Tucker: The Man and his Dream
Producción de Lucasfilm con la que seguramente George Lucas devolviera a Francis Ford Coppola parte de los favores que el segundo de ellos le hizo al primero en la primera etapa de su carrera, antes del monumental éxito de “Star Wars”. El realizador de “The Godfather”, en esta época, venía encadenando trabajos por encargo debido al fracaso de “One From The Heart” (1981), que supuso el fin de su propio sueño de construir un estudio alternativo en Hollywood. Y de eso, precisamente, trata “Tucker: The Man and His Dream”, de la historia de un hombre (Jeff Bridges), soñador e idealista que, tras la Segunda Guerra Mundial, se adentra en la aventura de fabricar un modelo de coche muy avanzado como alternativa a gigantes como Ford y la General Motors. Sin embargo, a pesar de que la reconstrucción de época es muy elaborada y a los grandes esfuerzos de Jeff Bridges en el papel principal, “Tucker” es una película excesivamente plana y sin demasiado interés, excepto, claro está, que se realice su lectura en clave de autobiografía encubierta por parte del propio Coppola.
El director de fotografía volvió a ser el italiano Vittorio Storaro [ASC, AIC], quien en el año del estreno del presente film venía de ganar su tercer premio Oscar, de momento, el último de su carrera, por la película de Bernardo Bertolucci “The Last Emperor” (1987). Fue precisamente junto a Bertolucci con quien el director de fotografía italiano alcanzó fama internacional en los años 70, al rodar para éste títulos como “Il Conformista” (1970), “Last Tango in Paris” (1972) o “1900” (1976). Storaro y Coppola se conocieron durante el rodaje del título protagonizado por Marlon Brando y, la leyenda dice que Coppola entonces ya le ofreció que se encargarse de “The Godfather, Part II”, debido a la tormentosa relación profesional que el director tenía con Gordon Willis. Storaro, sin embargo, rechazó el film por respeto a Willis, emplazando a Coppola para otra ocasión que tuvo lugar con “Apocalypse Now” (1979), el primer Oscar del operador italiano, que repetiría con “Reds” (Warren Beatty, 1981). Storaro, sin embargo, a pesar de la citada “One From The Heart”, nunca llegó a establecerse en los EEUU, motivo por el que “Tucker” únicamente fue su tercer y último largometraje con Coppola, si no tenemos en cuenta su fallido segmento para la película “New York Stories” (1989).
Con “Tucker”, Storaro recuperó el formato panorámico anamórfico que ya empleó con Coppola en “Apocalypse Now”, volviendo a hacer uso por lo tanto del juego de ópticas Cooke modificado para este formato por Henryk Chroscicki y su casa de alquiler Technovision, cuyo cuartel general estaba, antes de ser comprada por Panavision, precisamente, en Roma. Las ópticas Technovision son similares en cuanto a rendimiento a la serie C de Panavision, aunque quizá todavía algo más suaves en los bordes del fotograma y más propensas a captar destellos de las altas luces presentes en pantalla, con la característica de que las líneas azules horizontales de las ópticas Panavision son en este caso blancas. Con la cámara operada por Jamie Anderson en sustitución de Enrico Umetelli (quien figura en créditos como asesor de cámara, signifique ello lo que signifique), la puesta en escena de Coppola vuelve a ser grandilocuente y está plagada de planos generales, grúas y elegantes movimientos que pretenden enfatizar el glamour y la época de prosperidad tras la guerra en que se ambienta la película.
Sin embargo, lo que más destaca de la película a nivel estético, sin ningún genero de dudas, es la complicada y muy elaborada iluminación de Vittorio Storaro, que tampoco pudo recurrir en este caso a su gaffer habitual, Filippo Cafolla (el italiano siempre se quejaba de las dificultades de reunir a su equipo cuando rodaba en EEUU). En cualquier caso, el operador italiano parece empeñado en que cada escena diurna de “Tucker” transcurra en majestuosos atardeceres, bien se trate de interiores diurnos, o incluso de exteriores. Para ello, a buen seguro, tuvo que recurrir a múltiples unidades de maxi-brutos –también conocidos como Dinos- o puede que incluso a los Jumbo, un derivado de las luces de aterrizaje de los aviones –de ahí su nombre- que Storaro utilizaba para los exteriores diurnos. Empleando una cantidad de luz increiblemente alta y reduciendo el voltaje de sus luces desde el generador, Storaro consigue que estas luces de tungsteno, rodando con película filtrada para luz día, proporcionen la luz direccional y muy cálida de los rayos solares, que es el recurso que identifica al film y le proporciona un fuerte tono dorado a lo largo de casi todo el metraje. En algún otro momento, Storaro recurre a mezclas de color con un azul muy saturado –atención a un interior noche con el exterior en noche americana, rodado mezclando hora mágica y geles en las ventanas- e incluso a fuertes haces de luz dura en los exteriores, a fin de crear una estética algo hiperbólica y muy estilizada.
Los resultados son algo irregulares, porque, de un lado, muestran toda la creatividad e ingenio del director de fotografía italiano por imponerse a las localizaciones y decorados de los que dispone y crear un ambiente único y propio para la película, pero de otro, a través del humo o sus incesantes atarcederes, también peca precisamente de extralimitarse en sus funciones y, en cierto modo, la película parece que está supeditada a su fotografía, con algunos momentos en los que el estilo visual es realmente intrusivo, como por ejemplo durante el juicio final. En cierto modo, “Tucker” no es solo un compendio de las virtudes y defectos de Storaro como operador, sino incluso de los tics que estaban de moda en la época en que se rodó, una época en la que los haces de luz, el humo, los contraluces y los colores fuertes y saturados estaban muy de moda como respuesta a la búsqueda del naturalismo –y la ruptura con el estilo de fotografía del cine de estudio- de la década de los 70.
Título en España: Tucker, un hombre y su sueño
Año de Producción: 1988
Director: Francis Ford Coppola
Director de Fotografía: Vittorio Storaro, ASC, AIC
Ópticas: Technovision-Cooke
Formato y Relación de Aspecto: 35mm anamórfico (Technovision), 2.4:1
Vista en HDTV
© Harmonica Rental & Cinema/Ignacio Aguilar, 2016.