Wind River

Debut tras las cámaras (si no se cuenta “Vile” de 2011, un film desconocido y del que no circulan buenas opiniones en la red) del actor y guionista Taylor Sheridan, quien en los últimos años ha alcanzado un notable prestigio como consecuencia de ser el autor de los sólidos libretos de “Sicario” (Denis Villeneuve, 2015) y “Hell or High Water” (David Mackenzie, 2016). En esta ocasión Sheridan continúa con la misma temática y género, ya que “Wind River” es otro thriller que esconde en su interior un Western moderno. En esta ocasión el argumento gira en torno a la investigación del asesinato de una joven en una reserva india en el estado de Wyoming. A tal efecto, el FBI envía a una joven agente (Elizabeth Olsen) para que intente resolver el caso, para lo cual cuenta con la ayuda de un policía local (Graham Greene, recordado por su papel en “Dances With Wolves”) y especialmente de un cazador especializado en los más peligrosos depredadores (Jeremy Renner), pero que en este caso intenta dar caza a sus propios fantasmas. El buen guión y el notable trabajo actoral (especialmente por parte de Renner) hacen que la película sea muy recomendable, aunque desgraciadamente Sheridan detrás de las cámaras está lejos no solo de Denis Villeneuve, sino también de David Mackenzie.

El director de fotografía es Ben Richardson, quien se hizo con cierto nombre tras su debut en “Beasts of the Southern Wild” (Benh Zeitlin, 2012), un pequeño film rodado en Super 16mm que, sin embargo, llegó a conseguir nominaciones al Oscar a la mejor película, mejor director, guión y actriz. Su otro film más conocido hasta la fecha en su corta carrera es “The Fault in our Stars” (Josh Boone, 2014). A la fecha de la presente reseña, parece ser que Richardson ya trabaja de nuevo con Sheridan en la serie “Yellowstone” para la Paramount Network.

Aunque, como indicábamos, el sólido guión de la película y el buen trabajo del reparto hacen que la película sea muy recomendable en términos generales, desgraciadamente ello no quiere decir que la labor de Sheridan como director, en lo relativo a la puesta en escena y la forma en que está filmada la película, sea tan positiva. Está claro que los cineastas apuestan por un estilo en el que la acción pretende resultar cercana al espectador y muy veraz, pero gran parte de la película está rodada con un estilo de cámara en mano o al hombro que hace que cada plano tenga su propio movimiento, a veces incluso cuando se trata de planos fijos (no cuesta demasiado imaginarse al operador moviéndose sin sentido en más de una ocasión solo para que la cámara no esté quieta en ningún instante). Ello no solo lleva a que el film no tenga planos estáticos, sino que a veces las composiciones no son demasiado acertadas (hay cierto problema con las diferentes alturas de los actores y su posición en el encuadre) y tampoco demasiado estéticas. Y además, Sheridan rueda principalmente a través de teleobjetivos, lo cual en cierto modo, juega en contra de la puesta en escena pretendidamente documental, ya que quizá, si un cámara de reportaje estuviera cubriendo estos hechos, se encontraría más cercano a los actores y más angular, en lugar de los planos tan lejanos a los personajes que tenemos aquí.

Si está claro que no se aprecia en Sheridan ni un ápice del talento, sutileza y planificación concreta de Villeneuve en “Sicario”, tampoco Ben Richardson se acerca ni de lejos a Roger Deakins. Dicho lo cual, esta afirmación puede parecer una obviedad, pero es que el trabajo de iluminación del director de fotografía es muy plano, anónimo y para salir del paso. Esto se aprecia claramente en cualquiera de los interiores en los que Richardson tiene que poner su propia luz, en los que ni consigue una atmósfera, ni consigue un aspecto especialmente realista, quedándose en una molesta tierra de nadie en la que ni siquiera su material tiene el mínimo atractivo. Ni siquiera los exteriores aprovechan mínimamente la grandeza de algunas de las localizaciones (nevadas) en que están rodadas, por más que en algunos instantes aislados los cielos despejados, la belleza intrínseca de los parajes y el blanco de la nieve proporcionan un escenario en el que es prácticamente imposible hacerlo mal. Y no es que Richardson lo haga especialmente bien, pero tampoco llega a estropear eso, por mucho que los cineastas abusan de los drones para proporcionar vistas aéreas de las localizaciones y los viajes de los protagonistas a través de la nieve.

Así pues, “Wind River” es un extraño caso de un film que está notablemente mejor escrito que dirigido (aunque ojo, tiene un flashback revelatorio cuya introducción es estupenda y, por una vez en toda la proyección, sí está bien rodado y realizado), ya que Sheridan equivoca por completo el planteamiento y, además, el que ejecuta tampoco está particularmente bien hecho, aunque ello no ha impedido que el gremio de directores norteamericanos (DGA) le haya nominado a la mejor dirección novel. Pero aún así, gracias en parte al estupendo trabajo de Jeremy Renner y a la esforzada presencia de Elizabeth Olsen, es una película que se puede ver bien y disfrutar, aunque sus resultados, desiguales, estén lejos de ser redondos. Curiosamente, en los extraños tiempos que vivimos, este film, estrenado con cierto éxito en EEUU en agosto de 2017, se ha podido ver directamente en HDTV en España en enero de 2018 sin pasar siquiera por salas dedicadas a estrenos cinematográficos.

Título en España: Wind River
Año de Producción: 2017
Director: Taylor Sheridan
Director de Fotografía: Ben Richardson
Ópticas: Zeiss Standard Primes T2.1, Angenieux Optimo
Formato y Relación de Aspecto: Arri Alexa (ArriRaw, 2.8K), 2.4:1

Vista en HDTV

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