Prisoners

Escalofriante relato que tiene como punto de partida la desaparición de dos niñas durante el día de acción de gracias. Sus familias (Hugh Jackman, Maria Bello, Terrence Howard y Viola Davis) ven impotentes como la policía y el detective asignado al caso (Jake Gyllenhaal) son incapaces de extraer una confesión del principal sospechoso (Paul Dano), un hombre retrasado que vive con la asistencia de su tía (Melissa Leo), lo cual desembocará en una espiral de acontecimientos de dudosa ética y muy incierto desenlace. Partiendo de un guión extraordinariamente sólido de Aaron Guzikowski, el canadiense Denis Villeneuve realiza un memorable debut en el cine estadounidense, extrayendo unas excelentes interpretaciones de sus actores y narrando con un pulso ejemplar una historia muy dura y violenta pero sin caer en ningún tipo de exceso o manierismo, lo cual hubiera resultado muy tentador para cualquiera. Los resultados son sobresalientes y, salvo por algún detalle o giro puntual, hacen de “Prisoners” un film casi absolutamente redondo, de esos destinados a perdurar en la memoria del espectador.

Puede que Villeneuve debute en EEUU, pero lo ha hecho en la mejor compañía posible, la del británico afincado en norteamerica desde hace ya más de dos décadas, Roger Deakins [ASC, BSC]. Considerado –quizá junto al mexicano Emmanuel Lubezki y el estadounidense Robert Richardson- como uno de los absolutos números uno de la profesión, hasta la fecha Deakins acumula nueve nominaciones al Oscar y cuatro premios de sus compañeros de la American Society of Cinematographers, entre otras muchas menciones. Además de haber rodado casi todos los films de los hermanos Coen desde 1991, Deakins ha trabajado para algunos de los más prestigiosos cineastas de norteamerica (Frank Darabont, Martin Scorsese, Ron Howard, M. Night Shyamalan, Paul Haggis, Norman Jewison o Sam Mendes) y suele tener acceso a los mejores guiones, lo que suele garantizar, cosa extraña en un operador y que en Deakins se produce con cierta consistencia, que las películas en las que participa suelen tener un alto grado de interés.

“Prisoners” es el tercer film del operador británico rodado en formato HD con la cámara Arri Alexa, después de “In Time” (Andrew Niccol, 2011) y “Skyfall” (Sam Mendes, 2012) y, como su incursión en el universo de James Bond, también ha hecho uso del grabador Codex para capturar sus imágenes en ArriRaw. Deakins no es un hombre muy aficionado a variar de ópticas y, como siempre desde que aparecieron en el mercado, aquí ha vuelto a usar las Arri/Zeiss Master Primes. El resultado, a nivel técnico, es una imagen superlativa, extraordinariamente nítida y definida y plena de latitud, con negros muy intensos y un enorme contraste sin el menor ruido, ni siquiera en sus múltiples imágenes nocturnas o rodadas en condiciones de intensidad de luz muy baja.

Como siempre, Deakins parte de un planteamiento muy minimalista, simple y natural para abordar la historia. Una historia tan desgarradora como la planteada por el guión de Guzikowski necesitaba un planteamiento muy frío y los cineastas ofrecen un buen puñado de imágenes exteriores rodadas con cielos perpetuamente nublados y azulados, a veces bajo la lluvia e incluso, ocasionalmente, nevando, describiendo un escenario que no le es ajeno al operador, que ya nos deleitó con imágenes similares en “Fargo” (Joel Coen, 1997), otra de sus magnas obras. Pero la grandeza de su fotografía no reside en lo estéticas que resultan sus imágenes, o lo mucho que impresionan, que en el fondo es algo que hacen, sino en la economía de medios y de planteamiento que efectúa cuando realmente tiene que iluminar.

Sus interiores diurnos emplean siempre las ventanas como fuente única y exclusiva para hacer llegar la luz a los interiores. Todo el film posee un alto contraste en su iluminación, sin que medie retoque posterior en post-producción en este aspecto, de modo que Deakins únicamente puede obtenerlo empleando fuentes muy grandes de iluminación fuera de las ventanas en las tomas generales y, cuando fotografía a los personajes desde más cerca, mediante fuentes de luz muy cercanas a los mismos, a veces, seguramente, muy pocos centímetros fuera del fotograma. A veces lo que sí que hace, pero no con ánimo de recrear la luz natural sino de complementarla, es introducir fuentes de luz artificial cálida, justificada en las lámparas o apliques de las estancias. Y por supuesto, aunque el aspecto sea menos interesante, en las escenas que transcurren en las dependencias policiales, Deakins se ve obligado a utilizar los fluorescentes integrados en las mismas como fuente principal de iluminación, siguiendo sus principios realistas.

Sin embargo, cuando el británico se luce es en las escenas nocturnas, tanto en las interiores, a menudo resueltas con una única fuente de luz integrada en la escena (bien sea una lámpara de mesilla, aplique o linterna), como especialmente en sus escenas exteriores, rodadas con niveles de luz ínfimos y muchas veces partiendo de una fuente real (como la gasolinera en la escena de la caravana) como base para justificar sus luces artificiales en mitad de la noche. Los resultados no sólo son soberbios a nivel técnico, sin el menor ruido apreciable, con un contraste superlativo y una escasa profundidad de campo pero sin la menor rozadura de foco, sino que también muy creíbles, verosímiles y, estéticamente, naturales pero con una apariencia extraordinaria. Cada uno de ellos es una lección de cómo afrontar este tipo de situaciones por parte del operador, pero especialmente dos de ellos destacan sobre el resto: la escena nocturna con las velas en el exterior de la casa, así como la escena casi final con Jake Gyllenhaal a los mandos de su coche y conduciendo a la desesperada, con una estética, técnica y resultados demoledores.

La cámara de Villeneuve se mantiene estática con mucha frecuencia, sin muchas estridencias ni siquiera cuando filma las escenas de mayor acción o suspense y, posiblemente influenciado por Deakins –un hombre que, no olvidemos, sigue operando la cámara en sus películas- utiliza por lo general focales medias (35 a 50mm), de modo que existe una coherencia en la perspectiva y en el punto de vista del film que también es muy natural y no introduce distorsión alguna en los hechos.

El conjunto, por lo tanto, no sólo hace gala de una técnica absolutamente exquisita, como acostumbra Roger Deakins desde hace muchos años, sino que se ajusta a la historia a la perfección, la matiza y la potencia cuando es necesario, pero siempre, como es habitual en su autor, partiendo de un estilo simple y natural que no pretende ser intrusivo, excesivamente estético o, mucho menos, llamar la atención por sí mismo. Lo más positivo es que, al unirse a una narrativa, dirección e interpretaciones tan absorbentes, la suma de todos estos factores también parece haber hecho que Deakins vaya todavía un poco más allá del riesgo habitual en él –eso teniendo en cuenta que desde que rueda en HD, como el mismo reconoce, la previsualización en el set ya le permitía irse a niveles de oscuridad en pantalla antes desconocidos-, de modo que “Prisoners” no sólo está rodada por uno de los operadores con mayor clase y talento de la actualidad y de la historia del cine, sino que además es una obra superlativa en materia de fotografía cinematográfica puesto que le muestra en un momento de máxima inspiración, asumiendo grandes riesgos, que a buen seguro le reportará nuevos premios y menciones en su insuperable carrera.

Título en España: Prisioneros
Año de Producción: 2013
Director: Denis Villeneuve
Director de Fotografía: Roger Deakins, ASC, BSC.
Ópticas: Arri/Zeiss Master Primes
Formato y Relación de Aspecto: Arri Alexa (ArriRaw, 2.8K), 1.85:1

Vista en DCP

© Harmonica Rental & Cinema/Ignacio Aguilar, 2013.