Solaris

Adaptación soviética de la novela del escrito polaco Stanislaw Lem, en la que un psicólogo (Donatas Banionis) es enviado a una estación espacial en órbita en la que se han producido casos de supuestas alucionaciones. Aunque su actitud respecto a estos hechos es más que excéptica en un principio, nada más llegar allí se dará cuenta de la realidad de la situación. Natalya Bondarchuk –hija del realizador Serguei Bondarchuk- y Anatoly Solonitsyn (“Andrei Rublev”, “Stalker”) completan la tercera obra del realizador ruso Andrei Tarkovsky, que se centra en los aspectos más espirituales y emocionales de la obra de Lem, dejando prácticamente de lado la parte científica del relato, y que si bien es un film cuyo mensaje y desarrollo no es nada críptico a pesar de las apariencias, su extremada lentitud y alguna elección errónea –como el protagonista- hacen de ella una obra muy estimable, pero no tan perfecta como las dos anteriores películas de su autor.

El director de fotografía volvió a ser Vadim Yusov, al igual que en el mediometraje de escuela de Tarkovsky y sus dos primeros films, “Ivanovo Detstvo” (“La Infancia de Iván”, 1962) y la citada “Andrei Rublev” (1966). Al igual que esta última, “Solaris” fue filmada en formato panorámico anamórfico, pero en esta ocasión, mayoritariamente en color, dejando de lado parcialmente el vistosísimo blanco y negro de las dos obras anteriores, la primera de ella con luz dura y un enorme contraste y la segunda con un aspecto más suave y natural, en la línea Bergmaniana de Sven Nykvist. Se dice que sus confrontaciones con Tarkovsky durante este rodaje y algunos aspectos del guión de “Zérkalo” (“El Espejo”, 1975) hicieron que no volvieran a colaborar nunca más y que el realizador buscase nuevos colaboradores a partir de entonces.

“Solaris” da comienzo en una dacha junto a un lago, que Yusov retrata de varias formas: con una suave neblina, con un clima lluvioso, con clima soleado y finalmente, con un desapacible clima invernal. En estas secuencias, a pesar de la introducción de luz artificial dentro de la casa, Yusov busca recrear un aspecto natural, en el que destaca el escasísimo contraste de la imagen y su baja saturación, posiblemente fruto de la combinación de lentes empleadas y de las emulsiones soviéticas de la época, que claramente eran inferiores a las occidentales (lo cual provocó a Tarkovsky un serio problema en relación a “Stalker”). Ya en esta sección de la película, los cineastas introducen una grabación de una conferencia científica en la que deciden hacer uso de un blanco y negro ligeramente tintado de azul, un drástico cambio que sin embargo ubica bien que dichas secuencias se producen en un entorno más tecnológico que la URSS de comienzos de la década de los 70.

Ya en la nave, Yusov realiza algunos intentos de justificar las luces en algunas de las máquinas y aparatos de la misma, aunque por lo general dichos intentos son algo tímidos y no resultan especialmente exitosos, por lo menos teniendo en cuenta –en lo técnico- la existencia de la considerada “rival occidental” de “Solaris”, “2001: A Space Odyssey”, aunque la comparación entre ambos films, que no tienen absolutamente nada que ver en su temática, sea más bien absurda. Más exitosos son los momentos en los que el operador introduce la luz supuestamente solar a través de las ventanas de la nave, con los que sí consigue crear la sensación que se propone, aunque por lo general el contraste es algo escaso nuevamente para obtener un aspecto convincente de luz desde una única fuente. En esta sección, también hay que destacar severos cambios en el tinte de la imagen, como si ésta hubiera sido filmada en una emulsión en blanco y negro y posteriormente virada a colores azules o anaranjados –aunque por el aspecto parece más bien que se trata de una emulsión en color desaturada en laboratorio-, cambios que no son tan exitosos como el azul metálico de las escenas de la comisión de investigación al comienzo de la película y que parecen obedecer a motivos más caprichosos que mostrar las variaciones de luz en el interior de la nave.

En general, es un film cuyos diseños han sufrido mucho el paso del tiempo y, aunque su punto fuerte no reside en el capital invertido en el mismo, lo cierto es que tanto los decorados como el vestuario dejan bastante que desear en más de una ocasión. Tarkovsky, así mismo, también sucumbió parcialmente a la moda del zoom en aquélla época, aunque (afortunadamente) el escaso recorrido de la lente Foton empleada prevenía hacer grandes locuras en este aspecto –como las de Visconti y con el Cooke 10:1 de la epoca-, además que la lente rusa llevaba el adaptador anamórfico en el frontal, al contrario que los zoom occidentales, de manera que los artefactos anamórficos continúan apareciendo en pantalla con total normalidad, incluidos los temidos «anamorphic mumps» (ensanchamiento de los personajes situados en el centro de la pantalla) por problemas en la compresión optica de las imágenes, lo cual había dejado obsoletas en su momento las lentes originales Bausch & Lomb del CinemaScope.

Visualmente, el conjunto por lo tanto no es tan exitoso como los dos anteriores del realizador, que quizá por ser trabajos de época y con pretensiones más clásicas han perdurado mejor en el tiempo, aunque también debe decirse a favor de “Solaris”, que sus antecesores tampoco eran tan ambiciosos ni, desde un punto de vista contemporáneo, sufren tanto las limitaciones técnicas de una época en la que la URSS, también en cuestiones de técnica cinematográfica, iba a remolque del cine occidental.

Título en España: Solaris
Año de Producción: 1972
Director: Andrei Tarkovsky
Director de Fotografía: Vadim Yusov
Ópticas: Foton 37-140mm, Lomo Square Front
Formato y Relación de Aspecto: 35mm anamórfico (SovScope), 2.4:1

Vista en Blu-ray

© Harmonica Rental & Cinema/Ignacio Aguilar, 2013.