The Wind and the Lion

Producción de corte clásico escrita y dirigida por John Milius, futuro director de “Conan the Barbarian, basada vagamente en un hecho real acaecido en 1904 y que en la versión cinematográfica, trata sobre una mujer norteamericana (Candice Bergen) y sus dos hijos, que son secuestrados en Tánger por una tribu de bereberes liderada por El Raisuli (Sean Connery), quién pretende realizar una serie de exigencias a los EEUU para liberarlos. El Presidente Roosevelt (Brian Keith), deberá entonces tomar la determinación de ceder ante los secuestradores, o bien llevar a cabo una actuación militar en Marruecos. El tono amable y épico de la propuesta –no exenta de un mensaje típico de su autor- contrasta con la brutalidad de “Conan”, aunque ambos films, los mejores de Milius detrás de las cámaras, comparten un brillante tono elegíaco, estupendas composiciones musicales (en este caso, a cargo de Jerry Goldsmith), notables escenas de acción y espectaculares localizaciones en España. Lo peor, sin lugar a dudas, son las interpretaciones: Connery cuenta con su habitual carisma, pero no tiene progresión alguna, mientras que Bergen es una actriz muy limitada carente de recursos dramáticos. John Huston, que en aquélla época rodaba con Connery “The Man Who Would be King” (1975), Geoffrey Lewis, Aldo Sambrell o Steven Kanaly son algunos de los secundarios del film.

El director de fotografía fue el británico Billy Williams [BSC]. Como otros operadores de su generación como David Watkin y Robert Paynter, Williams había aprendido su oficio en los documentales de la British Transport Films, desde la que había dado el salto a la posición de primer operador en anuncios publicitarios y películas. Parece ser que, en concreto, Milius le contrató por su trabajo junto al realizador Ken Russell en “Women in Love” (1969), su primera nominación al Oscar. Le segurían colaboraciones con John Schlesinger, Ted Kotcheff, Guy Green, Michael Anderson o Brian G. Hutton, que le confirmaban como un operador que, enraizado en los clásicos de su país, como Freddie Young, Jack Cardiff, Robert Krasker (británico de adopción) o Geoffrey Unsworth, había dado un paso adelante como el mencionado Watkin y había adoptado también un estilo más moderno y natural para sus proyectos, aunque no tanto como el del autor de “Out of Africa” (1985). Anteriormente a su encuentro con Milius, ya había rodado para el cine norteamericano la parte Iraquí del rodaje de “The Exorcist” (William Friedkin, 1973), cuando no se pudo obtener permiso para que el equipo norteamericano viajara a aquél país, y posteriormente sería un habitual del cine de EEUU con proyectos para Stuart Rosenberg, Martin Brest, Mark Rydell (“On The Golden Pond”, 1981, su segunda nominación al Oscar) y finalmente “Gandhi” (Richard Attenborough, 1982), una buena muestra de su estilo, por la que gana finalmente el premio de la Academia de Hollywood, compartiéndolo eso sí con su operador Ronnie Taylor [BSC], que se hizo cargo temporalmente de la película durante unas semanas, tras sufrir Williams unos problemas físicos que le obligaron a volver a Inglaterra para recibir tratamiento.

Billy Williams además aparece en “The Wind and the Lion” como actor, interpretando al hombre que charla con Candice Bergen al comienzo del film, cuando son atacados por los bereberes. Tras matar a unos cuantos de ellos, Williams tiene una de las muertes en pantalla más brillantes de un director de fotografía en la historia del cine, cuando no la que más. Milius confió también el diseño de producción de la película al español Gil Parrondo, por entonces ganador de dos Oscar por dos películas consecutivas de Frank Schaffner: “Patton” y “Nicholas & Alexandra” (1970 y 1971). Los exteriores están rodados principalmente en Almería, tanto en la propia ciudad (el hoy abandonado Cortijo Góngora, el Parque Nicolás Salmerón, puerto, Alcazaba, etc) como en el Cabo de Gata, desierto de Tabernas y los alrededores de la Bahía de los Genoveses. En Sevilla, la Plaza de España, edificios de la Expo de 1928 o el Alcázar; en Granada, en el Castillo de La Calahorra; en la sierra madrileña, como el Parque Yellowstone y, en Madrid capital, el hotel Palace, como la Casa Blanca y el Parque del Retiro como los jardines de la misma, completando un conjunto de localizaciones espectaculares que hacen creíble el desarrollo de la historia en Washington y Marruecos, en apenas una distancia de 600 kilómetros.

Como decíamos, el estilo de Billy Williams, partiendo de unas raíces clásicas, era moderno y natural, lo que hace que la película pueda conservar un aire a lo ·”Lawrence of Arabia” (David Lean, 1962), con la que comparte más de una localización en Almería y Sevilla, y al mismo tiempo comparta ya las preocupaciones estilísticas que a mitad de la década de los 70 demandaban los cineastas jóvenes como Spielberg, De Palma, Coppola o el propio Milius, perteneciente a la generación de éstos. Pero al mismo tiempo, esas raíces clásicas hacen que el trabajo de Williams no sea tampoco el de John Alcott en la posterior, pero parecida en cuanto a temática, localizaciones e intenciones “March or Die” (Dick Richards, 1977), rodada con unos niveles de luz mucho más bajos, sin luz artificial en los exteriores y una pretensión de naturalista embellecida más que épica. “The Wind and The Lion” destaca, sobre todo, por su magnífico aprovechamiento de las localizaciones exteriores, muchas veces evitando las horas centrales del día para emplear una luz solar ya muy baja y cálida, o bien sobreexponiendo el negativo y rodando a contraluz, como también hubieran hecho Watkin y Alcott, pero también empleando arcos u otras fuentes de luz artificial en los exteriores siempre que es necesario para equilibrar la exposición del negativo u obtener un mejor aspecto de los actores. Aunque también utiliza un recurso muy empleado por Alcott en el citado film (los filtros degradados, para equilibrar exposiciones de cielos y otros puntos de interés en el mismo fotograma, sin necesidad de recurrir a luz artificial), Williams lo hace de forma mucho menos extensa, confirmando nuevamente que conocía la técnica, pero normalmente prefería soluciones más clásicas.

A diferencia de los de Watkin y Alcott, los interiores de Billy Williams emplean cantidades de luz mucho mayores. Es cierto que normalmente evita las luces duras y dirigidas contra los actores (en exteriores sí se aprecia un poco más el relleno con arcos) y que generalmente ilumina a través de las ventanas o bien rebotando la luz en el interior, manteniendo un adecuado contraste y un aspecto verosímil, pero lo cierto es que, como decíamos, a diferencia de sus compañeros de generación de tendencias más modernas, Williams lo hace empleando unos niveles de intensidad de luz (por lo menos un diafragma de T/4 y puede que más cerrados en muchos momentos) prácticamente dignos de los operadores de la generación anterior a la suya. Por supuesto, esto le permite mostrar muy bien las localizaciones y conseguir un aspecto estupendo en cada momento –quizá demasiado amarillento en algunas copias-, pero en determinados instantes, como en las noches americanas o las escenas en penumbra, o bajo la luz del fuego o farolillos, sí se echa en falta algo más de arrojo y la adopción de soluciones más simples y a la postre, efectivas. Finalmente, cabe mencionar que, como hiciera ya en las escenas iraquíes de «The Exorcist», Williams también emplea aquí alteraciones en la velocidad de obturación (45 ó 90 grados), anticipándose más de dos décadas a Janusz Kaminski, Steven Spielberg y todos sus imitadores tras su éxito empleando esta técnica en «Saving Private Ryan».

No obstante, este estilo híbrido, muy receptivo con las nuevas tendencias de la época y heredero de la que posiblemente sea la mejor escuela de fotografía cinematográfica de su tiempo, le va muy bien a la película porque ésta también pretende emular a los grandes clásicos del cine de aventuras. Y por otro lado, “The Wind and the Lion” también realiza un interesante aprovechamiento del formato panorámico anamórfico incluso en las secuencias de acción, muy bien coreografiadas y rodadas, en las que el montaje consigue evitar que el hecho de haber rodado las mismas en diferentes momentos del día afecte a la credibilidad del conjunto. Por ello, a pesar de tener varios defectos, tanto la película como su fotografía son altamente estimulantes y, sobre todo, muy disfrutables, con su estupenda mezcla de clasicismo, oficio y modernidad.

Título en España: El Viento y el León
Año de Producción: 1975
Director: John Milius
Director de Fotografía: Billy Williams, BSC
Ópticas: Panavision C-Series & Super Panazoom Cooke
Emulsión: Kodak 5254 (100T)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm anamórfico (Panavision), 2.4:1

Vista en DVD

© Harmonica Rental & Cinema/Ignacio Aguilar, 2014.