The Devils

Adaptación de una novela de John Whiting y de una obra de Aldous Huxley, supuestamente basada en hecho reales y ambientada en la Francia del siglo XVII, en la que el Cardenal Richelieu, en sus ansias de poder, desea acabar con las ciudades fortificadas de país. A ello se opone el padre Grandier (Oliver Reed), un religioso de muy malos hábitos, circunstancia que servirá para atacarle en el momento en que se conoce que la Madre Superiora (Vanessa Redgrave) del convento de Loudon se ha enamorado de él. “The Devils” es un film caracterizado por el exceso habitual en el cine de Ken Russell, pero sobre todo por su provocativo argumento y la falta de pudor a la hora de mostrar desnudos, deseo y consumación del acto sexual e incluso masturbación entre los miembros del clero, lo cual supuso una fuerte polémica e incluso conllevó la censura de varias escenas que siguen sin haber sido incorporadas al montaje del film. Olvidada esta polémica, “The Devils” es una película irregular, tan ambiciosa como fallida, a pesar del gran hacer de Reed en el papel principal y de la valentía de su propuesta.

El director de fotografía fue el británico David Watkin [BSC], en la primera de sus dos colaboraciones con el realizador británico. Watkin es uno de los nombres más importantes de la fotografía cinematográfica de la segunda mitad del siglo XX, surgido del mundo del documental (British Transport Films) y desde sus inicios en cine asociado al cine de Richard Lester, a cuya frescura y espontaneidad colaboró de forma decisiva. Fiel colaborador también del británico Tony Richardson, Watkin fue uno de los pioneros en el uso de la luz rebotada y/o difusa para huir del tradicional estilo de fotografía en color que todavía imperaba durante los años 60, lo que le creó numerosos enemigos y una cierta mala fama por lo poco ortodoxo que resultaban sus métodos para muchos técnicos y realizadores y lo mucho que costaba sufragar a los productores sus innovativas técnicas. A pesar de ello, como Watkin siempre buscaba un estilo de aspecto natural y sencillo, normalmente mantuvo un perfil bajo, hasta que ganó el Oscar por “Out of Africa” (Sydney Pollack, 1985) y agradeció el premio a su segunda unidad por los bellos paisajes que habían rodado para él.

Watkin también es famoso por su aversión hacia el formato panorámico anamórfico, al que literalmente consideraba una catástrofe óptica (parte de su estilo consistía en sobreexponer mucho el negativo, para lo cual necesitaba emplear apeturas de diafragma muy grandes) que introducía un buen número de distorsiones y aberraciones en sus imágenes, las cuales, al parecer, detestaba. Por ello, aunque rodó varias películas en este formato, entre ellas “The Devils”, siempre trató de evitarlo, a pesar que sus trabajos en el mismo son incluso más interesantes que sus grandes obras en formato esférico.

“The Devils” representa al más puro David Watkin a nivel de luz, ya que los excepcionales decorados de la película (cuyo aspecto semi-atemporal es otro de los elementos que pueden desconcertar) están iluminados mediante la mezcla de dos técnicas: en primer lugar utilizando una enorme cantidad de luz rebotada mediante arcos, que produce la apariencia de una luz natural de gran intensidad justificada en las ventanas superiores, claraboyas u otras aperturas del techo de las construcciones de época, o bien mediante la introducción de otra enorme cantidad de luz directa difuminada (la que por ejemplo justifica en las ventanas), que incide de forma más concisa sobre determinadas partes del decorado. Como las fuentes o las superficies de reflectancia que emplea son tan grandes, la apariencia de la luz en pantalla es muy suave, a la par que la gran cantidad arcos que empleaba crean un gran contraste, con imágenes muy atractivas que siempre parten de un aspecto muy natural. Es tal la inspiración de Watkin que incluso, en determinados momentos, se atreve a emplear su luz a través de vidrieras de iglesia y las proyecta sobre los actores, especialmente en las secuencias finales. Y aunque a Watkin le gustaba mucho sobreexponer para conseguir estos efectos, gran parte de los interiores “The Devils” parece que están rodados en torno a T/4.0, cerrando quizá un diafragma adicional para los exteriores, que como siempre parecen prescindir de iluminación artificial adicional gracias al uso de la sobreexposición y el contraluz.

Pero “The Devils” no es sólo la luz de Watkin, sino que el manejo de la puesta en escena de Russell, por más que lo que se ve en pantalla sea excesivo, es excepcional en gran parte del metraje. Sus composiciones en el formato panorámico son muy ricas, haciendo un uso muy bueno del ancho del mismo para situar y repartir muy bien a los actores por el encuadre pero, además, se luce con grandes movimientos de grúas, travellings y dollies que obligaron al operador de cámara (y futuro director de fotografía ganador del Oscar) Ronnie Taylor [BSC] a recomponer el cuadro en cada nueva posición de cámara.

“The Devils” es una película que, en definitiva, está filmada a lo grande, con mucho talento para la puesta en escena, sets muy llamativos, decenas o cientos de extras muy bien dirigidos y, sobre todo, está iluminada por un genio de la luz en su etapa de mayor creatividad e interés, por lo que el hecho de que fuera obviada para cualquier premio o nominación -aunque 1971 fue un año de feroz competencia- sólo puede obedecer a la complicada temática de la película o a la animadversión que provocaba el propia Watkin.

 

Título en España: Los Demonios
Año de Producción: 1971
Director: Ken Russell
Director de Fotografía: David Watkin, BSC
Emulsión: Kodak 5254 (100T)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm anamórfico (Panavision), 2.4:1

Vista en DVD

© Harmonica Rental & Cinema/Ignacio Aguilar, 2013.