Zwartboek / The Black Book

Retorno de Paul Verhoeven al cine europeo -y más concretamente a su país natal – tras más de veinte años de ausencia, con una historia ambientada en Holanda en los últimos estertores de la Segunda Guerra Mundial, que tiene como protagonista a una joven judía (Carice Van Houten) que a fin de ayudar a la Resistencia a combatir a los nazis, se infiltra en el cuartel general de los mismos como ayudante de uno de sus más altos cargos (Sebastian Koch). Ello es el comienzo de una serie de aventuras y desventuras que incluyen traiciones, grandes dosis de violencia y contenido sexual. Esa forma salvaje de hacer cine del realizador holandés es lo mejor de un film que, a pesar de sus dos horas y media de duración, es muy ágil y dinámico. Pero quizá esa agilidad en la narrativa también hace que varios de sus giros de guión traten de entrar al espectador demasiado deprisa, no resultando del todo creíbles, de manera que a veces el film es algo atropellado en sus acciones por mucho que el ritmo no decaiga nunca durante la proyección.

El director de fotografía fue el alemán Karl Walter Lindenlaub [ASC, BVK], quien fue elegido para sustituir a los habituales del director holandés (Jost Vacano y Jan de Bont) puesto que el primero de ellos se había jubilado tras el rodaje de “Hollow Man” (2000) junto al director y el segundo, como es sabido, se había pasado a la dirección en 1994 con “Speed”, después de la cual ya nunca más volvería a su oficio original de director de fotografía. Durante años, Lindenlaub fue conocido por su asociación junto a su compatriota Roland Emmerich, que le llevó a los EEUU con películas como “Hollywood Monster” (1987), “Moon 44” (1990), “Universal Soldier” (1992), “Stargate” (1994) y, por supuesto, “Independence Day” (1996), que sin embargo sería su último trabajo juntos. Trabajó tres veces junto a Michael Caton-Jones en “Rob Roy” (1995), en la que sustituyó a Roger Deakins, así como en “The Jackal” (1997) y “City by the Sea” (2001), además de haberse hecho cargo precisamente junto a Jan de Bont del remake de “The Haunting” (1999), aunque no fuera el director de fotografía original del film.

Rodada con un presupuesto de dieciséis millones de dólares, parece ser que “Black Book” fue la película holandesa más cara hasta el momento de su realización. Y lo cierto es que el dinero invertido en la misma luce en su plenitud en la pantalla. Lindenlaub está lejos de aplicar una estética naturalista al proyecto; muy al contrario, quizá por su exitosa carrera en Hollywood hasta aquél momento, lo que hace precisamente es aportar el estilo elegante, vistoso y sofisticado de los clásicos norteamericanos, solo que actualizado a los tiempos modernos y, lógicamente, en color. Aunque la película renuncia al formato panorámico anamórfico (está rodado en Super 35 con lentes esféricas Cooke S4 y zooms Angenieux Optimo), todo el trabajo del director de fotografía alemán está encaminado a que el aspecto sea siempre el mejor posible, tanto para la película como para los intérpretes, especialmente, claro está, la actriz protagonista Carice Van Houten. “Black Book” es una película que, siguiendo esa línea, posee colores muy saturados y muy ricos en pantalla, fruto probablemente de que Lindenlaub buscase obtener un negativo muy denso y muy bien expuesto, además que el aspecto puede que además fuera realzado en la etapa de finalización mediante el “Digital Intermediate”.

En exteriores, se aprecia muy claramente cómo los cineastas buscaron rodar en días soleados y evitaron además las horas centrales del día, de tal manera que consiguen que el sol esté siempre muy bajo y proporcione tonos cálidos muy bonitos y un aspecto muy contrastado. En exteriores nocturnos, Lindenlaub busca un aspecto absolutamente Hollywoodense mediante la utilización de grandes aparatos de iluminación HMI, siempre a contraluz, para proporcionar tonos azulados y una adecuada separación entre los personajes y los fondos. En estas escenas, la profundidad es notable, porque de un lado, Lindenlaub se preocupa de iluminar muy bien los fondos y, por otro, porque emplea cantidades de luz relativamente elevadas para el formato esférico y, con ello, el diafragma no es necesario que esté completamente abierto, repercutiendo en una profundidad de campo bastante apreciable. En muchas ocasiones, esa luz de los HMIs, que es tan azul que parece que además estaban corregidos con gelatinas Full Blue, es mezclada con fuentes de temperatura de color muy cálida, bien sean los faros de los coches o farolillos en pantalla, como en una de las secuencias iniciales, logrando efectos muy estéticos. En interiores, el director de fotografía alemán proyecta siempre bastante luz dura a través de las ventanas, tanto para iluminar los decorados como para crear contraluces sobre los actores. Por todo ello el aspecto es muy elaborado y tridimensional, con más pretensión de crear un estilo cinematográfico que una recreación de época realista.

Pero sobre todo, quizá lo más llamativo en este aspecto sea cómo Karl Walter Lindenlaub, que en general hace muy buen trabajo, ilumina cuidadosamente a los actores, sobre todo a Carice Van Houten, que obtiene un privilegiado tratamiento de estrella a lo largo de absolutamente toda la proyección, tan pronunciado que es dificil de ver en el cine moderno. La actriz, en casi toda circunstancia, posee su propia luz, a veces de manera casi independiente sobre la escena en la que la misma aparece, tanto por el uso del contraluz para realzar su pelo (teñido de) rubio, circunstancia que se traslada también a los exteriores con efectos de luz solar sobre el mismo, así como una luz muy suave, generalmente lateral pero a veces un poquito más frontal, que trata de favorecer su aspecto en todas y cada una de las escenas en las que aparece. Ello crea un aspecto de Van Houten de “muñeca de porcelana” que es absolutamente buscado y consciente, aunque a veces suponga crear un aspecto muy artificial porque resulte obvio que la luz de la actriz es una luz demasiado glamourosa y sofisticada (apoyándose en el maquillaje y la peluquería) para la luz general de las escenas del film. Por todo ello es por lo que decimos que “Black Book” es un film que huye del realismo y que lo que pretende es crear un aspecto “cinematográfico” para la película, elaborado, teatral, pero a la vez, bonito, obteniendo al mismo tiempo un aspecto mucho más contrastado que el que era habitual en el cine de Paul Verhoeven de la mano de Jan de Bont o sobre todo, Jost Vacano, de cuyas fuentes de iluminación cenitales (fluorescentes) no hay rastro a lo largo del film. Y en conversación personal con el autor de estas líneas, Lindenlaub comentó que habría rodado el siguiente film de Paul Verhoeven, «Elle«, de no ser porque la producción francesa conllevaba obligatoriamente el empleo de un director de fotografía de dicho país.


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Título en España: El Libro Negro
Año de Producción: 2006
Director: Paul Verhoeven
Director de Fotografía: Karl-Walter Lindenlaub, ASC, BVK
Ópticas: Cooke S4, Angenieux Optimo
Emulsión: Kodak 5246 (250D) y 5218 (500T)
Formato y Relación de Aspecto: Super 35, 2.4:1
Otros: 2K Digital Intermediate

Vista en Blu-ray

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