Smultronstället (Wild Strawberries)

Emblemática película del realizador sueco –que en una muestra de su inagotable creatividad, dirigió el mismo año que “Det sjunde inseglet” (“The Seventh Seal”)- acerca de un anciano profesor (Victor Sjöström) que en el transcurso de un viaje junto a su nuera (Ingrid Thulin), revive algunos de los momentos clave de su vida –entre ellos, con su antigua prometida (Bibi Andersson) al volver a pasar por los lugares en que éstos sucedieron. La particularidad es que Bergman va más allá del recuerdo, situando a su personaje principal rememorando los hechos en primera persona, un giro original y novedoso que desde entonces ha sido imitado hasta la saciedad y que pone de manifiesto el carácter de obra total de una película en la que todos sus elementos encajan con absoluta precisión.

El director de fotografía fue el habitual de Bergman por aquello época, Gunnar Fischer. Filmada en un elegantísimo blanco y negro, se trata de una nueva muestra del dominio técnico de los cineastas, que queda patente por la sobria puesta en escena del realizador y sus travellings –a pesar que gran parte de la película transcurre en los interiores del coche en que viajan los personajes, en el que se usaron retroproyecciones para rodar en estudio y así posibilitar que Sjöström interpretase el papel principal-, y por la utilización de las diferentes texturas de luz que lleva a cabo Fischer.

La escena más diferente dentro del conjunto es la de la visualización del sueño del protagonista, al comienzo del relato, que posee un enorme contraste y una latitud muy escasa, como si el negativo hubiera sido forzado muy seriamente, o bien se hubiera empleado una película positiva en blanco y negro para filmarla. Pero el grueso del film destaca por la sabia utilización de la luz dura y dirigida que lleva a cabo Fischer, que como en otros de sus trabajos, es utilizada tanto en interiores como en exteriores, con mucha frecuencia sin que importe que ésta separe a los personajes de los fondos de tal manera que parezcan aislados, como ocurre en la secuencia en que Bibi Andersson recoge las fresas. Pero también destaca porque, a través de la luz, Fischer crea un contraste muy interesante en la imagen, en escenas como cuando el protagonista contempla los escarceos de su esposa, o cuando es examinado, a veces con un fuerte contraluz que potencia esa idea de distanciamiento del personaje con el entorno que le rodea. Las escenas en los coches son las menos interesantes, puesto que Fischer se ve obligado a utilizar luz frontal sobre los personajes, pero están muy bien resueltas a nivel de cámara, con diversos alejamientos y acercamientos hacia los personajes en los que a veces es dificil distinguir si están realizados a través de zooms o situando a la cámara en una grúa y en unas vías.

Pero en cualquier caso, lo cierto es que el film no solo luce realmente bien, sino que a pesar de ser una obra en la que los medios tampoco resultaban muy abundantes, la conjunción de su diseño –los decorados o localizaciones en los que el protagonista revive su vida, reales pero también oníricos-, el trabajo de Fischer en la iluminación y del realizador en la puesta en escena colaboran con absoluta precisión con la narrativa de la película que- como todas las de su director, requiere no solo la simple contemplación de la misma, sino también un esfuerzo por parte del espectador para lograr ser partícipe de ella, lo que la hace aún más disfrutable.

Título en España: Fresas Salvajes
Año de Producción: 1957
Director: Ingmar Bergman
Director de Fotografía: Gunnar Fischer
Formato y Relación de Aspecto: 35mm esférico, 1.37:1

Vista en DVD

© Harmonica Rental & Cinema/Ignacio Aguilar, 2013.