Cobra

Adaptación (suponemos que muy libre) de una novela de Paula Gosling, escrita para la pantalla para sí mismo por Sylvester Stallone, que interpreta al policía cuyo nombre da título al film. El argumento es muy simple: una mujer (Brigitte Nielsen) presencia un asesinato y desde ese momento es perseguida por el grupo de asesinos en serie que ha cometido ese crimen. El caso es asignado al detective Cobretti (Stallone), cuyos métodos son tan suicidas como expeditivos, a fin de proteger a la testigo de los intentos de asesinato de los que es víctima. “Cobra” no es sino una versión más salvaje, ochentera y disparatada de “Dirty Harry”, a la que en cierto modo rinde homenaje con dos actores secundarios extraídos del film de Don Siegel (Reni Santoni y Andrew Robinson), pero cuyo desarrollo es opuesto a la sobriedad del film protagonizado por Eastwood. Aunque “Cobra” es una película con mala fama, hay que reconocerle mucho oficio en la puesta en escena, con brillantes secuencias de acción con especialistas arriesgando su integridad, así como un notabilísimo montaje de las mismas que potencia las virtudes de un rodaje físico como este.

El director de fotografía fue Ric Waite [ASC], quien seguramente obtendría el trabajo como fruto de su relación con el realizador Walter Hill, de cuyo cine tiene “Cobra” bastantes reminiscencias. Waite es conocido sobre todo por su labor en films como “The Long Riders” (1980) o “48 Hrs” (1982) a las órdenes de Hill, aunque también llevase a cabo las labores de dirección de fotografía en “Red Dawn” (John Milius, 1984), uno de los peores títulos de su director. Waite también colaboró con Herbert Ross en “Footloose” (1984) o con Chris Columbus en su debut en la dirección con “Adventures in Babysitting” (1987) y ya en los 90, con John Frankenheimer en la película televisiva sobre el campo de prisioneros de “Andersonville” (1996).

La imagen de “Cobra” es muy típica tanto de su época como del estilo de Ric Waite, un director de fotografía que en aquél momento ya era más bien veterano (superaba holgadamente los 50). Es típica de los 80 porque en ella aparecen en múltiples ocasiones los planos a contraluz y llenos de humo que tienen reminiscencia, por ejemplo, del trabajo de Gerry Fisher en “Highlander”, en esta ocasión para retratar al grupo de facinerosos que hacen las veces de malos de la función y hacer que parezcan aún más amenazadores. El resto del film está rodado con un aspecto menos esteticista, pero aún así, Waite recurre generalmente a filtros de bajo contraste o tipo Frost (como los Wilson Supa Frost) que hacen que la película a veces tenga un aspecto suave y delicado que supone una cualidad rara en un film de este estilo. Y es típico de Waite también porque es un operador algo extraño, capaz de rodar exteriores nocturnos muy abierto de diafragma y simplemente cambiando las luces de las farolas por otras de mayor potencia para dar una apariencia de naturalidad a dichas escenas, pero después rueda múltiples interiores con luz dura sobre los actores, cuando lo normal hubiera sido al revés. Curiosamente, Waite hace poco o nada para favorecer a Brigitte Nielsen, la cual también tiene un estilismo que parece diseñado por su mayor enemigo.

El film, que extrañamente renunció al formato panorámico anamórfico (quizá por influencia de Waite, un operador que aparentemente siempre o casi siempre rodaba en esférico), está bien rodado por George P. Cosmatos, un realizador con mucho oficio y no siempre bien ponderado. Aunque aquí hay algo de ese estilo de Walter Hill que comentábamos anteriormente (quizá mediante Ric Waite), por ejemplo en el uso de teleobjetivos, lo cierto es que en “Cobra” hay un excelente trabajo de planificación de las escenas de acción, tanto con multicámaras, como con el uso de la cámara lenta para determinados momentos de dicha acción. Ello hace que, por encima de un argumento muy rutinario y del cuestionable mensaje de la película, el mayor interés de “Cobra” a nivel cinematográfico sea el trabajo de especialistas y el rodaje físico del film, con coreografías organizadas para captar y rodar la acción que a veces son muy, muy elaboradas.

Rara vez es, eso sí, un film de imágenes brillantes. El estilo es demasiado raro y tiene demasiada mezcla de diferentes influencias como para poder ser considerado como notable, pero lo cierto es que fruto de esa misma rareza y de todas las fuentes de las que bebe, prácticamente cada fotograma tiene interés: bien sea porque en algunas partes el film abraza directamente el esteticismo más propio de un Russell Mulcahy o Adrian Lyne en la época, o porque el estilo del propio Waite (que aquí usa bastantes filtros de color en las escenas urbanas del film, suponemos que para hacer que las imágenes tuvieran más chicha) era lo suficientemente llamativo y moderno como para que sus imágenes destaquen, aunque este director de fotografía estuviera lejos de ser un número uno. Curiosamente, Waite y Mulcahy fueron los encargados de comenzar el rodaje de “Rambo III” con el propio Stallone solo dos años después, antes que fueran despedidos en mitad de una complicadísima producción de la que tuvo que hacerse cargo sobre la marcha el británico Peter MacDonald.

Título en España: Cobra, el brazo fuerte de la ley
Año de Producción: 1986
Director: George P. Cosmatos
Director de Fotografía: Ric Waite, ASC
Ópticas: Panavision Ultra Speed MKII
Formato y Relación de Aspecto: 35mm esféricos, 1.85:1
Otros: fotografía adicional de Nick McLean

Vista en HDTV

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