The Mission

Lujosa producción de David Puttnam (“Midnight Express”, “Chariots of Fire”), escrita por Robert Bolt (“Doctor Zhivago”, “A Man For All Seasons”) y con la que el equipo de “The Killing Fields” (1984) volvió a obtener un notable éxito que incluyó premios en Cannes y muchas más menciones en los premios de su temporada. La historia, ambientada en 1750, gira en torno al conflicto entre españoles y portugueses por el control del territorio de las misiones en sudamérica, en la frontera entre Brasil, Argentina y Paraguay y tiene como protagonistas a dos hombres; uno de ellos, el religioso jesuita que dirige una de estas misiones (Jeremy Irons) y otro, un antiguo esclavista (Robert De Niro) que trata de redimir sus pecados uniéndose a la Compañía de Jesús. Los resultados son muy desiguales y, de hecho, el aspecto que más ha perdurado de la película es la banda sonora de Ennio Morricone; ello se debe a que la película parece evidenciar recortes en el montaje o en el propio guión de Robert Bolt, de manera que la versión final se centra demasiado en un conflicto político que resulta mucho menos interesante que las relaciones y evoluciones de los personajes, de manera que la parte central del relato, centrada en este aspecto, pierde muchos enteros con respecto al primer tercio o el poderoso final.

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El director de fotografía fue el británico Chris Menges [ASC, BSC], en la segunda y última de sus dos colaboraciones con el realizador Roland Joffé, quien curiosamente nunca más volvió a alcanzar el éxito una vez empezó a trabajar con otros directores de fotografía. Menges, como ocurrió con su anterior trabajo para Joffé (la citada “The Killing Fields”), obtuvo el Oscar a la mejor fotografía con “The Mission” y, tras una década apartado del oficio de primer operador por estar centrado en la realización, volvió con fuerza con “Michael Collins” (Neil Jordan, 1996), su tercera candidatura al Oscar, consolidándose como un fotógrafo de prestigio con títulos como “The Boxer” (Jim Sheridan, 1998), “The Pledge” (Sean Penn, 2001), “The Three Burials of Melquiades Estrada” (Tommy Lee Jones, 2005), “The North Country” (Niki Caro, 2005) o “The Reader” (Stephen Daldry, 2008), su cuarta candidatura al Oscar, compartida con Roger Deakins, al que sustituyó tras una larga pausa en el rodaje que impidió que éste pudiera continuarlo al tener que atender otros compromisos. Pero sin embargo, su nombre siempre estará asociado al documental, campo en el que se formó con su cobertura de conflictos internacionales durante la década de los 60, o al cine de Ken Loach, con el que Menges comparte su comprometida visión social, con títulos como “Kes” (1969) o “Black Jack” (1979) o “Route Irish” (2010).

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“The Mission” es una clara muestra del trabajo de Menges y de cómo sus inicios en el documental marcaron su gusto y aproximamiento hacia la fotografía cinematográfica. Rodada en las localizaciones en las que se supone que ocurrió la historia real que cuenta el film –incluyendo las espectaculares cataratas de Iguazú-, se trata de una fotografía muy grandilocuente, en el sentido de que utiliza estos grandiosos escenarios como fondo, pero sobre todo, destaca por ser muy personal, por la forma en que Menges afronta este reto. Con “The Mission”, Menges se estrenó en cine en el formato 35mm anamórfico, utilizando las lentes Cooke transformadas para el mismo por Joe Dunton en Inglaterra (Menges casi siempre ha utilizado equipos Arri en lugar de Panavision), aunque las lentes fijas están reservadas para los momentos en que los niveles de luz escaseaban y el grueso de la película está rodado con lentes zooms, casi siempre como focal variable y, ocasionalmente, para realizar aproximamientos o alejamientos de cuadro con esta herramienta. También para las escenas con poca luz Menges se reservó la emulsión Agfa XT-320, de muy bajo contraste, que fue popularizada por David Watkin y su particular uso de la misma en “Out of Africa” (1985).

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Como mencionábamos, aunque Menges cuenta con espectaculares localizaciones, lo que más destaca de su fotografía es su pretensión de veracidad, que le lleva a rodar gran parte de la película con la luz disponible, simplemente seleccionando las horas correctas de cada jornada y manejando la amplia latitud de exposición de la película negativa. Con ello, a la manera documental, dota a “The Mission” de un envidiable aspecto natural y muy realista (en este sentido, también juega a favor de obra el diseño de producción de Stuart Craig, que es magnífico), e incluso hace lo más dificil para un fotógrafo de cine que se enfrena a una gran producción con estrellas en su reparto: renunciar en gran medida a la utilización de la luz artificial para mejorar el aspecto de los escenarios o de los actores. Ello es claramente apreciable en los exteriores, que ni siquiera muestran la presencia de simples reflectores, pero afecta especialmente a la filosofía con la que están tratados los interiores. Todos ellos están siempre iluminados a través de las ventanas, mediante la luz disponible en los mismos en algunas secuencias cortas, o bien rebotando unidades en el exterior y dejando que sea el rebote de las mismas el que penetre en las estancias. Ello crea un aspecto muy veraz y a veces muy crudo, porque Menges no se molesta en hacer que sus luces entren en el ángulo que más favorezca a la posición de los actores, sino que imita como entraría la luz del sol e iluminaría las estancias, sin más. Como consecuencia, gran parte de los interiores están fotografiados con los actores a contraluz, luz lateral o luz frontal alternativamente, en función de la posición que adoptan ellos o la cámara con respeto a la fuente natural usada por Menges, creando un aspecto muy interesante y, para nada, curiosamente, Hollywoodense.

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Por supuesto, Menges ilumina algunas escenas bajo la luz de las velas, integrando algunas de estas en los planos (y forzosamente, iluminación suplementaria que está oculta, a pesar de lo convincente del efecto) y exteriores nocturnos con HMIs sin corregir, pero todo su trabajo está orientado a conseguir esta naturalidad en la luz que raramente se salta, y aún así, en esos casos, tampoco se le podría acusar de buscar un efecto esteticista dado lo moderado de su “invención”: la escena en que Jeremy Irons acude al lugar en el que se ha encerrado el personaje de De Niro, con una luz dura de ventana que incide sobre éste, o una escena interior en la que estos dos actores están sentados junto a Liam Neeson, que también utiliza un planteamiento similar. El resto, sobre todo es exposición para las sombras, siendo muy consciente que al no usar luz adicional muchos rostros le iban a quedar oscuros, y un gran gusto a la hora de seguir este camino.

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Desgraciadamente, la puesta en escena de Roland Joffé no está a la altura del talento y estilo de Menges, acusando las influencias de la televisión o incluso la publicidad con cierta tendencia a los planos cerrados y los teleobjetivos. En este sentido, se echa de menos a un director con un sentido más épico, capaz de explorar la naturaleza y el paisaje (y no digamos ya de hacer fluir a la historia y los personajes en la misma, pero ése es ya otro tema). Aún así, la grandeza de los escenarios, pero sobre todo la forma en que Menges afronta sus muchos y complicados interiores, hacen que la fotografía de “The Mission” sea una obra notabilísima, así como una muestra ejemplar del talento de un director de fotografía que, a pesar de sus dos premios Oscar, nunca parece que se le tenga demasiado en cuenta como uno de los más grandes, distinción que sin duda merece Chris Menges.

Título en España: La Misión
Año de Producción: 1986
Director: Roland Joffé
Director de Fotografía: Chris Menges, ASC, BSC
Ópticas: Cooke Xtal Express
Emulsión: Kodak 5247 (100T) & Agfa XT-320
Formato y Relación de Aspecto: 35mm anamórfico (J-D-C Scope)
Otros: fotografía de 2ª unidad de Robin Vidgeon [BSC]
Premios: Oscar a la mejor fotografía, American Society of Cinematographers (nom), BAFTA (nom), British Society of Cinematographers (nom)

Vista en Blu-ray

© Harmonica Rental & Cinema/Ignacio Aguilar, 2014.