Point Blank
Segunda película y primer trabajo americano de John Boorman, en el que el cineasta londinense adapta una novela de Donald E. Westlake (firmada como Richard Stark) acerca de la venganza de un sicario contra una peligrosa organización criminal y aquéllos que directamente participaron en su intento de asesinato. Muy influencial, vanguardista, sensorial y a veces extraña, quizá lo mejor de la película, además de la estupenda composición de Lee Marvin en el papel principal, sea la ambigüedad de su acción, que incluso ha dado lugar a muchos debates acerca de si lo que se ve en pantalla es una acción real o un sueño del protagonista.
Rodada íntegramente en California con localizaciones en San Francisco y Los Ángeles, “Point Blank” fue la única colaboración del director con el director de fotografía Philip Lathrop [ASC], el clásico operador norteamericano que había forjado su carrera comenzando desde lo más bajo del escalafón en el departamento de cámara, para posteriormente ocupar el puesto de operador para Russell Metty (“Touch of Evil”, “Spartacus”), habiendo ascendido al cargo de director de fotografía a finales de los años 50. Lathrop fue, además, incluso al final de su carrera, un claro exponente del estilo típico de la fotografía en color Hollywoodense de los años 50 y 60, es decir, de altos niveles de luz, aparatos proyectados directamente sobre los actores y escaso o nulo realismo, siendo muy poco permeable a las técnicas que llegaban de Europa por esta época y que supusieron importantes avances en la imagen cinematográfica. Por consiguiente, era un operador cuya forma de pensar era bastante diferente a la de Boorman, un director que siempre ha dado mucha importancia a la fotografía de sus películas y que siempre se ha caracterizado por el aspecto natural y moderno de las mismas.
En “Point Blank”, quizá lo que más destaque, por tanto, sea el brillante uso del formato panorámico anamórfico, puesto que, como cabía esperar, Lathrop lleva a cabo una iluminación muy típica de la fotografía en color de estudio de los años 60, en la que los actores siempre respetan sus marcas con respecto a la luz principal de cada decorado, los niveles de iluminación generalmente son muy altos y, como consecuencia del colorido del diseño de producción y de vestuario, la paleta de color es muy amplia y debido al uso de luces duras, los tonos aparecen fuertemente saturados.
En los exteriores predominan los cielos soleados de California y todo el film se desarrolla en localizaciones urbanas, en las que Lathrop utiliza una fuerte luz de relleno sobre los actores para eliminar las sombras y ocasionales zooms. Sin embargo, son las escenas interiores nocturnas las que resultan más interesantes de todo el conjunto, no sólo por los tímidos intentos de justificación de fuentes lumínicas en las lámparas presentes en el decorado, sino también por la oscuridad y relativa ausencia de luz con la que están fotografiados algunos de los lugares que recorre el personaje principal (el club nocturno, la casa de Reese) y la brillantez en la elección de algunos de los ángulos de cámara, como si Boorman hubiera conseguido forzar a un operador clásico como Lathrop a buscar una imagen menos tradicional que la que era habitual en él.
Así pues, la fotografía de “Point Blank” es uno de los títulos más interesantes de Philip Lathrop, pues al oficio que siempre se le presupone a un operador de sus características, se le añade la inventiva puesta en escena y trabajo de cámara, así como algunos detalles mucho más vanguardistas, aunque casi todo ello parece que fuera idea de John Boorman, a la vista de los anteriores y posteriores trabajos del director de fotografría americano.
Título en España: A Quemarropa
Año de Producción: 1967
Director: John Boorman
Director de Fotografía: Philip Lathrop, ASC
Emulsión: Kodak 5251 (50T)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm anamórfico (Panavision), 2.35:1
Vista en DVD
© Harmonica Rental & Cinema/Ignacio Aguilar, 2012.