Live And Let Die

Debut de Roger Moore en el papel de James Bond, con una película que trató de aprovechar además el filón del cine protagonizado por afroamericanos a raíz del éxito de “Shaft” (Gordon Parks, 1971) introduciendo al actor Yaphet Kotto como villano. En el film, Bond debe investigar la muerte de varios agentes secretos y sus pesquisas le llevan hasta el primer ministro de una ficticia isla caribeña (Kotto), quien resulta que trafica con heroína y posee una organización con conexiones en Nueva York y Nueva Orleans. Escrita en solitario por Tom Mankiewicz, se trata de una película que pretende llevar un enfoque serio de la acción –a pesar de los toques de humor que proporciona Moore, o el personaje del Sheriff de Clifton James- pero que nunca llega a despegar del todo ni resultar demasiado interesante. Jane Seymour, como una tarotista, fue el principal reclamo femenino de la película.

El director de fotografía fue, una vez más, el sudafricano Ted Moore [BSC], que había sido el hombre que inició la serie Bond al fotografiar consecutivamente “Dr. No” (1962), “From Russia With Love” (1963), “Goldfinger” (1964) y “Thunderball” (1965), en la que el mayor presupuesto de la película hizo que los cineastas llevasen a cabo la transición a rodar en formato panorámico anamórfico. Sin embargo, a medida que las ambiciones de los productores crecieron, Ted Moore fue dejado de lado y sustituido por Freddie Young para “You Only Live Twice” (1967) coincidiendo con la llegada de un nuevo director, Lewis Gilbert. Con el ascenso del antiguo montador Peter Hunt a labores de dirección para “On Her Majesty’s Secret Service” (1969), el único título de la serie protagonizado por George Lazenby, Hunt trajo a su propio operador, Michael Reed. Pero con el retorno del realizador Guy Hamilton (que se había hecho cargo de “Goldfinger”), Moore volvió a ser convocado para “Diamonds Are Forever” (1971) y mantuvo su puesto mientras Hamilton estuvo al frente de la franquicia en el presente film y el siguiente, “The Man With The Golden Gun” (1974). Asociado siempre a Bond, Ted Moore además ganó el Oscar a la mejor fotografía en color en 1966, por su trabajo en el film de Fred Zinemann “A Man For All Seasons”, que sin embargo es más recordado por el guión de Robert Bolt y la interpretación de Paul Scofield que por el acartonado trabajo de Moore en los estupendos sets de John Box.

La fotografía de “Live and Let Die” destaca en primer lugar porque con la llegada de Roger Moore al papel de James Bond se abrió un cierto período de incertidumbre sobre la serie (era la tercera película consecutiva en la que el personaje principal era interpretado por un actor distinto) y ello llevó a los productores Harry Saltzmann y Albert Broccoli a recortar gastos, como por ejemplo en la partida del departamento de cámara, lo que hizo que este film supusiera un retorno al formato esférico convencional y para una relación de aspecto 1.85:1 que no se usaba desde, precisamente, “Goldfinger”. Para una película que se supone de acción y con secuencias espectaculares, ello podría ser una merma que, sin embargo, no supone un gran problema en la película terminada, ya que más allá de las escenas de persecución en los canales de Louisiana, no es una película que incida demasiado en la acción pura. Y puesto que muchas de sus localizaciones son urbanas (en Nueva York y Nueva Orleans, además de interiores en Pinewood y algunos lugares de la isla de Jamaica) la carencia del formato panorámico pasa bastante inadvertida.

En cuanto al estilo de iluminación, se nota claramente que, como en el título anterior, Ted Moore era un hombre que continuaba plácida y cómodamente instalado en el mismo estilo que venía usando en color desde los años 60 (incluso utiliza difusión exclusivamente en los primeros planos de Jane Seymour), por lo que es un film en el que todos y cada uno de los interiores están rodados haciendo uso del esquema clásico de los tres puntos de luz, con la luz frontal dura, algo de relleno y contraluz, que hace que cada escena de este tipo tenga un evidente aspecto de plató cada vez que hacen acto de presencia en pantalla. Son algo novedosos la utilización de gelatinas azuladas (sobre todo en las escenas de vudú en la ficticia isla de San Monique, exteriores nocturnos aparentemente rodados en plató) y las mezclas de gelatinas de color para las escenas en los clubes, pero el film nunca se desprende del aspecto elaborado y propio de la década anterior, sin el menor interés por la estética realista que ya habían mostrado títulos neoyorquinos como “The French Connection” (1971).

El estilo de fotografía en color con altos niveles de luz y saturación contrasta aún más porque algunas de las escenas exteriores diurnas sí que están rodadas con la luz disponible, no solo en las calles de Nueva York, sino también en Nueva Orleans, de modo que el film posee un cierto aspecto híbrido del que no se desprende un gran interés por el estilo visual por parte de los cineastas. Es cierto que muchos de los interiores lucen bien y, en su estilo, están muy bien realizados, pero simplemente no existe una coherencia estilística con esos exteriores y menos aún con lo que se hacía ya en aquélla época de forma habitual. Guy Hamilton vuelve a no hacer nada destacable detrás de la cámara (aunque el uso del zoom, todavía presente, es menos intrusivo que en “Diamonds Are Forever”) por lo que es un conjunto que, más allá de suponer el debut de Roger Moore como James Bond, así como de la famosa canción de Paul McCartney, no tiene demasiados puntos de interés.

Título en España: Vive y Deja Morir
Año de Producción: 1973
Director: Guy Hamilton
Director de Fotografía: Ted Moore, BSC
Ópticas: Panavision Normal Speed
Emulsión: Kodak 5254 (100T)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm esférico, 1.85:1

Vista en HDTV

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