What Ever Happened to Baby Jane?

Brillante adaptación de una novela de Henry Farrell, escrita por Lukas Heller y dirigida con la habitual soltura de Robert Aldrich, que tiene como protagonistas a dos hermanas que viven su vejez en su casa de Los Ángeles. Una de ellas, Jane (Bette Davis), fue una antigua estrella infantil que no consiguió dar el paso a estrella adulta, mientras que su hermana Blanche (Joan Crawford) fue una estrella adulta que sin embargo, quedó paralítica como consecuencia de un accidente en la cúspide de su carrera. Décadas después de su éxito, Jane todavía guarda recelos de Blanche y la mantiene cautiva en su casa, mientras fantasea con recuperar sus números infantiles. Thriller en el que parece ser que existió una legandaria rivalidad entre las dos actrices, “What Ever Happened to Baby Jane?” funciona a la perfección en todos los aspectos, desde la minuciosa escrita, hasta la narrativa de Aldrich, pasando por supuesto por un duelo interpretativo de altura del que quizá salga vencedora Davis, que también tenía el papel más indicado para su lucimiento personal.

El director de fotografía fue el veterano Ernest Haller [ASC], nacido en 1896. Existe una leyenda acerca de su último trabajo, ya que fue contactado para el rodaje del segundo episodio piloto de una serie de TV de ciencia-ficción, como reemplazo de última hora de otro operador. Los productores del show, “Star Trek” (1966), preguntaron a Haller que qué había rodado últimamente que hubieran podido ver, ante lo cual éste respondió que no mucho, que había estado semi-retirado. Cuando le preguntaron que si había rodado algo que ellos pudieran haber visto, respondió: “sí, una película que quizá podrían haber visto, en 1939… “Gone With the Wind”, de modo que se apresuraron a contratarle. Ganador de un Oscar por el film de Victor Fleming, producido por David O. Selznick, Haller, uno de los clásicos de Hollywood, también tuvo seis nominaciones adicionales, casi todas ellas por trabajos en blanco y negro: “Jezebel” (William Wyler, 1938), “All This, And Heaven Too” (Anatole Litvak, 1940), “Mildred Place” (Michael Curtiz 1945), “The Flame and the Arrow” (Jacques Tourneur, 1950, esta vez en color) y “Lilles in the Field” (Ralph Nelson, 1963), además del presente título. Haller también fue el operador de “Captain Blood” con Erroll Flynn (Michael Curtiz, 1935), de “Rebel Without a Cause” (Nicholas Ray, 1955), en esta ocasión en CinemaScope y color, de “Dead Ringer” (Paul Henreid, 1964, una vez más con Bette Davis o de “In This Our Life” (John Huston, 1942), en la que también colaboró con la actriz.

Parece ser que “What Ever Happened to Baby Jane?” fue una película de presupuesto muy reducido para la época, apenas 750 mil dólares, en la que seguramente tanto Aldrich, como las actrices principales y los principales miembros del equipo tuvieron que reducirse sus salarios habituales para poder afrontarla. Y además del escaso dinero, llama la atención el apretadísimo calendario de rodaje (apenas cuatro semanas) para un film que supera las dos horas y diez minutos de proyección. De modo que es absolutamente digno de alabar, ya que de no saberlo nunca podríamos averiguarlo, que los cineastas tuvieran que rodar tan deprisa, ya que ningún aspecto de la película, técnico o artístico, lo desvela en absoluto. Cierto es que Aldrich y Haller tuvieron la suerte de contar con un rodaje que en un 80% es en interiores de estudio, lo que a buen seguro facilitó su trabajo, pero aún así la sencillez estilística de la propuesta y lo bien ejecutada que está ésta, evita que esas prisas lleguen a la pantalla. Haller por supuesto era un operador muy experimentado, como hemos visto, pero además era un especialista en blanco y negro, medio del que extrae un gran provecho en el presente film.

Trabajando en blanco y negro exclusivamente con aparatos de luz dura, dirigidos hacia diversos lugares del escenario y puntualmente sobre las actrices, Haller consigue una fotografía muy contrastada en la que no hay el menor atisbo de la iluminación Hollywoodense de estrellas a la que estaban acostumbradas Bette Davis y Joan Crawford (ya que precisamente el film versa sobre su decadencia física y moral). Davis parece ser que tuvo la idea -que habría aplicado ella misma- de concebir a su personaje como una mujer que nunca se lavaba la cara y se aplicaba una nueva capa de maquillaje cada día, de modo que luce una patética decrepitud que contrasta con la apariencia más natural de Crawford, en silla de ruedas. Pero lo interesante es el sistema de claroscuros que Haller emplea en torno a ellas, con negros muy profundos y mucho predominio de las zonas de sombra con respecto a las zonas de luz, que hace que la película luzca muy contrastada y que las imágenes posean mucho interés. Además, estos claroscuros están realizados a la manera de los clásicos: exponiendo sus interiores para (aprox.) un T/8.0 de diafragma, de modo que donde no inciden sus aparatos de luz, la exposición está muchos pasos subexpuesta y la imagen de esa zona aparece negra en pantalla. Hay efectos de luz entrando por las ventanas, e incluso algunas fuentes integradas en pantalla, pero no es una fotografía naturalista ni pretende serlo, sino que lo que busca es potenciar la claustrofobia de la narrativa con estos efectos de luz y el empleo de múltiples fuentes (principal, contraluz, relleno, fondos, lateral, etc.) en cada circunstancia, en una elaboración típicamente Hollywoodense.

Si el trabajo de Haller con la luz es muy bueno, no menos se puede decir de la puesta en escena de Robert Aldrich. Y lo más curioso de todo, es que realmente es una película en la que el director -al contrario que a lo mejor hubiera hecho un Hitchcock, al que se le relacionó con este material por motivos obvios- adopta un perfil bajo, sin mostrarse en exceso, dejando que sean las actrices las que lleven las riendas de cada escena y de lo que ocurre en la misma. Puede que Aldrich ya tuviera suficiente manejando a semejantes fieras interpretativas, pero no es una película en la que la puesta en escena coquetee demasiado con los movimientos de cámara y las virguerías técnicas; los ángulos están escogidos siempre con mucho gusto, son los más certeros para contar lo que quiere contar cada plano… pero no son especialmente llamativos ni siquiera cuando Aldrich y Haller emplean un temprano uso del zoom (posiblemente, el Angenieux 35-140mm f3.5 que empleaba en Francia la Nouvelle Vague). Pero los resultados globales son muy buenos, incluso con esa mezcla de oficio y sobriedad tras la cámara, muy bien complementada como indicábamos por la estupenda luz de Ernest Haller, quien hace todo lo que un “cameraman” tiene que hacer para crear un thriller de primer nivel en blanco y negro.


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Título en España: “¿Qué fue de Baby Jane?”
Año de Producción: 1962
Director: Robert Aldrich
Director de Fotografía: Ernest Haller, ASC
Ópticas: Bausch & Lomb Baltar
Formato y Relación de Aspecto: 35mm esférico, 1.85:1
Premios: Oscar a la mejor fotografía en B/N (nom)

Vista en Blu-ray

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