The Young Savages

Debut en la dirección de largometrajes de John Frankenheimer, quien hasta entonces era un valor al alza surgido de la televisión. Con producción de United Artists y adaptando una novela de Evan Hunter, también fue la primera de las cuatro películas que el director realizó que estuvieron protagonizadas por Burt Lancaster (“The Birdman From Alcatraz”, “Seven Days in May” y “The Train”, las otras tres, también se encuentran entre las mejores de la filmografía del director). Con una ideología claramente liberal, la película tiene como protagonista a un fiscal (Lancaster) que debe acusar a tres jóvenes, pertenecientes a una banda del Este de Harlem en Nueva York, que supuestamente han asesinado con premeditación a un muchacho que pertenecía a una banda rival. Sin embargo, aunque todos los indicios parecen ir en esa dirección, el fiscal comienza a cuestionarse si de verdad los hechos fueron así y es justo que los chicos sean condenados a muerte. Se trata de una película muy sólida, con excelentes interpretaciones (Telly Savales y Shelley Winters son los tres secundarios más conocidos, pero el elenco al completo está a un gran nivel) y con la fuerza habitual del mejor Frankenheimer tras la cámara, que quizá únicamente flaquea en una parte final en la que se le ven demasiado las intenciones.

El director de fotografía fue Lionel Lindon [ASC], en la primera de las cinco películas que fotografió para John Frankenheimer, entre las que se encuentran “The Manchurian Candidate” y “Grand Prix”, rodada en Super Panavision 70. Por supuesto, Lindon, que tenía fama de ser muy rápido, es conocido sobre todo por su trabajo en Todd-AO en “Around the World in 80 Days” (Michael Anderson, 1956), que le valió un Oscar a la mejor fotografía en color. Hombre de la vieja escuela, cuyos orígenes en el cine se remontaban al cine mudo y que era director de fotografía desde comienzos de la década de los 40, era ya todo un veterano cuando comenzó a rodar con el futuro director de “Ronin”. Lindon también estuvo activo en televisión, con trabajos en “Night Gallery”, “Columbo”, “The Munsters” o “Alfred Hitchcock Presents”, haciendo gala de esa rapidez por la que era conocido también en la pequeña pantalla. Adicionalmente, Lindon obtuvo dos nominaciones al Oscar por su trabajo en blanco y negro en “Going My Way” (Leo McCarey, 1944) y “I Want to Live!” (Robert Wise, 1958).

La fotografía de “The Young Savages” es típica de la filmografía de John Frankenheimer, en tanto que fue siempre un director especialmente interesado en narrar sus historias a través de la cámara, empleando todo tipo de técnicas y soluciones ingeniosas en su puesta en escena, pero que siempre dio mucha más importancia también a este aspecto por encima de la luz de sus películas. Por lo tanto, “The Young Savages” es una película en la que destaca mucho una puesta en escena que a veces se parece a lo que hacía Sidney Lumet (por ejemplo, colocando la cámara extraordinariamente cerca de los acusados durante los interrogatorios o el juicio al que son sometidos, para potenciar el efecto de estas escenas) o con los habituales planos torcidos (“dutch-angles”) que aparecen en otras películas del director, por ejemplo, durante las secuencias en las que los acusados escapan tras haber cometido su crimen. Y por supuesto, quizá lo más destacable es que en esta época las lentes de aproximación partida aún no habían aparecido para cine, por lo que para conseguir esos efectos deep-focus que tanto le gustaban y que tan presentes están en toda su filmografía, era necesario emplear niveles de luz elevadísimos y aperturas de diafragma muy cerradas para conseguir esa profundidad de campo tan grande que permite enfocar primer y segundo término de forma simultánea.

Rodada en una mezcla de localizaciones reales (como el verdadero este de Harlem en algunas secuencias iniciales, así como algunas calles de Nueva York) pero sobre todo en estudio (incluyendo claramente algunos exteriores en calles recreadas en plató), el trabajo en blanco y negro de Lionel Lindon es absolutamente clásico. Como indicábamos, para conseguir esos efectos de enorme profundidad de campo que requería Frankenheimer era necesario emplear niveles de intensidad de luz muy altos, e incluso recurrir a emulsiones de alta sensibilidad en blanco y negro (que eran más sensible a la luz que las de color), de modo que tampoco es sorprendente en absoluto que Lindon emplee grandes aparatos de iluminación directos hacia los actores, con el consabido contraluz para separarlos de los fondos y algo de relleno. Pero aún así, para esos primeros planos, se percibe claramente que la profundidad no es suficiente y, en lugar de enfocar el primer término y conseguir que el segundo permanezca a foco, el foquista se ve obligado a utilizar una especie de enfoque promediado bastante molesto: no enfoca ese primer término sino que enfoca un punto entre el primero y el segundo, que realmente hace que la imagen sea demasiado suave porque no hay nada que realmente esté completamente a foco.

Los resultados, además de por este detalle que aparece con demasiada frecuencia, tampoco son demasiado interesantes a nivel lumínico porque Lionel Lindon tampoco parece interesado en conseguir un contraste elevado, algo que por ejemplo ya le ocurría a Ellsworth Fredericks con este mismo director en una de sus obras maestras, “Seven Days in May”. Se trata de una imagen que, por lo tanto, contiene ideas de dirección muy modernas y a veces ingeniosas, faceta en la que siempre destacó John Frankenheimer, pero que desgraciadamente a nivel estético, por el motivo que sea, se encuentra, como otras películas de su filmografía, dentro de un adecuado nivel de corrección pero sin interés alguno en el empleo de la luz. Pero por suerte, gracias al desempeño global del director con la cámara y sobre todo, con los actores, los resultados de la película son notables y este debut en el mundo del largometraje anticipa ya lo que sería la carrera de un director que, cuando se encontraba motivado y con el material adecuado entre manos, era claramente uno de los más interesantes de su generación.

Título en España: Los Jóvenes Salvajes
Año de Producción: 1961
Director: John Frankenheimer
Director de Fotografía: Lionel Lindon, ASC
Ópticas: Cooke Speed Panchro
Formato y Relación de Aspecto: 35mm esférico, 1.75:1

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