Voyage of the Damned

Adaptación de una novela de Gordon Thomas y Max Morgan-Witts, basada parece ser en unos hechos reales: el viaje del crucero St. Louis desde Hamburgo hasta La Habana en 1939, con un pasaje de casi mil judíos que debían desembarcar en Cuba. Sin embargo, poco a poco se va haciendo evidente que se trata de una maniobra propagandística del régimen nazi poco antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, así como que la complicada burocracia cubana tampoco está por la labor de permitir el desembarco de los pasajeros si no media el pago de grandísimas sumas de dinero por cada visado de entrada. Siguiendo la moda de otras producciones de la época, “Voyage of the Damned” tuvo un reparto de rostros muy populares para todos los papeles principales, de modo que éste incluye a Max Von Sydow, Faye Dunaway, Oskar Werner, Wendy Hiller, Lynne Frederick, Malcolm McDowell, Jonathan Pryce, Paul Koslo, Katharine Ross, Lee Grant, Ben Gazzara, José Ferrer, Fernando Rey, James Mason y hasta Orson Welles, entre otros, aparecen incluso en breves escenas de una película que, curiosamente, recreó La Habana y su puerto en Barcelona. El film incluye algunas interpretaciones notables (Von Sydow, Grant, Dunaway, Frederick y Ross principalmente), pero le falta alma y convicción para trascender.
El director de fotografía fue el británico Billy Williams [BSC], un operador de elevado nivel como aquéllos con los que solía codearse el realizador Stuart Rosenberg, aunque fuera capaz de trabajar con gente de estilos tan diferentes como Conrad Hall, Gordon Willis, Fred Koenekamp o el francés Bruno Nuytten. En el caso de Williams, su estilo no era tan marcado hacia las nuevas tendencias como podría serlo el de Hall o Willis, o tampoco, ni mucho menos, estaba anclado en la fotografía en color de los años 50 y, como mucho, los 60, como Koenekamp, con quien Rosenberg hizo dos películas a continuación de la presente. De hecho, Williams podría ser considerado como un director de fotografía puente entre la vieja escuela británica (aunque mucho más cercano a Oswald Morris o Geoffrey Unsworth que a Douglas Slocombe y Freddie Francis) y las nuevas tendencias de los 60 y los 70. De modo que cuando irrumpe en escena, principalmente con “Women in Love” (Ken Russell, 1969), el estilo de Williams, que venía del documental, es novedoso, aunque posteriormente nunca evolucionaría tanto como para considerarse un vanguardista, como sí lo fue David Watkin. Prueba de ello son trabajos híbridos entre una y otra escuela como “The Wind and the Lion” (John Milius, 1975), así como “On The Golden Pond” (Mark Rydell, 1981), por la que fue candidato al Oscar, e incluso “Gandhi” (Richard Attenborough, 1982), un crédito compartido con Ronnie Taylor y por el que ambos obtuvieron el Oscar a la mejor fotografía (el film lo comenzó Williams, pero una hernia discal le obligó a operarse, ausentarse durante unas semanas de un rodaje de ocho meses de duración y volver para terminar el film junto con Taylor).

“Voyage of the Damned” no es ajena a ese estilo de Williams, que a veces incluso es indefinido. El film está generalmente rodado en decorados construidos por Wilfred Shingleton que imitan los interiores del barco, en los que el director de fotografía trata de conseguir un aspecto realista e incluso, a través del diseño de producción y de vestuario, algo lúgubre y triste, en la línea de la película que ilustra. Y aunque generalmente su planteamiento es de luz justificada, en el sentido de que respeta las fuentes naturales de cada decorado, así como de luz suave, lo cierto es que dicho planteamiento tampoco es totalmente coherente a lo largo de la narración y que la misma, alterna en más de una ocasión, luces suaves (rebotadas o filtradas) con luces duras y puntuales sobre algunos puntos del decorado. Además, es una película que también alterna un rodaje con lentes fijas (aparentemente Cooke Speed Panchro) y lentes zoom, estas segundas, generalmente empleadas como focal variable más que como zoom propiamente dicho, pero todo ello supone además una renuncia al formato panorámico anamórfico, probablemente por motivos relativos al espacio en el interior de los decorados, que tampoco se prestaba a una relación de aspecto más ancha.

Y si bien hay momentos en localizaciones en Barcelona en los que Williams no emplea luz artificial en los exteriores, o emplea una única fuente, o incluso la luz de atardecer o amanecer cuando el sol está más bajo y proporciona una luz de mayor calidad, también hay que reseñar que es capaz de emplear herramientas propias de la vieja escuela como el filtraje cuando se acerca a actrices como Faye Dunaway o Lynne Frederick, que produce un suavizado y pérdida de contraste de la imagen más que evidente, o incluso, sobre todo sobre Dunaway, luces duras y puntuales para tratar de resaltar sus ojos en algunos primeros planos glamourosos. Es decir, existe una cierta carencia de lógica interna en el planteamiento, o bien uno tan amplio que alterna elementos novedosos o modernos para la época, con otros propios aún del cine en blanco y negro en color, pero todo con una imagen que a veces es demasiado plana e incluso con demasiado brillo (si bien, esto último podría ser un defecto de las copias que han llegado hasta nosotros).

Evidentemente, por su temática, no es una película que demande imágenes especialmente bellas o ni siquiera vistosas (cosa de la que “Voyage of the Damned” carece por completo), pero quizá se quede en un terreno visual demasiado indefinido, sin resultar moderna ni lo suficientemente clásica, a pesar que hay mucho oficio en la forma en que el film está iluminado y sobre todo de la forma en que está rodado, sin mucho brillo, pero ofreciendo composiciones de imagen que casi siempre son equilibradas y acertadas e incluso, puntualmente, repartiendo muy bien a los personajes por el encuadre haciendo un buen uso de localizaciones tan angostas y del formato convencional escogido por los cineastas. Lástima, por lo tanto, que como la propia película la fotografía de Billy Williams raramente despegue, quedándose, como la propia narrativa, en un loable intento que podría y debería haber sido mucho más interesante de lo que resulta en su conjunto.

Título en España: El Viaje de los Malditos
Año de Producción: 1976
Director: Stuart Rosenberg
Director de Fotografía: Billy Williams, BSC
Ópticas: Cooke Speed Panchro (cámaras Panavision)
Emulsión: Kodak 5254 (100T)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm esférico, 1.85:1

Vista en HDTV

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