un “look” mucho más moderno. Prácticamente podría decirse que la única técnica moderna adoptada por Ballard en este film es el zoom, usado en algunas ocasiones en los exteriores, ya que el resto es absolutamente clásico y luce muy anticuado.

Ello se debe, principalmente, a que el trabajo de Ballard no es, precisamente sofisticado. En exteriores el director de fotografía emplea grandes aparatos y luces de arco para rellenar todas las sombras y evitar que exista un contraste entre los personajes y los fondos. Pero lo hace de forma tan excesiva, que muchas veces, al emplear los arcos sobre los actores, lo que consigue es que parezca que sus imágenes están rodadas ante fondos de croma o retroproyecciones: ello se debe a que con esa tremenda luz de relleno, la luz del primer término y la del fondo muchas veces no tienen nada que ver. Puede que Ballard fuera muy experimentado y de hecho lo era, pero además de esta escasa concordancia entre su luz y la luz natural de las vistosas localizaciones de rodaje en Colorado, esa luz de relleno crea múltiples sombras sin que a nadie parezca importarle. Hay pocas escenas nocturnas en el film y generalmente están resueltas también de forma clásica: con noches americanas translúcidas que no se esfuerzan demasiado en parecer noches reales.

En los interiores, como podemos imaginar, Ballard emplea también sus grandes aparatos de luz dura, pero al menos, en algunas de sus escenas hay algo más de contraste e imágenes que desde luego no son inspiradas, pero que al menos ofrecen cierta gradación entre altas luces y sombras, dentro de un trabajo que parece o bien rodado muy deprisa, o con una enorme dejadez, además de un estilo demasiado anticuado que, como se ha indicado, no está precisamente bien ejecutado. Por el motivo que fuera, además, los cineastas prescindieron del formato panorámico anamórfico, empleando en lugar de los tradicionales equipos Panavision de la época, las tradicionales cámaras Mitchell, aunque equipadas eso sí, además de con los zooms, con lentes tipo Bausch & Lomb Super Baltar (lo más probable) o Kowa Cine Prominar, que eran entonces la novedad de la época en lo que se refiere a ópticas esféricas convencionales. Así pues, no es una película con una fotografía destacable, sino lo contrario, aunque curiosamente se estrenase el mismo año en que Ballard realizó la citada “The Wild Bunch”.

Título en España: Valor de Ley
Año de Producción: 1969
Director: Henry Hathaway
Director de Fotografía: Lucien Ballard, ASC
Emulsión: Kodak 5254 (100T)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm esférico, 1.85:1

Vista en Blu-ray

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