El Niño

Retorno a la gran pantalla del mismo equipo de “Celda 211” (2009), con una historia ambientada en el estrecho de Gibraltar, lugar fronterizo y clave en el tráfico de drogas desde África a Europa. Luis Tosar interpreta a un policía que, junto a su compañera (Barbara Lennie) lleva un tiempo siguiendo a una importante organización cuya cabeza visible es un británico radicado en Gibraltar (Ian McShane); al mismo tiempo, el debutante Jesús Castro toma el papel del personaje que da título al film, un joven algecireño que se inicia en el transporte de droga desde las costas africanas en compañía de un amigo (Jesús Carroza) y un joven de procedencia marroquí (Saed Chatiby). La estructura de la película, a base de montajes paralelos, muestra los avances de unos y otros hasta que sus caminos se cruzan en mitad del estrecho. Monzón, co-autor del guión junto a Jorge Guerricaechavarría, dirige con pulso la última gran producción del cine español, logrando una película que mantiene un buen equilibrio entre el desarrollo de personajes y la acción, con un buen número de secuencias marítimas que están muy bien resueltas. Quizá la influencia de la más reciente televisión americana sea demasiado evidente en la película, su puesta en escena y desarrollo, pero el trabajo del reparto, la frescura de algunas de sus situaciones y diálogos y el despliegue de medios hacen de “El Niño” una propuesta muy interesante y a ratos notable, siempre teniendo en cuenta su perspectiva y enfoque comercial, en la que también destaca el “score” musical a cargo de Roque Baños.

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El director de fotografía es el veterano barcelonés Carles Gusi [AEC], que hasta la fecha siempre ha acompañado a Monzón en sus aventuras en la dirección. Autor también de la fotografía de títulos como “Torrente: el brazo tonto de la ley” (Santiago Segura, 1998), “Acción Mutante” (Alex de la Iglesia, 1993), “Te doy mis ojos” (Icíar Bollaín, 2002), Gusi es ya un todo-terreno clásico de nuestro cine, que de momento ha obtenido una única nominación al Goya, precisamente por “Celda 211”. Como en aquélla, rodada con el primer modelo de Red One (y su sensor M), Monzón y Gusi han vuelto a recurrir a cámaras Red, en este caso la Epic, con ópticas Ultra Prime y zooms Alura de Arri, aunque curiosamente también han vuelto a llevar a cabo una renuncia voluntaria al formato panorámico que si utilizaron en alguno de sus trabajos en celuloide y que a priori podría haber dado más juego en las localizaciones en las que está rodada la película (Gibraltar, Algeciras, Ceuta, Cabo de Gata o Canarias, entre otras).

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La imagen de “El Niño” es bastante directa y no parece buscar un estilo especial, más allá de que la pretensión de que toda la película y los actores luzcan bien en casi toda circunstancia. Decimos esto porque son muy frecuentes, a lo largo de la proyección, los momentos en que Gusi o su operador de segunda unidad (Josu Incháustegui) se esfuerzan por capturar instantes en que la luz del estrecho es lo más atractiva posible, sin necesidad de recurrir a artificios o luces adicionales, pero también, asimismo, sin múltiples los instantes en que se recurre a filtrajes (degradados y posiblemente, filtros de color) y al etalonaje para recrear aspectos más específicos y la luz cálida que a priori se asocia al lugar donde se desarrolla la historia. Esta heterogeneidad también aparece no sólo en las tomas más amplias, sino también en las escenas de diálogo; algunas de ellas están capturadas aparentemente con la luz disponible, mientras que en otros momentos se percibe muy bien cómo Gusi sitúa a sus personajes debajo de palios o sedas para filtrar la dureza de la luz solar y favorecer el aspecto de sus actores. Es decir, es tan frecuente que Gusi, por ejemplo, cuando rueda desde un interior hacia un exterior, o hacia una fuente de luz, deje a sus personajes casi en silueta, en lo que parece un aproximamiento muy natural como que, en otras situaciones, exista un esfuerzo por estilizar y mejorar esa realidad. Las escenas nocturnas están rodadas con niveles de luz muy bajos, a veces también haciendo uso –en los fondos- de las reales en escenarios naturales como el Puerto de Algeciras.

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El aspecto de estas secuencias es creíble, pero muestran el mayor inconveniente de todo el trabajo de Gusi, que desgraciadamente no es aislado: toda o casi toda la fotografía nocturna está rodada alargando la velocidad de obturación hasta los 270 o 360 grados, de modo que aparecen los temidos artefactos de vídeo que ya fueron criticados en “Celda 211” o en películas de Michael Mann como “Collateral”, “Miami Vice” o “Public Enemies”. La mayor sensibilidad de las Red Epic con respecto a la Red One original (800 ISO vs. 320 ISO), así como que la producción nunca se planteara el uso de Zeiss Master Primes, hace que la decisión de rodar estas escenas con el obturador abierto resulte extraña, porque desde luego, es premeditada y no consecuencia de las circunstancias necesarias para el rodaje. Por otro lado, las Red Epic –equipadas con su sensor Mysterium-X y no el nuevo Dragon, que no estaba disponible durante la primavera de 2013- muestran una latitud muy amplia, que únicamente se ve comprometida en la escena en que Jesús Castro y Jesús Carroza visitan la futura vivienda del segundo de ellos, con una toma desde un interior hacia el exterior que muestra un fondo excesivamente quemado. Curiosamente, en este sentido, es de reseñar que la película parece que está etalonada buscando conscientemente que los negros no sean absolutamente negros, sino algo más translucidos, lo que produce un ligero efecto de bajo contraste que favorece el rango dinámico y el aspecto fílmico global. Por el contrario, combinadas con ópticas Ultra Prime, las Red Epic sí muestran una resolución y detalle en la imagen muy alto, lo cual favorece a las grandes vistas exteriores de las que hace gala el film.

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La puesta en escena de Monzón está algo contaminada por el lenguaje televisivo de nuestros días, con algunas escenas resueltas con multicámaras y/o teleobjetivos, pero cumple bien su papel en términos generales. Donde realmente brilla la película a nivel técnico es durante sus escenas marítimas, con persecuciones diurnas y nocturnas muy bien resueltas y que, sin lugar a dudas, son el mayor reclamo de la producción para el gran público. Los resultados globales, por lo tanto, son buenos, quizá demasiado heterogéneos y sin un fuerte concepto o idea estética tras los mismos, pero en cualquier caso, en todo momento muestran que ha habido un fuerte esfuerzo de la producción por ofrecer un film con un elevado nivel técnico y visual y, desde ese punto de vista, los resultados sin lugar a dudas están a la altura de las expectativas y compiten sin menor problema con producciones extranjeras de alto nivel. Lástima que la decisión de rodar las escenas nocturnas alterando el ángulo de obturación provoque molestos efectos de vídeo sea tan consciente por parte de los cineastas como incomprensible para quien escribe estas líneas, porque de no mediar este efecto, estaríamos hablando de un film con un acabado visual muy alto, que incluso se permite el lujo de homenajear a «Raiders of the Lost Ark» (Steven Spielberg, 1981) en su conclusión.

Año de Producción: 2014
Director: Daniel Monzón
Director de Fotografía: Carles Gusi, AEC
Ópticas: Zeiss Ultra Prime & Arri Alura
Formato y Relación de Aspecto: Red Epic (5K), 1.85:1
Otros: segunda unidad de Josu Incháustegui

Vista en DCP

© Harmonica Rental & Cinema/Ignacio Aguilar, 2014.