Le Deuxième Souffle

Adaptación de una novela de José Giovanni escrita, producida y dirigida para la pantalla por Jean-Pierre Melville, en la que Lino Ventura interpreta a Gu, un convicto fugado de la prisión en la que ha permanecido diez años que, antes de escapar para siempre de Francia, tiene la oportunidad de participar en un golpe a un furgón blindado en el que conseguir una importante suma de dinero para hacer más fácil su vida en el exilio. Sin embargo, el metódico comisario Blot (Paul Meurisse), le sigue la pista de más cerca de lo que él piensa. Con una larguísima duración de dos horas y medias, Melville tiene tiempo para exponer una complicada trama que sigue varias líneas argumentales conjuntas y que como en su clásico “Le Cercle Rouge” (1970), no quedan plenamente enlazadas hasta prácticamente el final de la primera hora de proyección. Aún así, siendo su narrativa precisa y metódica (como siempre, poniendo un énfasis especial en el procedimiento del robo, que una vez más es la escena central del film), “Le deuxième souffle” parte de un guión que no es tan redondo como el de otros de sus clásicos, con varios giros argumentales que son demasiado abruptos o casuales para el total éxito de la propuesta.

Para su última película en blanco y negro, Jean-Pierre Melville tuvo como colaborador a Marcel Combes, un director de fotografía infinitamente menos conocido que el habitual del realizador, que no era otro que el gran Henri Decaë. La carrera de Combes se inició a mediados de la década de 1950 en Francia y transcurrió íntegra en el país galo, sin que como otros de sus compañeros de generación (Combes estuvo activo en cine hasta casi 1990), tuviera la oportunidad de participar en grandes películas o producciones internacionales rodadas en Francia, como sí hicieron operadores como Jean Tournier, Marcel Grignon o Walter Wottitz que, sin ser excesivamente conocidos, poseen películas y proyectos que sí que lo son. De hecho, “Le deuxième souffle” es el título más popular de Combes con mucha diferencia, dentro de una carrera con un total de 46 largometrajes.

Rodada principalmente en localizaciones de París y Marsella, con algunos interiores de estudio, “Le deuxième souffle” se caracteriza, como otras obras de Melville, por un marcado intento de realizar una puesta en escena directa y un aproximamiento estético que, dentro del blanco y negro, pretende resultar realista. No es pese a ello una película que haga uso de las más modernas técnicas fotográficas que precisamente practicaban en el cine francés de la época maestros como Néstor Almendros, Raoul Coutard o el antecitado Henri Decaë; en el trabajo de Combes predominan las luces duras, así como las múltiples fuentes direccionales sobre los actores o el decorado, que a veces conllevan múltiples sombras involuntarias. Sin embargo, a pesar de esto, sí se aprecian intentos por incluir en estos decorados o estancias fuentes de luz que, aunque no realizan trabajo de iluminación real, sí pretenden dar esa apariencia y a veces incluso tienen cierto éxito. Hay que tener en cuenta que, si bien en esta época las emulsiones fotográficas en color (como la famosa Kodak 5251) eran de únicamente 50 ASA, en blanco y negro era posible emplear emulsiones como la Double-X (200 ASA) o incluso la Tri-X (400 ASA), si bien era de uso limitado porque era ya muy granulada. Lógicamente este tipo de emulsiones facilitaban en blanco y negro la utilización de una luz más realista con respecto al color.

Sin embargo, este es uno de esos films de los años 60 que sucumbieron en exceso al zoom. En esta época y precisamente en Francia, Angenieux lanzó zooms como el 35-140mm T4.4 o el famoso 25-250mm T3.9. Ambos parece que están empleados en esta película en todas o casi todas las escenas, por lo que además de que su rendimiento óptico era pobre, requerían elevar notablemente los niveles de intensidad de luz y, de alguna forma, contrarrestaban la ventaja del blanco y negro. Cierto es que Melville usa bien el zoom en ocasiones, para sugerir por ejemplo el punto de vista voyeurístico antes del asalto al furgón blindado, pero en general el zoom, como en casi todas las películas de esta época contempladas desde una perspectiva actual, está empleado demasiadas veces como sustituto de los travelling o de la grúa Dolly, además de estar mal operado y aparentemente, a mano, sin dispositivos que permitieran ejecutar alejamientos o acercamientos mucho más suaves. Lo cierto es que en este aspecto, hay otras películas de Melville (como las posteriores) en que el uso del zoom está mejor planteado y ejecutado, mientras que en las primeras, rodadas con ópticas fijas, los resultados son mejores porque conllevaban una puesta en escena más trabajada, aunque sea en su ejecución técnica o plasmación en el set.

Los resultados, aunque la película funciona notablemente bien, son desiguales por lo tanto a nivel estético, ya que el film se mueve constantemente en una zona híbrida entre el cine negro clásico (del que proceden las raíces de Melville) y las nuevas tendencias estilísticas desarrolladas en Francia precisamente durante esta década, sin decantarse nunca por completo en uno u otro sentido, pero cogiendo un poco de aquí y allá, eso sí, sin un director de fotografía capaz de aportar tanto al cine de Melville como sin lugar a dudas lo era Henri Decaë, que es casi seguro que hubiera aportado un punto de oficio técnico (él o su equipo) que le hubiera venido bien a la película.

Título en España: Hasta el Último Aliento
Año de Producción: 1966
Director: Jean-Pierre Melville
Director de Fotografía: Marcel Combes
Ópticas: Angenieux
Formato y Relación de Aspecto: 35mm esférico, 1.66:1

Vista en HDTV

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