Cabaret

Uno de los musicales más famosos de la historia del cine, ganador de ocho premios Oscar de la Academia de Hollywood, que narra una historia ambientada en la Alemania de entre guerras, centrada en una chica que trabaja como cantante y bailarina de un club nocturno (Liza Minelli) y su compañero de apartamento (Michael York), un joven estudiante británico que pretende acabar su doctorado y mantenerse ofreciendo clases de inglés. Juntos se adentran la sociedad alemana de la época, alternando con personajes de diferentes clases, al tiempo que los partidarios del partido nazi van tomando posiciones en los primeros años de la década de 1930. El director teatral y coreógrafo Bob Fosse obtuvo un gran éxito con el film (incluyendo el Oscar al mejor director, arrebatándoselo a Francis Coppola por la primera parte de “The Godfather”) no solo por sus brillantes números musicales (muy bien integrados en la historia, apoyándola y matizándola), sino también por proponer un drama algo folletinesco pero que a la hora de la verdad funciona bien en la pantalla, sobre todo por la parte de su trasfondo histórico.

El director de fotografía fue el británico Geoffrey Unsworth [BSC], el operador de más prestigio de su país durante la década de los 70, una vez que Freddie Young, ganador de tres premios Oscar entre 1962 y 1970, comenzase a trabajar en proyectos más pequeños debido a su avanzada edad. Pero Unsworth no fue la primera elección de Fosse, que a punto estuvo de no hacer el film por su empeño en contar con Robert Surtees, el notable director de fotografía americano con el que había rodado “Sweet Charity” (1969), se debut como director, que había sido un fracaso y el estudio lo achacaba a algunas de las técnicas empleadas por el director de fotografía. Tras sopesar la posibilidad de contratar a Sven Nykvist, el operador predilecto de Ingmar Bergman (y con el que rodaría once años después “Star 80”), Fosse se decidió por Unsworth, cuya historia es conocida: uno de los operadores clásicos británicos, nominado al Oscar por “Beckett” (1964), que en 1968 estrenó “2001” de Stanley Kubrick y que en los 70 inició una transición-ruptura hacia un tipo de imagen mucho más suave y difusa, que rompía por completo con la imagen dura, contrastada y saturada de la fotografía en color de las décadas anteriores. Tras ganar el Oscar por “Cabaret”, Unsworth, famoso por sus filtros de niebla, se hace cargo de proyectos como “Zardoz” (John Boorman, 1974), “Lucky Lady” (Richard Lester, 1975), “A Bridge Too Far” (Richard Attenborough, 1977), “Superman” (Richard Donner, 1978) y “Superman II” (Richard Donner, 1980), “The First Great Train Robbery” (Michael Crichton, 1978) y “Tess” (Roman Polanski, 1979), durante cuyo rodaje fallece y es sustituido por Ghislain Cloquet, con el que compartiría un Oscar póstumo en 1980.

La fotografía de “Cabaret” parece ser que obedece al concepto suave, cálido y difuso que tenía Fosse de la película. Unsworth, que era un fan del también británico David Watkin y su trabajo en “The Charge of the Light Brigade” (Tony Richardson, 1968), venía experimentando con el uso de luz suave y humo, aunque por ejemplo en “Cromwell” (Ken Hughes, 1970) solo unas pocas escenas hacen uso de la misma, siendo la mayor parte de la fotografía un trabajo clásico de estudio, rodado con luz dura y altos niveles, como mandaban los cánones de la época. Pero aprovechando que las escenas en el local que da título al film debían poseer un aspecto brumoso, lleno de humo, que reduce el contraste y la saturación, Fosse y Unsworth trasladaron ese concepto también a las escenas que suceden fuera del “Cabaret”. Es decir, al grueso de la proyección. Si bien las primeras hacen uso de luz dura sobre el escenario y todo tipo de iluminación de color, destacan por sus frecuentes e inventivos cambios de luz, así como, sobre todo, por el arrojo que muestra Unsworth cuando rueda recursos del público que presencia esos números y los muestra casi en penumbra, con una luz muy subexpuesta y a través de humo y teleobjetivos, consiguiendo una atmósfera muy íntima a pesar que el contraste es casi nulo.

La mayor parte de los números musicales están rodados con lentes zoom (seguramente el Angenieux 25-250mm T3.9 que apareció en 1962), con la salvedad obvia de algún plano en cámara en mano en los que una Arri 2c y una lente fija (seguramente Cooke Speed Panchro) hacen acto de presencia. El uso del zoom, casi siempre como focal variable para reaccionar ante los movimientos de los actores, y especialmente de un zoom como el Angenieux, cuya resolución en ambos extremos es muy deficiente, hace que el film tenga una nitidez escasísima, así como que sean frecuentes ligeros desenfoques, bien por fallo del foquista o por falta de resolución del cristal.

En las escenas fuera del local, Unsworth sustituye el humo por los filtros de niebla, de modo que la textura sigue siendo extraordinariamente suave y la nitidez prácticamente nula, siendo “Cabaret” una de las películas menos definidas que es posible visionar. Ello se debe a que estas secciones, en apariencia, también están rodadas con el Angenieux, que únicamente muestra algo de resolución cuando se utiliza a T/8.0 ó T/11, así que abierto de diafragma y a T/4.0 el foco es super dulce en todo momento. Como el contraste también es super bajo, ello posibilita a Unsworth utilizar una luz más dura de lo que realmente aparece en pantalla; es el lienzo empleado (el zoom abierto de diafragma, los filtros de niebla y la fuerte textura del granulado negativo, seguramente forzado) lo que hace que incluso su luz parezca más suave de lo que en realidad es. Lo cierto es que Unsworth lleva a cabo un trabajo de justificación de fuentes muy en la línea del propio Watkin o de su pupilo John Alcott (que comenzaba a destacar con Kubrick en “A Clockwork Orange”), haciendo que la luz entre realmente por las ventanas o proceda de las fuentes integradas en el decorado, pero puede permitirse una luz un poquito más dura que aquéllos por las particulares elecciones técnicas que llevó a cabo.

Los resultados, no obstante, si bien desde una perspectiva actual quizá obedezcan demasiado al estilo suave y fuertemente difuminado a través del filtraje que se puso de moda justo a raíz de este film, son muy notables, porque lo que Fosse y Unsworth consiguen es una atmósfera que envuelve al espectador y que traslada muy bien a la época. No es una fotografía realista, por tanto, sino una destinada a ser la propia del film, y en ese sentido funciona muy bien, con una perspectiva que, en la época, era moderna y original para afrontar una historia de este tipo. Curiosamente, los cineastas decidieron retratar Berlín como una ciudad cálida y soleada (aunque para ello tuvieran que cambiar la letra de alguna de las canciones brillantemente interpretadas por Joel Gray), lo cual les funciona muy bien en la pantalla gracias a algunos exteriores en que la luz natural disponible es de gran calidad y está muy bien aprovechada, aunque quizá lo mejor y más recordado del film sea la forma en que Fosse rueda la parte musical, involucrando al espectador en la misma con sus travellings, con la cámara a cargo del brillante operador Peter MacDonald [BSC] futuro director y director de fotografía que trabajó muchos años como segundo de Unsworth.

Título en España: Cabaret
Año de Producción: 1972
Director: Bob Fosse
Director de Fotografía: Geoffrey Unsworth, BSC
Ópticas: Angenieux 25-250mm, Cooke Speed Panchro
Emulsión: Kodak 5254 (100T)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm esférico, 1.85:1
Premios: Oscar a la mejor fotografía, BAFTA, British Society of Cinematographers

Vista en Blu-ray

¿Te ha gustado esta reseña? ¡Siguenos en Facebook!

© Harmonica Rental & Cinema/Ignacio Aguilar, 2017.