The Adventures of Buckaroo Banzai

Estrafalario debut en la dirección del guionista W.D. Richter (“The Invasion of the Body Snatchers”, “Big Trouble in Little China”), que trata de combinar sin mucho acierto acción, comedia y ciencia ficción, todo ello con una especie de tono satírico que no hace sino enrarecer aún más la película. El argumento gira en torno a Buckaroo Banzai (Peter Weller) y su grupo de lucha anti-crimen, que se enfrentan a unos Electroides (alienígenas) procedentes del planeta 10, los cuales estaban escondidos en la Tierra, en la octava dimensión. Todo ello se contempla con suma perplejidad, ya que la película, por un lado, contó con un elevado presupuesto para la época, pero por otro, los efectos de maquillaje imitan a los alienígenas de las películas de serie-B más baratas de los años 50, mientras que los efectos visuales (pésimos para 1984) no se sabe si están hechos a propósito o es que son así de malos. Los resultados, por lo tanto, son desconcertantes en el mejor de los casos, ya que se trata de una película que pretende ser diferente pero lo que acaba produciendo es indiferencia. John Lithgow, quizá en su papel más pasado de rosca (y ya es decir), Ellen Barkin, Christopher Lloyd, Clancy Brown o Jeff Goldblum completan el reparto.

Fruto de su generoso presupuesto, “The Adventures of Buckaroo Banzai” contó con un prolongado período de preproducción y diseños de J. Michael Riva (“The Goonies”, “The Color Purple”, “A Few Good Men”), apoyado por Rick Carter (habitual de Spielberg) como director artístico. Este equipo trabajó mucho con el realizador W.D. Richter para crear el universo de la película. Inicialmente, el director de fotografía fue Jordan Cronenweth [ASC], quien tuvo una breve carrera como consecuencia de padecer Parkinson, pero dejó obras como “Rolling Thunder”, “Altered States” y sobre todo, por supuesto, “Blade Runner”. Pero Cronenweth, después de rodar alguna secuencia, fue despedido por el estudio –se dice que directamente por el propio jefe, David Begelman- que no quería que el film tuviera un aspecto sombrío, sino algo mucho más ligero y caricaturesco (hay que recordar que “Blade Runner” fue un fracaso de taquilla muy sonoro y que en su momento fue achacado, en parte, al poco después universalmente reconocido aspecto visual de la película).

Por ello, en contra de los deseos del director y del equipo, Fred Koenekamp [ASC] («Papillon«) se hizo cargo de la película. Si Cronenweth era uno de los operadores de un estilo más moderno de Hollywood, Koenekamp era sin ningún género de dudas uno de los más anticuados, de modo que eran diametralmente opuestos. Habitual de Franklin J. Schaffner (fue nominado al Oscar por “Patton” y “Islands in the Stream”, en 1970 y 1977, respectivamente) y del cine de Irwin Allen (ganó un Oscar compartido con Joe Biroc por “The Towering Inferno” en 1974, participando además en los últimos coletazos del cine de catástrofe en “The Swarm” y “When Time Run Out…”). Ya en los 70 era un operador extraordinariamente conservador (rodó “Patton” con 47 años, imitando el trabajo de operadores clásicos nacidos veinte o treinta años antes que él) pero lo que resulta muy llamativo es que no evolucionó en absoluto, utilizando bien entrados los 80 el mismo estilo de luz dura del clásico esquema de los tres puntos de luz igual que lo hacía a comienzos de los 60. Se retiró a los 67 años con “Flight of the Intruder” (John Milius, 1991), que como el presente título, tiene un aspecto visual del pleistoceno de la fotografía cinematográfica. El mismo reconoció que dejó el cine porque no le gustaban ya los proyectos para los que le llamaban; desde 1980 su campo principal fue la TV, rodando mucho menos cine y siempre películas muy menores. Únicamente mantuvo hasta el final su relación con Schaffner, hasta el fallecimiento del director en 1989.

Es muy fácil reconocer qué escena de entra las que rodó Cronenweth permanece en el montaje final: aquélla en la que la banda de Buckaroo Banzai ofrece un concierto y se introduce al personaje de Ellen Barkin. Aunque parece que en el etalonaje se ha aclarado bastante el aspecto de la escena, la utilización de humo, fuertes haces de luz hacia los actores y neones en el escenario pone de manifiesto la mano del creador de “Blade Runner” detrás de esta escena. Hay otra escena nocturna, con un neón azulado dentro de una furgoneta (con Buckaroo y Hikita) que no es desde luego del estilo de Koenekamp, pero el resto de la película es cien por cien seguro que no contiene ninguna secuencia más completa rodada por Cronenweth (algún plano de efectos contiene haces de luz y humo muy de su estilo; podría ser que se rodasen al comienzo de la producción para encajar con el estilo del operador original). Es fácil darse cuenta de que el 99% del film fue rodado por Koenekamp porque sus luces duras sobre los actores y el decorado, la inexistente justificación de fuentes de luz, las sombras por todo el set y el estilo plano y televisivo, así como, sobre todo, la renuncia a cualquier innovación en técnica cinematográfica posterior a 1965 son más que aparentes en todo el metraje. Lo cierto es que si el estudio quería que el film fuera una caricatura, es seguro que acertó, aunque es imposible pensar que Cronenweth fuera a empeorar los resultados globales y aún más imposible creer que no los hubiera mejorado, por lo menos en lo estético.

Ni siquiera a nivel técnico es una fotografía demasiado salvable; no está rodada íntegramente con zooms, como muchos otros títulos de Koenekamp, pero sí que aparecen en muchas ocasiones como cámaras “B” o directamente haciendo alejamientos o acercamientos de la imagen. Koenekamp, para usarlos con su apertura máxima de T4.5 en anamórfico, tendía a forzar el revelado, pero en esta época ya habían aparecido las primeras emulsiones de alta sensibilidad de Kodak (5293 de 250 ASA y en 1984, la 5294 de 400 ASA), que no eran de demasiada calidad y lucían muy granuladas, aspecto que desde luego puede aplicarse a “Buckaroo Banzai”, incluso a pesar que los niveles de intensidad de luz de Koenekamp eran elevados y sus diafragmas, de al menos T4. Visto su trabajo aquí, no es de extrañar que en los 80 su campo de trabajo principal (rodó cerca de 30 telefilms en la década, además de 13 películas) fuera la televisión; un operador con un estilo tan arcaico era imposible que casase con un director con ciertas ideas visuales o con una producción de empaque. Así pues, “The Adventures of Buckaroo Banzai” es un caso digno de estudio, pero desgraciadamente por los innumerables problemas que tiene y no por sus inexistentes virtudes.

Título en España: Las Aventuras de Buckaroo Banzai a través de la Octava Dimensión
Año de Producción: 1984
Director: W.D. Richter
Director de Fotografía: Fred Koenekamp, ASC
Ópticas: C-Series & Super Panazoom Cooke
Formato y Relación de Aspecto: 35mm anamórfico (Panavision), 2.4:1

Vista en Blu-ray

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