The Fly (1958)

Adaptación de una historia de George Langelaan, que comienza con la investigación de lo que parece el asesinato de un científico (David Hedison), a manos de su esposa (Patricia Owens). El hermano del científico (Vincent Price) y un inspector de policía (Herbert Marshall) piensan en un principio que la mujer se ha vuelto loca, pero ésta les insiste en que mató a su marido como consecuencia de unos extraños acontecimientos derivados de un fallido experimento. Se trata de un clásico del cine fantástico de los años 50 que ha quedado desfasado en numerosos elementos, pero cuya idea central se mantiene plenamente vigente, incluso después de que David Cronenberg llevase a cabo un notable remake de 1986 protagonizado por Jeff Goldblum y Geena Davis, cuya idea central era la misma, pero tenía un desarrollo diferente al de este film de Kurt Neumann, su director, que falleció poco después del estreno del que a la postre sería su obra más popular.

El director de fotografía fue el veteranísimo Karl Struss [ASC], nacido en 1886, de modo que sobrepasaba con creces los setenta años de edad en el momento del rodaje de esta película, en 1958, el año de su estreno. Struss de hecho se retiró al año siguiente, en 1959, aunque le dio tiempo a rodar cuatro largometrajes más en ese período. Es conocido sobre todo por su labor al frente de “Sunrise: A Song for Two Humans” (F.W. Murnau, 1927), una de las mayores obras maestras del cine mudo, que firmó junto a Charles Rosher y por la que obtuvo, por este crédito compartido, el primer Oscar a la mejor fotografía en la edición de 1929. Además, Struss fue nominado en tres ocasiones más, sin ganarlo, por “Dr. Jekyll and Mr. Hyde” (Rouben Mamoulian, 1931), “The Sign of the Cross” (Cecil B. De Mille, 1932) y por “Aloma of the South Seas” (Alfred Santell, 1941). Rodó además la primera versión (muda) de “Ben-Hur” (Fred Niblo, 1925) protagonizada por Ramon Novarro, así como “Island of Lost Souls” (Erle C. Kenton, 1932), “The Great Dictator” (1940) y “Limelight” (1952), estas dos últimas para Charles Chaplin.

Struss rodó además un total de trece películas con Kurt Neumann, de modo que conocía bien al realizador desde finales de la década de los años 30. “The Fly” fue una producción de la 20th Century Fox con un presupuesto modesto, a pesar de lo cual, pudo beneficiarse de un rodaje en color y CinemaScope e incluso de una banda sonora modestamente estereofónica con cuatro pistas de sonido magnético, que incluye diálogos direccionales en la versión original, así como efectos especiales fotográficos del encargado habitual de los mismos en el estudio, L.B. Abbott [ASC]. Todo ello buenas noticias, aunque el estilo visual de la película ha quedado tremendamente anticuado porque Struss era un hombre muy mayor y, a tenor de lo que declaró él mismo sobre el final del film -que le parecía ridículo- probablemente tampoco se lo tomó demasiado en serio. Se trata en cualquier caso de una película que transcurre en pocas localizaciones o decorados (la casa de la acción principal, el laboratorio en su sótano y apenas un par de exteriores día y una fábrica por la noche) y que está rodada con una gran economía de planos, que muchas veces son amplios, con varios personajes al mismo tiempo en pantalla y a lo ancho del encuadre panorámico anamórfico, pero en el decorado de la casa, hay un exceso de luz que hace que el conjunto resulte demasiado plano, pues además de emplear luz dura como luz principal como mandaban los cánones de la época -la emulsión era de únicamente 25 ASA de sensibilidad- hay un evidente exceso de luz de relleno bajo toda circunstancia, que mata el contraste reduciéndolo al mínimo.

Hay algunos exteriores nocturnos con luz azulada que son de mayor interés, pero sobre todo lo mejor a nivel estético es lo que transcurre en el interior del laboratorio, en el que Struss continúa con el lógico planteamiento de los haces de luz dura, pero con paredes más oscuras y mucho menos relleno, de manera que los personajes resaltan mucho más y las imágenes, dentro de que tampoco poseen un contraste exagerado, sí poseen un interés bastante superior. Es además en este decorado en el que L.B. Abbott practica su magia con los efectos fotográficos, añadiendo a las imágenes reales efectos de luces que simulan la desintegración, transporte e integración de la materia en la que trabaja el científico que origina todo el conflicto. Estos efectos visuales, e incluso otros efectos como el plano subjetivo de la mosca, están bien realizados y elevan notablemente el interés del conjunto a nivel estético. Existe también, a lo largo de la proyección, un elevado número de planos de moscas que ocupan toda la pantalla, de modo que queda la duda de si en esta etapa tan temprana del formato anamórfico, habrían estado rodadas con ópticas macro, lo cual resulta dudoso, o si bien se realizaron con lentes de aproximación, que parece lo más probable. Las copias que han llegado hasta nuestros días, en cualquier caso, parece que son de varias generaciones más alla del negativo original, lo que genera que todo el film tenga un aspecto excesivamente suavizado y sobre todo, mucho grano, que es aún mayor cada vez que aparece alguno de estos efectos ópticos de post-producción.

Adicionalmente, las lentes originales del CinemaScope poseían un problema muy conocido, los denominados “anamorphic mumps”, es decir, el achatamiento de los rostros sobre todo durante los primeros planos, debido a que la descompresión de la imagen no estaba demasiado perfeccionada en este primer sistema anamórfico (la solución a este problema la trajo una pequeña compañía llamada Panavision, cuyas lentes por esta época dejaron obsoletas a las del CinemaScope y se hicieron con casi la totalidad del mercado anamórfico en los años sucesivos). Pues bien, en “The Fly” los cineastas no renunciaron a encuadrar a los actores en el centro de la pantalla, como sí que solía hacerse con relativa frecuencia en el CinemaScope con las lentes Bausch & Lomb originales, de manera que, para bien o para mal, el efecto o mejor dicho defecto se aprecia claramente a lo largo de todo el metraje. Por lo tanto, como indicábamos, se trata de una fotografía que ha envejecido incluso más que otras de su época, por el trabajo excesivamente plano de Struss en gran parte de las secuencias, así como por los defectos de las lentes anamórficas de la época, a pesar que las escenas del laboratorio y especialmente los efectos fotográficos especiales posean un nivel superior.

Título en España: La Mosca
Año de Producción: 1958
Director: Kurt Neumann
Director de Fotografía: Karl Struss, ASC
Ópticas: Bausch & Lomb CinemaScope
Emulsión: Kodak 5248 (25T)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm anamórfico (CinemaScope), 2.55:1
Otros: efectos especiales fotográficos de L.B. Abbott, ASC

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