The Karate Kid

Famoso título de los años 80 con el que se inició una de las trilogías más populares (al menos entre el público joven y adolescente) de la década. La historia en cierto modo pretende ser una especie de cruce entre “Rocky” –obviedad puesto que la producción recurrió al oscarizado director de la primera entrega, John G. Avildsen- y “Star Wars”, al menos en lo concerniente a la relación y aprendizaje entre alumno y maestro. Ralph Macchio interpreta a un joven que acaba de mudarse a California con su madre, pero una vez allí, pronto se convierte en objeto de las burlas y palizas de un grupo de muchachos que practican el kárate. Sin embargo, conoce a un hombre japonés (“Pat” Morita) que poco a poco le comienza a enseñar los secretos de este tipo de lucha, siempre bajo la premisa de la defensa y nunca del ataque, para que los pueda poner en práctica en un torneo en el que competirá con sus acosadores. Los resultados son predecibles y la historia no se sostiene demasiado, pero lo cierto es que la película está rodada e interpretada con tanta inocencia que, sus resultados, distando mucho de ser buenos, son amables, aunque se sitúe lejos del encanto al que quizá aspiraban sus creadores. Elizabeth Shue, en uno de sus primeros papeles en cine, interpreta a la chica de la que se enamora el personaje de Macchio.

El director de fotografía fue James Crabe [ASC], un hombre que, tras su fallecimiento a finales de la década de los 80, quizá haya sido olvidado en exceso, aunque ya fue el director de fotografía que se situó detrás de la cámara en la primera entrega de “Rocky” (si bien también es justo reconocer que Ralf D. Bode se encargó del rodaje en Filadelfia, incluyendo la famosa escena de las escaleras con la Steadicam de Garrett Brown). Volvió a trabajar con John G. Avidlsen en 1980 con “The Formula”, una película muy criticada, pero que sin embargo le valió a Crabe su única nominación al Oscar. Su cuarto trabajo juntos (“Save The Tiger”, 1973, fue el primero, antes de “Rocky”) fue en este film, mientras que habría un quinto, “The Karate Kid, Part II”, por el que Crabe fue uno de los cinco candidatos a los primeros premios concedidos por sus compañeros de la American Society of Cinematographers (ASC) en 1986, año en que ganó Jordan Cronenweth por su excepcional trabajo en “Peggy Sue Got Married”, aunque Crabe no consiguiera colarse entre los cinco finalistas al Oscar. Además de sus trabajos para Avildsen, Crabe también fue un reconocido operador en publicidad y autor de la fotografía de una de las películas más polémicas y populares de finales de los años 70, “The China Syndrome” (James Bridges, 1979), sobre los peligros de la energía nuclear, cuyo estreno coincidió precisamente con el accidente de la central de Three Mile Island en Pennsilvania.

Si bien “Rocky” era una película rodada con bajo presupuesto (tanto que el equipo principal no pudo viajar a Filadelfia, de ahí que Bode se hiciera cargo de esa parte del rodaje) que obtuvo mucho éxito, cuando Avildsen y Crabe recibieron este encargo sus respectivos cachés habían crecido de forma muy notable, por lo que se trata de una película que, en el aspecto presupuestario iba más desahogada, lo que se traduce en que el aspecto visual es mucho más unitario por gozar de las comodidades del un rodaje en estudio o con muchos más medios de producción. Además de poder contar con mejores equipos (Panavision) y negativos mejorados, “The Karate Kid” es además un film más soleado y alegre, en contraposición a la atmósfera más triste y pretendidamente veraz del film protagonizado por Stallone. Los ocho años entre uno y otro rodaje también conllevaron que el estilo de luz dura que aún imperaba en el cine americano de los 70, y que Crabe empleó en gran medida en “Rocky”, había sido ya desterrado casi por completo de la gran pantalla y había quedado relegado a un puñado de veteranos que por lo general trabajaban ya sólo en televisión. En “The Karate Kid” se muestra esta evolución en Crabe, que ahora emplea una luz más suave, o bien los mismos aparatos de luz puntual pero ahora proyectándolos a través de sedas o materiales difusores para crear imágenes más naturales, puesto que muchas veces se sigue observando que el director de fotografía continúa empleando muchas luces puntuales a lo largo y ancho del decorado, todas ellas esperando a que los actores lleguen a sus marcas (ver al respecto la escena en la que se revelan detalles del pasado del personaje de “Pat” Morita).

Puesto que se trata ya de un producto de los 80, no hay lugar a esas escenas de “Rocky” en que resultaba aceptable que los exteriores nocturnos fueran granulados y subexpuestos; en esta ocasión Crabe recurre a ópticas esféricas Panavision para los exteriores nocturnos (seguramente los Ultra Speed MKII, de origen principalmente Canon y Nikon), aunque al menos la escena de la persecución en la bicicleta muestra el inconfundible iris triangular de los Zeiss High Speed T1.4, posiblemente reconstruidos por Panavision y que también empleó Caleb Deschanel en algunas secuencias de “The Right Stuff” (1983) en aquélla época. El grueso del film, sin embargo, está rodado con lentes zoom como focal variable, algo habitual en Crabe y muchos operadores de la época, que ante la falta de consistencia de las lentes de los años 60 y 70, preferían iluminar a un nivel más alto (al menos T3) y emplear los zooms de Angenieux o Cooke. La aparición hacia 1983 o 1984 de las dos primeras emulsiones de alta sensibilidad de Kodak (5293 de 250 ASA ó 5294 de 400 ASA) también facilitaba dicha tarea sin lugar a dudas, e incluso algunos operadores, en lugar de reducir sus niveles de intensidad de luz, lo que hicieron fue aprovechar para cerrar un paso más el diafragma y continuar trabajando como lo venían haciendo con interioridad.

A lo que no hay lugar con Crabe, al menos en este film, es a la introducción de las nuevas tendencias esteticistas de los años 80 y que, en muchas otras películas, sustituyeron al pretendido realismo o veracidad del cine de los años 70. Finalmente, hay que indicar que la puesta en escena de John G. Avildsen, quien por cierto fue su propio director de fotografía hasta el inicio de su relación profesional con James Crabe y Ralf Bode, no es nada especial y lo cierto es que incluso los combates de karate distan mucho de tener la garra de los de boxeo de “Rocky” (lo mismo puede aplicarse al montaje, aquí muy relajado e incluso excesivo, con 126 minutos de proyección). En cierto modo esa puesta en escena descafeinada le permite centrarse más en la relación entre los personajes de Macchio y Norita (nominado al Oscar por su interpretación), que a la postre es el elemento que mejor funciona de toda una película que, aunque se puede seguir viendo, ha quedado desgraciadamente muy encajada como un típico producto del cine comercial norteamericano de primeros de la década de 1980.

Título en España: Karate Kid, El Momento de la Verdad
Año de Producción: 1984
Director: John G. Avildsen
Director de Fotografía: James Crabe, ASC
Ópticas: Panavision Esféricas
Emulsión: Kodak 5247 (100T) & 5294 (400T)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm esférico, 1.85:1

Vista en HDTV

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