Speed

Debut en la dirección del anteriormente director de fotografía Jan de Bont (“Flesh + Blood”, “Die Hard”, “Black Rain”, “Basic Instinct”), con un producto cien por cien de acción y consumo rápido cuyos resultados globales fueron mucho más satisfactorios que lo que cabría haber anticipado: un psicópata (Dennis Hopper, muy adecuado en su papel) decide colocar una bomba en un autobús que recorre la ciudad de Los Angeles y pide un rescate por evitar que ésta explote y mate a todos los pasajeros. El truco reside en que la bomba únicamente se activa cuando el autobús supera las 50 millas por hora y que una vez alcanzadas, si baja de esa velocidad, la carga explosiva se activará automáticamente. Un policía (Keanu Reeves), con la ayuda de uno de los pasajeros del autobús (Sandra Bullock) tratará de evitar el desastre. “Speed” triunfó en taquilla y veinte años después, continúa vigente porque su éxito claramente se basa en la fisicidad con la que está rodada la película y en el hábil montaje de John Wright, que consigue aportar cierta verosimilitud a una historia que, sobre el papel, no tenía ni pies ni cabeza.

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El director de fotografía fue el polaco Andrzej Bartkowiak [ASC], asentado en los EEUU desde el comienzo de su carrera, la cual se inició de la mano (ni más ni menos) que de Sidney Lumet, que le puso al mando de títulos como “Prince of the City” (1981), “The Verdict” (1982), “Deathtrap” (1982) o “Family Business” (1989). Y entre tanto, el operador tuvo tiempo de trabajar con John Huston en “Prizzi’s Honor” (1985) o James L. Brooks en la oscarizada “Terms of Endearment” (1983). Su carrera durante los años 90 se vuelve más errática, más allá de títulos como “Falling Down” (Joel Schumacher, 1993) o “The Devil’s Advocate” (Taylor Hackford, 1997), especializándose en productos de acción como el presente, o como “Species” (Roger Donaldson, 1995), “Dante’s Peak” (Roger Donaldson, 1997), “U.S. Marshalls” (Stuart Baird, 1998) o “Lethal Weapon 4” (Richard Donner, 1998). En los 2000 trata de establecer su propia carrera como director, con una serie de productos de acción de serie B que son masacrados por la crítica, y en los últimos años ha tratado de recuperar su antigua carrera como operador, de momento sin demasiado éxito.

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Como decíamos, “Speed” partía del típico guión alocado muy típico de los años 90, que trataba de conjugar secuencias imposibles, tensión y momentos de humor con frases supuestamente ingeniosas, casi todas ellas puestas en la boca de Dennis Hopper. Jan de Bont obtuvo el trabajo como director sobre la base de su experiencia previa en este tipo de cine, habiendo estado a las órdenes de John McTiernan –uno de los realizadores que rechazaron el proyecto- en “Die Hard” y “The Hunt For Red October”. El holandés, en su etapa como operador, siempre había destacado infinitamente más por la pericia de sus trabajos de cámara, a veces en circunstancias que técnicamente eran complicadas, o por su uso del formato anamórfico muy abierto de diafragma, captando muchos destellos, que por la calidad de su luz, que en el mejor de los casos podría decirse que se limitaba a acompañar a la narrativa de aquéllos films. En el caso de “Speed”, a pesar que la fotografía la firma el operador polaco, que también siempre ha sido un hombre hábil técnicamente, la imagen final parece más acorde a la que tradicionalmente ofrecía De Bont que a otros trabajos de Bartkowiak, que sin ser especialmente brillantes, sí que eran más elaborados.

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“Speed”, cómo no, a la base de estos antecedentes, destaca por su rodaje en formato panorámico anamórfico, como casi todo buen título de acción de los 80 y los 90, así como por la puesta en escena de Jan de Bont, que en casi todo momento trata de situar al espectador en el centro de la acción. Para ello, utiliza multicámaras, planos muy cerrados con mucha frecuencia, detalles, etc. y notables momentos con especialistas o bien los propios actores asumiendo serios riesgos físicos para que la cámara se sitúe en lugares muy difíciles pero que, a la postre, producen imágenes mucho más interesantes y excitantes y son el origen del éxito de la película. A veces ello provoca un bombardeo de imágenes y un montaje excesivamente fragmentado (lo que se pondría de moda inmediatamente después, con infaustos recuerdos), pero aquí continúa funcionando porque la base de todo ello es una acción física que, por mucho que esté muy coreografiada, resulta muy veraz, a diferencia de la de muchos espectáculos que han confiado en mayor medida en imaginería CGI para situaciones similares.

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Bartkowiak no puede hacer mucho con su luz, que está muy limitada porque se supone que la acción transcurre en un breve período de tiempo y en gran medida, se produce dentro de un autobús a toda velocidad. La decisión quizá más importante es la de fotografiar Los Angeles como un lugar soleado y de un clima casi dorado (algo parecido a lo que hizo el año antes en “Falling Down”) de manera que, como las escenas están rodadas en muchos momentos diferentes del día y, además, la acción tenía una clara preponderancia sobre la luz, el operador tiene que ingeniárselas a lo largo del metraje para tratar de igualar planos y escenas entre sí a través del filtraje, en una época muy anterior al Digital Intermediate. En una labor que requiere más oficio que inspiración, lo peor a nivel técnico es que muchos planos (especialmente aquéllos en los que la cámara está muy cercana a los actores, como en la escena prólogo en el ascensor) lucen desenfocados o con el enfoque demasiado rozado, fruto también de la tendencia de De Bont a rodar con el diafragma muy abierto.

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Aunque estéticamente la película sea vulgar (ni Bartkowiak ni De Bont se preocupan en que haya un concepto detrás de la luz, más allá de que todo parezca unitario y solitario), lo cierto es que el trabajo de cámara sí que es bueno y a veces excitante, base sobre la que radica el éxito de una película que, veinte años después de su estreno, continúa vigente. Lo curioso es que este primer trabajo de De Bont como realizador fue también su canto de cisne, porque al mismo le siguieron una serie de desastres artísticos (incluyendo una nefasta secuela del presente título) que acabaron para siempre con su carrera, sin que ni siquiera se produjera su vuelta a su oficio original.

Título en España: Speed, Máxima Potencia
Año de Producción: 1994
Director: Jan de Bont
Director de Fotografía: Andrzej Bartkowiak, ASC
Ópticas: C-Series, E-Series y Primo de Panavision
Formato y Relación de Aspecto: 35mm anamórfico (Panavision), 2.4:1

Vista en HDTV

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