Blue Jasmine

Vuelta al drama por parte del cineasta neoyorquino Woody Allen, en el que Cate Blanchett intepreta con una enorme solvencia a una mujer que, tras haber estado casada con un empresario de éxito (Alec Baldwin) que a la postre le había resultado infiel y había amasado su fortuna de forma ilícita, decide marcharse a vivir a San Francisco con su hermanastra (Sally Hawkins), para iniciar una nueva vida al tiempo que intenta deshacerse de sus traumas. Andrew Dice Clay, Peter Saarsgard y Bobby Cannavale completan el reparto de un buen título de su autor, que recupera una forma y solvencia narrativa a base de flashbacks desconocida en sus últimos lustros, al tiempo que mantiene las constantes de su cine y pesimismo existencial.

El director de fotografía del film, rodado en localizaciones de San Francisco y Nueva York, es el español Javier Aguirresarobe [ASC, AEC], quien firma su segundo título para Woody Allen, después de haber rodado “Vicky Cristina Barcelona” (2008). Desde entonces, Allen había colaborado nuevamente con Darius Khondji y Vilmos Zsigmond, e incluso con el fallecido Harris Savides (“Whatever Works”) y su relación con Aguirresarobe parecía que iba a limitarse a su rodaje en España, pero que haya contado de nuevo con el operador de “The Others” parece indicar que éste habría entrado en las “rotaciones” que el realizador neoyorquino viene realizando con sus directores de fotografía en los últimos tiempos, más si cabe ahora que Aguirresarobe está desarrollando su carrera en EEUU.

Aunque Aguirresarobe es conocido en España principalmente por sus imágenes captadas con bajos niveles de intensidad de luz y, generalmente, mucha oscuridad, lo cierto es que ni éste ni su anterior trabajo para Allen pueden encuadrarse en ése estilo. “Blue Jasmine” muestra una mezcla de localizaciones sofisticadas (las de la vida anterior de la protagonista) y otras mundanas (las situadas en el presente de la acción), así como un buen número de exteriores, sobre todo en San Francisco, en los que la principal preocupación del operador eibarrés parece ser que los actores luzcan bien, sobre todo en las partes más glamourosas de la narrativa. Los habituales tonos cálidos que tanto gustan a Woody Allen y fuerza a utilizar a todos sus directores de fotografía se muestran omnipresentes, sin que Aguirresarobe tenga oportunidades para mostrar grandes contrastes o situaciones de especial oscuridad, de modo que centra sus esfuerzos en recrear la luz natural en interiores, pero siempre con una mayor pretensión de que todo luzca bien que de imitar la realidad, así como en integrar algunas fuentes de luz en el decorado para, partiendo de las mismas, poder iluminar a Cate Blanchett con un auténtico tratamiento de estrella.

Los exteriores son algo inconsistentes, debido principalmente al clima húmedo y muchas veces encapotado de la ciudad del Golden Gate, lo que obliga a utilizar iluminación artificial en los exteriores y en un par de secuencias con resultados desiguales (como en el primer plano de Bobby Cannavale en la escena en que él y su amigo acompañan a las hermanas a su casa, o la escena en que ésta y el técnico de sonido se ven junto al mar). Sin embargo, la luz artificial en los exteriores también es utilizada para recrear la luz del sol y proporcionar bonitos efectos estéticos con tonos cálidos (como durante la secuencia entre Blanchett y Saarsgard en la terraza de la casa).

Quizá lo más sorpresivo del conjunto sea la utilización del formato panorámico, por tercera vez en la carrera de Woody Allen. Anteriormente, únicamente Gordon Willis (“Manhattan”) y Darius Khondji (“Anything Else”) habían logrado convencer al realizador para emplear la pantalla ancha, aunque en esta ocasión no se utilicen lentes anamórficas, sino Arri/Zeiss Master Prime en formato Super 35. Para librarse parcialmente de la tremenda nitidez que proporcionan dichas ópticas, Aguirresarobe parece emplear algo de difusión en cámara, efecto vagamente perceptible en las altas luces en alguna secuencia, porque por la general la película luce suave pero sin un aparente empleo de filtros delante del objetivo. Y posiblemente gracias a la utilización de un formato más ancho, Allen parece haberse soltado con la Steadicam, que es empleada en un buen número de secuencias para describir espacios y seguir a los personajes en algunos planos-secuencia.

No es el mejor trabajo ni de Allen ni de Aguirresarobe, pero “Blue Jasmine” es un film muy estimable, a ratos estimulante y, desde luego, muy superior en todos los niveles a “Vicky Cristina Barcelona”, con un tratamiento de imagen que, sin ser excesivamente dramático, luce bien por lo general y encaja de forma más que razonable con la historia que vemos en pantalla.

Título en España: Blue Jasmine
Año de Producción: 2013
Director: Woody Allen
Director de Fotografía: Javier Aguirresarobe, ASC, AEC
Ópticas: Arri/Zeiss Master Primes
Emulsión: Kodak 5219 (500T)
Formato y Relación de Aspecto: 3-perf Super 35, 2.4:1
Otros: 2K Digital Intermediate

Vista en DCP

© Harmonica Rental & Cinema/Ignacio Aguilar, 2013.